EL BAT DEL BEISBOLISTA


Los encuentros universitarios deportivos siempre se prestan para un buen faje. .

Les recuerdo que me llamo Rodo, llevo una vida aparentemente heterosexual, pero cuando puedo me doy algunos gustos con uno que otro hombre y es aquí donde solo puedo contarlo.

El siguiente relato me sucedió cuando cursaba la universidad. Desde muy pequeño practiqué el atletismo, y fue esto lo que me hizo obtener una beca en la universidad. Pero bueno, cada año la escuela participaba en los encuentros deportivos donde se competía con otras universidades de diferentes ciudades y pues para esto mandaban a toda la delegación que representaría nuestra escuela en los diferentes deportes. Yo iba en el equipo de atletismo.

En una de las ocasiones que me tocó a mi participar viajamos a otra ciudad y nos hospedaron en un hotel modesto, no muy lujoso pero tenía lo esencial y hasta una alberca. Íbamos a estar ahí durante toda una semana, pero como las competencias de atletismo se hacían los primeros dos días el resto los teníamos libres.

Pero bueno ya fue mucha introducción. Yo ya había terminado mis competencias y fue como al tercer o cuarto día cuando el equipo de béisbol también habían quedado libres, por lo que ese día decidieron hacer una fiesta en la alberca del hotel, a ellos su entrenador si los dejaba ambriagarse y así, a mi no. Pero fue tanto mi aburrimiento que decidí colgarme a su peda, al fin que mi habitación quedaba muy cerca de la alberca y mi compañero de habitación ya se había ido y pues no había quien me delatara.

Yo ya agarrando ambiente con mis compañeros del equipo de béisbol, la verdad no me llevaba mucho con ellos pero ese día nos la pasamos muy bien. Entre ellos estaba Memo, de quien sentía desde el principio que llegue ahí su mirada, como fue avanzando la noche cada vez se acercaba más a mí y aprovechaba cualquier pretexto para pasarme la mano por la espalda o por los hombros y solo me sonreía.

Describo a Memo. Es un chavo un poco más alto que yo, (mi estatura es 175cm), con la espalda muy amplia, brazos muy fuertes y piernas muy grandes, tenía buen cuerpo. Es piel morena y la verdad no está muy guapo pero tampoco está feo. Lampiño del pecho pero sus piernas muy peludas y se le marcaba la rayita de pelitos debajo del ombligo que bajaba hasta la parte de su short.

Todos los del equipo estaban solo en shorts, yo era el único que llevaba pants y hasta sudadera. Pero pues era porque yo no me había metido a la alberca y estaba listo para si alguien me veía me metía enseguida a mi habitación.

Pero bueno, las miradas y los toqueteos de mi buen amigo Memo siguieron durante todo el rato que estuve ahí, y aunque el según no lo hacía intencional yo ya estaba sintiendo que trataba de decirme algo, y enseguida despertó ese morbo dentro de mi. La verdad yo nunca le había puesto tanta atención a Memo, apenas lo conocía. Pero tal vez la situación y las cervezas me hicieron verlo demasiado sexy en sus shorts azules que apenas abrazaban su cintura.

Después de varias cervezas más, me decidí a poner las cartas sobre la mesa, igual no perdía nada si no pasaba nada. Así es que yo también le seguí el juego de las miraditas y sonrisitas de vez en cuando, hasta también como que platicando con otras personas y si lo tenía cerca aprovechaba para pasarle el brazo por el hombro o picarle las cosillas. La verdad en la borrachera eso es muy normal entre los hombres, así es que nadie lo vió raro, creo yo.

Luego de ir pasando las horas y las cervezas tenía que comprobar si iba a pasar algo, así es que solo le di unas palmaditas a mi buen Memo en la espalda y le dije «voy al baño», enseguida me dirigí a mi habitación (que como había dicho antes, quedaba muy cerca de donde estábamos). Conforme iba caminando hacia mí recamara sentía pasos detrás de mí y en efecto era el beisbolista.

Pasé a la habitación dejando la puerta abierta y me metí al baño, la neta si iba a orinar. Cuando entro Memo escuché que cerró la puerta de la habitación, yo había dejado la del baño abierta en lo que terminé, me di la vuelta y el ya estaba viéndome desde la puerta del baño con una sonrisa medio perversa y con ese short azul, que tal vez no le había visto con tanta atención pero que en ese momento se le notaba un esquisito bulto.

Solo me sonrió y se fue acercando a mi lentamente, sin decir nada, y por supuesto yo también no dije nada. Hasta que quedó frente a mi, tan cerca, me agarró de la cintura y me pegó hacia él. Fue entonces cuando pude sentir ya su verga ya bien firme tocando la mía que enseguida comenzó también a endurecer.

Luego pasó una de sus manos por mi cuello y me besó. Eso fue muy extraño para mí porque aunque ya había tenido acercamiento con otros hombres, nunca los había besado, sólo era mamada, cogida y ya, pero nunca besos, fue por eso que me agarró de sorpresa por un minuto. Luego me dejé llevar y la verdad me calentó mucho que no eran besos normales, sino que me comió la boca literal y me la perforaba con su lengua de una manera tan tosca que me hacía hervir la sangre y la verga.

Me comenzó a masajear las nalgas y yo hice lo mismo, la verdad era lo que más me gustaba de él, eran mucho más grandes que las mías y se sentían muy ricas. Él se apartó un poco y se bajó en un solo moviendo el short con todo y bóxer, fue entonces cuando pude ver semejante monumento que tenía entre las piernas. Era color de un café muy obscuro, parecía de chocolate, muy grande y gruesa y le brotaban una venas que parecían que explotarían. No tarde mucho en incarme ante semejante maravilla y poder apreciarla de más cerca.

A aquella verga firme y tan recta (porque no tenía el chanfle que la mayoría de los hombres tenemos, si era muy derecha) que me apuntaba la cara la rodeaban una espesa mata de pelos muy obscuros y que adornaban unos no tan grandes huevos, tenían el tamaño de un par de guayabas, eran prefectos. Era perfecto todo aquello que estaba frente a mí.

Solo levanté mi mirada hacia él con una sonrisa y Memo movió su cadera un poco para sacudir aquel tronco frente mi cara. Lo que me dió pasó a tomarlo con mis manos como si agarrara un micrófono y comencé dando pequeños besitos en la cabecita, luego en el resto del tronco y un poco en las pelotas que caían de aquel mástil. Aprovechando para olfatear también un poco la frondosa mata de pelos que adornada el bat de aquel beisbolista.

He aquí cuando comencé mi faena, metiéndome un poco el glande a mi boca y rodeándolo con mi lengua, sintiendo ya aquí el sabor de precum que emanaba aquel gran rabo. Luego intentaba meter cada vez más hasta dar arcadas, pero poco a poco mi garganta se iba acostumbrando cada vez más al fondo. Hubo un límite en el que ya no pude meter más, realmente era un pito muy grande y no me cabía todo hasta el fondo, o tal vez en ese tiempo no tenía tanta experiencia comiendo rabo. Pero seguí degustando tanto como pude de aquella verga que me daba un sabor muy especial.

Luego de un rato de estarle mamamando el bat a Memo. Él me tomó de la barbilla para que me pusiera de pie y comenzó a comerme la boca nuevamente, fue bajando lentamente por mi cuello y fue entonces cuando me quitó la sudadera que llevaba puesta, no traía playera así es que quedó mi torso descubierto. Tengo que decir que en ese tiempo yo tenía un cuerpo muy tonificado por todo el ejercicio que hacía y los entrenamientos, aunque era algo delgado a comparación de ahora. Pero bueno, Memo siguió bajando lentamente hasta mi pecho y comenzó a lamer uno de mis pezones, que ¡oh, sorpresa! Era otra cosa nueva que me estaban haciendo.

Creo que las mujeres no le toman mucha importancia a jugar con los pezones de los hombres (más bien es alreves) y pues con los otros hombres que había estado ni siquiera nos habíamos besado. Así es que estaba disfrutando tanto esa sensación que me estaba dando Memo en los pezones, pequeñas chupaditas y luego una que otra mordidita leve me hacía sentir escalofrío por todo el cuerpo.

Luego siguió bajando lamiendo mi abdomen y cada vez más abajo hasta que llegó a mi pants. Comenzó sobando mi verga ya bien tiesa sobre la tela, pasando su aliento también, lo que se sentía muy bien, pero yo estaba ancioso por preñarle la boca, así es que enseguida me saqué el fierro y se lo rebotaba por toda la cara. Pude notar su expresión de que lo estaba disfrutando.

Con mis dedos fui abriendo sus labios para darle paso a mi rabo que ya estaba deseoso de la humedad de su boca y de un solo empujón se la metí hasta el fondo, deteniéndole con una mano la nuca por unos cuantos segundos hasta que vi que ya no podia se la saqué y comenzó a hacer como que se ahogaba pero no duró mucho cuando después el solo estaba ya buscando meterse mi tronco hasta el fondo de su garganta. Yo sentía tan rico cada vez que lo hacía que no podía evitar sacar un pequeño pujidito. Pero trataba de hacer el menos ruido posible porque aunque estábamos en el baño, no estaba seguro que no se escuchara en el cuarto de a lado.

Yo sentí que Memo era todo un experto en esto de las mamadas, porque de repente hacía unos movimientos extraños con su lengua que la verdad sentía ver las estrellas. Yo ya estaba casi a punto de mi clímax total cuando se detuvo y se puso de pie de repente. Yo solo lo mire como extrañando lo que estaba haciendo. Me tomó de la cintura y me voltió hacia el lavamanos, quedando el detrás de mi. Cabe mencionar que el lavamanos estaba sobre una barra de cemento, así es que estaba masiza.

Me hizo que subiera una rodilla sobre la barra de lavamanos, lo cual fue incómodo al principio ya que aún traía el pants y el bóxer a la altura de las rodillas. Pero al momento que comenzó a acariciar mis nalgas con sus dos manos como si fueran una masa que el estaba amoldando con tanto ímpetu, yo terminé por quitarme por completo el resto que llevaba de ropa, quedando ahora si los dos completamente desnudos.

Me incorpore a la misma posición en la que él me había puesto pero ahora ofreciéndole con más descaro mi trasero para que hiciera lo que quisiera con él. Aunque si estaba algo nervioso puesto que solo una vez me habían penetrado, y era una verga mucho más chica que la de Memo, y aún así me había dolido muchísimo al principio. Pero estaba demasiado exitado como para detener aquello que estaba pasando.

Memo no dejaba de acariciar mi trasero y comenzaba a escupirse los dedos para frotar poco a poco la entrada de mi culo, lo que me estaba poniendo muy cachondo. Me dijo «sabes que desde que te conocí, lo primero que te vi fue el culo tan rico que tienes», a lo que yo respondí «¿te gusta?» moviéndole el culo para que pudiera apreciarlo mejor. «Me encanta que esté tan bien formadito y firme» me dijo humedeciendo cada vez más mi agujero con su saliba y comenzando a meter un dedo, por lo que fue inevitable no soltar un pequeño pujido. Tenía los dedos muy grandes y gruesos, pero poco a poco se iba haciendo espacio dentro de mi. El dolor que sentí al inicio que introdujo su dedo, fue disminuyendo y se fue convirtiendo en una sensación placentera. Aparte que cada vez que sacaba el dedo lo volvía a llenar de saliba antes de meterlo nuevamente.

«Te quiero coger» me dijo acercándose a mi cuello para darme algunos pequeños besos. Me pregunto que si tenía condón a lo que al momento ubiqué mi mochila que estaba presisamente dentro del baño. Ahí tenía algunos condones, y no solo eso, sino hasta un aceite que utilizaba para masajear las plantas de mis pies después de cada competencia, y que serviría perfectamente como lubricante para aguantar semejante pedazo de carne dentro de mi.

En cuanto le mostré el aceite no pudo evitar una pequeña carcajada le di el condón y enseguida se lo puso y agarró bastante lubricante para exparcirlo por toda su verga y el resto me lo empezó a poner en el culo. Metiéndome el dedo, así era mucho más fácil y se sentía mejor, así es que esperaba que pasara lo mismo con tremendo bat que cargaba Memo.

Le dije «hazlo despacio porfavor» a lo que me respondió «ya sé que lo tienes muy apretadito, no te preocupes que yo te cuido». Comencé a sentir cierto cosquilleo en la panza, tal vez fueron nervios, pero a la vez sentir aquel glande que intentaba abrir mi culo me llenaba de exitación también.

Batalló un poco para meterla. Y mientras que iba entrando más y más, yo sentía como se desgarraba mi culo con cada milímetro que estaba dentro. La verdad en un principio no fue nada placentero, sino todo lo contrario, me dolía demasiado, y aunque intentaba no hacer tanto escándalo no pude silenciar mis pujidos.

Cuando ya entró completa le dije que se esperara un momento y que no se moviera aún, para que se acostumbrará mi interior. Cuando fue pasando el dolor le dije que lo hiciera despacio y comenzó a meter y sacar levemente, aumentando cada vez el ritmo. Frente a la barra había un espejo grande en el que nos alcanzabamos a ver los dos fácilmente, y creo que esa imagen me ayudó a recuperar exitación que se había perdido por el dolor de culo.

Conforme mi agujero se iba acostumbrando a todo lo estaba dentro de él, yo iba sintiendo cierto placer que comenzaba entre mis nalgas y se iba recorriendo por mis entrañas llegando hasta la cadera, mis piernas, volví a sentir ese escalofrío por toda la espalda que me hacía cerrar los ojos y disfrutar aquellas embestidas que cada vez tomaban más fuerza. Mi verga estaba otra vez que parecía que iba a explotar. Ver por el espejo la cara de gozo que tenía Memo me ponía a mil por hora, pero…

(Se escucha que tocan muy fuerte la puerta de la habitación y gritos de una mujer) «¡YA SE QUE ESTÁS AHÍ, MEMO! ¡QUIERO QUE SALGAS AHORA MISMO!»

«¡Mi novia! » dijo Memo muy sorprendido y apartándose de mi se quitó el condón, se limpió el aceite y se puso la poca ropa que traía con la que llegó (el bóxer y el short) . Y yo «¿Qué?! ¿Aquí está tu novia?!» La verdad yo me alteré no porque tuviera novia, sino porque estuviera afuera de la habitación gritando y golpeando la puerta, era una chica del equipo de fútbol que también iba con nuestra delegación, solo que yo no la conocía. También comencé a vestirme y el salió a con ella. En cuanto Memo abrió la puerta ella entró gritando «ME DIJISTE QUE NO LO VOLVERÍAS A HACER, Y NO BASTÓ MÁS QUE DEJARTE UN MOMENTO SOLO PARA VENIR A METERTE ESA CHINGADERA POR LA NARIZ OTRA VEZ».

Resulta que ella estaba así porque pensaba que su novio y yo nos estábamos drogado aquí en mi habitación, por eso estaba vuelta loca. Ni siquiera se imaginaba que Memo me estaba dando el cogidón de mi vida. Pero eso a ambos nos convenía. En cuanto yo salí del baño también me acuso a mi de ser un drogadicto y me amenazó con denunciarme con mi entrenador.

Lo único que hizo Memo fue llevarse a su novia a no se donde y no se cómo la tranquilizó pero el caso es que no nos denunció a ninguno de los dos y ellos siguieron su relación después de todo.

La historia con el bat de ese beisbolista no terminó aquí, pero si quieren que les cuente si después concluimos lo que dejamos empezado Memo y yo háganmelo saber en sus comentarios. Espero les haya gustado esta parte de mi relato y se la hayan jalado como yo cada vez que me acuerdo de esta vivencia. Hasta pronto.

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