Desde muy joven me han gustado las películas porno, y como ya les contó Claudia, una vez la llevé a un teatro porque quería ver como la tocaban y la excitaban; ella disfrutó tanto de esa experiencia, aunque le dio mucho susto en el momento, después me confesó que se siguió excitando y masturbando por mucho tiempo; por eso quería repetir la experiencia y le dije que volviéramos a ir a un cine porno; nos pusimos cita a la entrada del teatro, el mismo al que fuimos hace varios años; yo salí temprano de la oficina y cuando llegué al teatro, la llamé a la oficina para decirle que ya estaba allí, por si ella quería salir antes; me dijo que fuera comprando las entradas que aún estaba muy ocupada y que se demoraba un poco; compré dos boletos y me compré un café para tomarlo mientras esperaba; a la media hora me llamó a decirme que sería imposible salir hasta muy tarde que le salió un inconveniente con unos inventarios; no había remedio, tendría que volverme solo a casa y perder los boletos o entrar solo; me decidí por esto último y entré.
Como siempre en estos teatros, la sala estaba con muy pocos asistentes; me senté en el centro de una fila totalmente libre hacia la mitad de la sala; cuando me excité con la película, me empecé a tocar el pene por encima del pantalón, estaba tan concentrado que no me di cuenta cuando se sentó alguien a mi lado; me pareció un poco extraño debido a la gran cantidad de sillas vacías, mire al tipo, era un señor de unos 40 años, bajo y más bien un poco gordo que me miró directamente a los ojos; luego bajó su mirada hacia el bulto en mis pantalones; yo quedé quieto al sentir esa mirada sobre mi pene; volteé a mirar la película, pero con la mente puesta en el individuo aquel que no dejaba de mirarme; en la película las escenas eran muy excitantes, había una mujer muy joven que era penetrada por el ano por un hombre negro con un pene tan grande y grueso que parecía que no podría entrar pero se lo enterraba todo hasta el fondo y el rostro de la joven se transfiguraba de dolor a placer, esa escena me excitó mucho más de lo que estaba; entonces sentí la mano de aquel hombre sobre mi muslo, me quedé de piedra; fue una mezcla de susto y placer; entendí lo que Claudia me contó, la sensación me excitaba y decidí dejar y ver hasta donde me llevaba.
Él detectó mi pasividad y recorrió rápidamente el camino hacia mi pene, que en ese momento estaba lo más parado que podía, me apretó suavemente y trató de moverlo dentro de mi pantalón para acomodarlo y sentir su grosor y largura, parece que le gustó lo sintió porque se puso a cogérmelo con más fuerza, entonces yo me sentí más excitado aún y me deje hacer; él me abrió los pantalones y trató de bajarlos junto con mis interiores; me sentía un poco asustado pero lo ayude porque la sensación era muy fuerte y el deseo de ser acariciado era inmenso, al sentir el frío de la silla directamente en mis nalgas me excita más aún, me acarició todas las piernas, los testículos, y por último tomó el pene en sus manos y comenzó a masturbarme tan suave y duro que sentí que me vendría de una vez; el me tocó con la punta de un dedo el orificio del pene y cuando sintió que palpitaba por el orgasmo inminente se agachó y se lo metió en la boca, estaba caliente, su lengua recorría parte de mi pene y me vine abundantemente; se bebió todo mi semen y me siguió chupando impidiendo que mi miembro dejara de estar erecto, era la primera vez que me pasaba esto, me sentía muy bien, me gustaba mucho poder continuar excitándome.
Siguió chupándome y besándome el pene, luego me acarició los testículos y metió su mano bajo mis piernas y me acaricio las nalgas; me gustó mucho sentir como el calor de su mano invadía todas mis nalgas, así que me levanté un poco para facilitarle la caricia, me apretaba con mucha fuerza las nalgas y de pronto metió un dedo por entre ellas y me acaricio el ano que ante esta caricia inesperada palpitó; sentí que el ano se contraía e inmediatamente me abrí de piernas para percibir más esta nueva sensación, metió su dedo en mi ano, fue excelente lo que sentí; lo sacó y lo llevó a su boca, lo mojó con saliva y luego volvió a meterlo, que rico se sentía, luego volvió a mojarlo en su boca, pero esta vez metió dos dedos, el placer que me producía estaba creciendo más y más, con la otra mano se tocaba su pene, yo sentí una gran curiosidad por saber cómo lo tenía, lleve mi mano a su entrepierna y apreté fuerte, sentí un gran bulto aunque no muy duro, entonces el sin sacar los dedos de mi ano se desapunto el pantalón y se lo bajó, invitándome para que lo tocara a gusto; al tocar su pene me di cuenta que lo tenía más bien corto pero muy grueso, me gustó mucho sentir el pene de otro hombre en mi mano y comencé a acariciarlo arriba, abajo hasta que sentí que estaba bien duro, también quise sentir sus testículos y tocar sus nalgas, al contrario de las mías las de él estaban llenas de pelos, llegue hasta su ano pero el apretó las piernas, sentí que no le gustaba y seguí acariciándole los testículos y el gran glande que tenía, era inmenso.
El hombre me trató de levantar hacia un lado para poder tocarme más el ano, yo me incliné dándole la espalda, quería seguir sintiendo sus dedos jugar con mi ano, pero el sacó los dedos y se acercó, sentí su grueso pene en mis nalgas y la excitación era demasiada, me levanté lo que más pude en mi silla para acercarme a ese pene, quería sentirlo en mi ano, me puso su grueso aparato en mi ano y trató de meterlo pero era imposible, empujó y empujó pero no entraba, solo me producía más y más ganas; yo me ayudaba abriendo bien mis nalgas con las manos pero era muy incómoda la posición y el pene era demasiado grueso para mi ano, entonces él se retiró un poco, se llevó su mano a la boca y la lleno de saliva; después me metió no dos sino tres dedos, luego cuatro y me los giraba para dilatarme más, me metía todos sus dedos y mi pene estaba que explotaba de lo duro que lo tenía, seguía metiendo sus dedos y girándolos dentro de mí, trataba de abrir buen espacio, entonces sin sacar sus dedos me dijo que me sentara encima de él.
Se deslizó hacia abajo en su silla, yo me puse encima y continuó metiendo sus dedos, me acercó su pene y en un solo movimiento saco los dedos y empujo su pene logrando que entrara el glande, hummmmmmmm, que dolor, pero que emoción tan grande, que placer, sentí que estaba completamente lleno, era muy grande, muy grueso, parecía que no podría moverse, me tomó del estómago y me apretó contra él, tratando de que no me separara, igual no podría hacerlo de haberlo querido, estaba totalmente poseído, era sentirme tan abierto pero taponado, entonces empecé a sentir como unas cosquillas en mi interior, el ano me palpitaba y él comenzó a moverse hacia dentro, era muy rico sentir como avanzaba, no pude aguantarme más y me vine en un chorro largo de semen, siguió avanzando hasta llegar al tope, me apretó más aún contra su poderoso pene, sentí que mi ano no podría ser el mismo ya jamás; empezó a sacarlo un poco y volver a meterlo, cada movimiento provocaba un chorro más de semen que me seguía saliendo sin control de mi pene, entonces me dijo que yo me moviera; apoyándome en el piso comencé a subir y bajar, sentí que su pene latía dentro y me propuse hacer que me llenara de semen, me moví fuerte arriba y abajo luego me moví un poco de lado para hacerlo venir más rápido, entonces él me apretó nuevamente y me presionó su duro y grueso pene muy adentro y sentí como su caliente flujo me llegaba bien adentro; que placer, nunca, nunca en mi vida he sentido tanto placer; que delicia; aún hoy me excita ese hermoso recuerdo.
Cuando llegué a casa, Claudia estaba preocupada, le conté que decidí entrar para no perder los boletos que compré, pero que había vivido una muy grata experiencia, que ella se la había perdido por culpa de su horario extendido de trabajo; me miró intrigada y se lanzó a besarme mirándome a los ojos y pidiéndome que le contara con todo detalle, como siempre lo hago; disfrutamos esa noche de un sexo salvaje y tuvimos un enorme orgasmo cuando me penetró con sus dedos para revivir el momento en el teatro.
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