Morbo. Capitulo 1.Su piel sudorosa quedo enrojecida después de la nalgada, la cual arrancó de su garganta un gemido de sorpresa. Mi mano sobó con lujuria el glúteo peludo y, sin perder el ritmo de mis embestidas, volví a propinar un golpe fuerte sobre ese trasero delicioso, ese culo empinado y redondo que penetraba con vigor. Ese culo blanco que se tragaba mi falo con gusto, con necesidad, con avaricia.-Estas tan apretado… caliente por dentro… - susurré rasposo.Supongo que Rafa iba a contestar, porque se enderezó y volteó a verme, pero no tuvo tiempo. No le di tiempo. Poseído de placer, tomé el costado de su cabeza con mi mano derecha y lo enterré contra la almohada, embistiéndolo con mucha fuerza, abriendo su culo aún más con cada embestida. Con cada nueva embestida ambos estábamos más cerca del éxtasis, haciéndose él cada vez y más adicto a tenerme dentro.Después de tantas semanas de tensión, de tantos momentos en que me encontré fantaseando con esto… con tenerlo en una cama, apoyado en sus rodillas y codos … después de tantas mañanas masturbándome imaginando su cara al gemir…. después de tanto NO iba a permitir que esto fuera solo una vez. Sentí culpa muchas veces, pero ya no. Quizás era el exceso de vino, quizás había sido toda la tarde y mitad de la noche tomando.Esta muy rico… dios, se siente muy rico… - alcance a distinguir que Rafa sollozaba entre suspiros. Yo todavía sujetaba con mi mano su su cabeza contra la almohada, así que era difícil entender lo que decía entre suspiros y pequeños gemidos. En realidad no me importaba que estaba diciendo, lo único importante era que con cada embestida su ano se dilataba más, y tanto su cuerpo como mente me daban más acceso a sus entrañas.Exhale aliviado. Rafael, Rafa como le decíamos de cariño, tenía razón. Destrozar su culito era delicioso. Se sentía tan bien, tan apretado, su culo estaba tan hambriento. Y si algo se sentía bien, debía estar bien, ¿no? ¿Cómo hacerlo temblar de placer podía estar mal? No, no podía estar mal. No estaba mal, ¿verdad?Liberé el cuello de Rafa para tomar su cintura con ambas manos, y sin detenerme, comencé a atraerlo violentamente hacia mi, haciendo cada estocada más profunda, obligándolo a balancearse de rodillas con el culo cada vez más empinado. Sudoroso y excitado, Rafa mordió la almohada cayendo en silencio mientras lo embestía con más fuerza, llegando cada vez más profundo dentro de él. Debía calmarme. No quería acabar aún, así que baje la intensidad.Rafa suspiró hondo mientras salía de él, recostándose sobre la cama mientras yo me acercaba a su escritorio para tomar de la botella de agua. Sudoroso, mi verga palpitante me demandó volver a la boca de Rafa antes de retomar la penetración.Y fue ahí, en un minuto de silencio, mientras ambos nos recuperábamos, que escuché el golpeteo familiar y rítmico contra la pared, el golpeteo de la cama empujada vigorosamente contra el muro en la habitación de junto. El ruido provenía de mi habitación, la misma que compartía con mi esposo Mario. Era mi cama la que crujía.No pude evitar que una combinación de morbo y furia se apoderarán de mi cuando me di cuenta de lo que pasaba del otro lado del muro. De nuevo la confusión, la culpa, la excitación me llegaron de golpe. Y aunque también sentí rabia, con más fuerza que nunca, el morbo se impuso a todo lo demás, revolviéndome el estomago y levantando mi erección. Los golpeteos se detuvieron de pronto.¿Por qué había cesado el golpeteo?, ¿estaría Mario mamándole la verga al cabrón que lo penetraba en mi ausencia?, ¿habría aprovechado Mario un descanso para ponerse de rodillas, y anhelante, ofrecer al activo su boca tibia, lista para ser usada?Silencio.¿Miraría mi esposo con devoción a aquel muchacho, que sexy y atlético, le sostenía la mirada de forma sugestiva mientras lo alimentaba con su falo tieso?, ¿estaría la barba de Mario llena del precum que mi marido lamía emocionado de la verga gruesa de Javier?Silencio.¿Le sonreiría Javier a Mario con su seductora boca, aquella que durante meses había tentado y seducido lentamente al amor de mi vida, mientras le susurraba lo buen ¨chico¨ que era?, ¿seguiría sonriente Javier mientras le pedía a Mario abrir la boca para llenarla de leche, reduciendo a mi esposo a un manojo de gemidos hambrientos?, ¿seguiría sonriendo socarronamente mientras mi esposo succionaba más fuerte, hipnotizado por la verga gruesa frente a sus ojos… hipnotizado por el amigo de Rafa?Silencio. ¿Se tragaría Mario toda la leche que…? ¡No!, ¡no iba a permitirlo!m*****o y caliente, clave la mirada en la puerta, listo para salir corriendo y comprobar con mis propios ojos, ya no videos ni screenshots de conversaciones, la forma en que Javier había vuelto a mi marido en su juguete sexual.Pero no lo hice. Y no lo hice porque un segundo antes de dar la vuelta, la voz de Rafa, jadeante y llena de morbo, con una erección esplendida y la piel aperlada por el sudor, me interrumpió.-Más… quiero más… - me pidió elevado sus piernas boca arriba y exponiendo su agujero blanco, totalmente enrojecido y dilatado. Ese agujero que yo había dejado totalmente abierto y que ahora pedía ser llenado de nuevo. Viendo la duda en mis ojos, Rafa extendió aún más sus musculosas piernas, flexionado sus pies de forma delicada, sensual. Abrí la boca del estupor al reconocer el deseo en los ojos de mi hijo, y sin pensarlo, avance hechizado hacia la cama. Miré de reojo la puerta una vez más, receloso del prologando sonido en la habitación de junto.-¿Le seguimos, papá? –Silencio. ¿Estaría Javier a punto de terminar en los labios de Mario?, ¿era demasiado tarde para poner fin a esta locura? Finalmente había sido yo quién se había detenido en esta puerta y no en la siguiente. Habíamos tomado mucho vino y la perta de Rafa estaba entreabierta… ¿Había sido todo esto una trampa?Y en medio de mi confusión, de mi excitación, Rafa suspiró sensualmente mientras ponía un pie contra mi pecho y el otro contra mi boca, rozando sugerentemente con su dedo gordo mis labios. Trampa o no, había caído. Mi hijo abrió la boca, incrédulo, mientras comencé a succionar el dedo gordo de su pie sin retirarle la mirada. Asintió con placer mientras lo penetraba con firmeza y su interior envolvía mi falo con deseo.Ya no pensé el silencio del otro lado del muro. No pensé en los jadeos que no llegué a escuchar, en el falo de Javier contra la cara de Mario, en las suplicas de más y los ¨te gusta, bebé?¨seguidos de ¨por favor, dame lechita¨.Lo único que pensaba era en Rafa, en lo duro de su pene y lo rico de su culo, y sus piernas de nadador enroscadas en mi espalda mientras follabamos como salvajes. Maldije poquito a Javier y al camino que nos había llevado a esa noche, pero sólo poquito. Era una larga historia y los gemidos de Rafa era mucho más importantes.En la habitación de al lado, Mario sonrió como bobo mientras Javier, fuerte y dominante, terminó en su boca con furia, dándole un beso por ser un buen chico. Era una larga, larga historia.
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Iyciyf9foxtot
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