Los hechos ocurrieron cuando contaba con unos inocentes 12 años, era yo un chico de pelo morocho y lacio, de delicadas facciones, corte de pelo tipo principito, como resultado de practicar deportes (vóley y natación) tenía una piernas bien formadas y una colita carnosa y parada, muy femenina por lo que luego me comentaron, era tímido y un poco retraído. Mis padres eran divorciados, por lo cual alternaba mis vacaciones.
Ese año mi madre decidió alquilar junto con una prima, mi tía, en un complejo de apartamentos en el balneario de Punta del Este. Mi tía también divorciada trajo consigo a mi primo, Juan de 14 años, castaño, alto y atlético. Fue así que los cuatro nos instalamos en el apartamento, mi madre y tía tenían sus habitaciones, mientras con Juan compartíamos cuarto en cama marinera, él arriba y yo abajo, tal vez como preludio de lo acontecería.
Mi madre y tía eligieron el complejo pues tenía actividades para niños, dejándoles a ellas tiempo libre para disfrutar del verano como dos divorciadas, por lo cual pasábamos Juan y yo con nuestros respectivos grupos de actividades. Como Juan era el mayor se encargaba, medio a regañadientes, de estar conmigo mientras nuestras madres no se encontraban, cuando no estábamos en los grupos y ser responsable por las llaves del apartamento, como todo chico mayor no me daba mucha atención, mientras que yo trataba de captar la suya, a pesar de que cuando estábamos solo me llamaba pendejo, fue en esos momentos cuando Juan comenzó a jugar conmigo.
Luego de una semana, empezó una tarde, nuestras madres con sus amigos en la playa y nosotros en el apto esperándolas, Juan, aburrido, me comento que practicaba Judo:
J: Decime primito ¿te gustaría aprender Judo?
Yo: ¿Qué es Judo?
J: es un arte marcial, como el Karate pero diferente, ¿te gustaría que te enseñe?
Juan me estaba prestando atención y obviamente le dije que sí que me enseñará, luego de una breve clase teórica me dice:
J: vení que te hago una llave.
Me tomo de la remera, hizo un barrido y me llevo al piso, una y otra vez podía sentir el peso de su cuerpo atlético, tal vez porque nunca había peleado o por alguna razón, cuando estaba sobre mí, me quedaba quieto y mi respiración se volvía más agitada. Juan viendo mi “pasividad” intento otra llave, pero esta vez me dejo boca abajo, Juan con todo su peso sobre mí, sentía su respiración agitada en mi nunca, otra vez me quede quietito bajo su peso, pero esta vez Juan se afirmo y empezó a refregarse contra mi colita, donde comencé a sentir que algo duro, en mi inocencia no sabía lo que pasaba, pero no podía moverme y además me gustaba. Juan y “su cosa dura” continúo restregando mi colita, cada vez más fuerte, cada vez más rápido, experimente allí mi primer erección, mi pequeña pijita estaba dura, entre sus jadeos me decía:
J: Dale primito, así quédate quietito, uhhh ahhhhh, decime ¿te gusta el judo?
Yo: S-s-si …. primo m-m-me ….gusta – alcance a jadear bajo el paseo de mi primo mayor, envuelto en una nueva sensación, el placer de sentirme dominado por un macho.
J: bueno vamos a jugar al Judo más seguido ¿si?
Mi primo se levanto, y al darme vuelta pude que su short tenía un bulto marcado, no podía dejar de mirar, Juan ni lerdo ni perezoso me pregunto:
J: ¿Qué pasa primito?
Yo: Eh … no … es que tenes el short inflado –
J: Y bue es que se me paró el pito primito …. Y parece que a vos también
Allí estaba mi pito, con mi pijita parada, lleno de nuevas sensaciones y unos raspones en las rodilla por como mi primo se apoyaba fuertemente sobre mí, así termino nuestra primera clase y por suerte, dado que unos minutos después llegaron nuestras madres de la playa. Al llegar mi madre y ver los raspones, pregunto qué había pasado, y si bien en mi inocencia no tenía completa conciencia de lo acontecido, solo le dije que Juan me enseño unas llaves de judo, a lo cual mi madre nos prohibió que continuara por miedo a que me lastimara a pesar de mis quejas.
Esa noche en el cuarto, que compartíamos con Juan, susurrando en la oscuridad le dije:
Yo: No es justo que mamá no nos deje hacer judo por unos raspones
J: Mira primito, podríamos hacer judo, cuando no están, y si practicamos sobre un colchón o el sillón no te lastimaras.
Yo: Primo que buena idea, pero mamá no se tiene que enterar sino me pondrá en penitencia – de mi boca solita salieron las palabras y mi primo aprovechó para sellar una promesa de silencio:
J: OK, pero prométeme no dirás nada …. nada de nada
Yo: Claro lo prometo.
Un par de días más tarde, aprovechando que nuestras madres saldrían con sus amigos todo el día a navegar, Juan me dice de saltearnos las actividades grupales luego del almuerzo y nos fuimos al apartamento. Allí comenzamos nuestra segunda clase de judo, tiramos los colchones de nuestras camas al piso, no podía esperar por comenzar y volver a sentir aquello que había experimentado días atrás, mi primo repito las llaves, me llevó al piso, boca abajo y comenzó de nuevo a restregar su duro bulto en mi colita, pero esta vez me dijo que me quedara quieto, comenzó a bajar el mi shorcito y slip hasta mis rodillas, mientras mi colita queda al aire, se corrió su short y me dijo en un tono autoritario:
J: Ahora esta quietito, pendejo, ¿si?
Fue allí cuando sentí como algo suave, duro y caliente, se acomodaba entre mis nalguitas, y cuando sentí que “eso” se restregaba contra mi colita, un temblor recorrió mi cuerpo, ya no podía moverme, me entregaba al nuevo placer de mi primo usando mi colita para su satisfacción, cuando me tomo de las caderas y levanto mi colita me convertí su putito sumiso:
J: ¿Te gusta esto? ¿Te gusta mi pitito?
Yo: ssssssssi primo …. Me gusta tu pitito
J: No es “pitito” es una pija putito
Cuando uso esas “malas palabras” me sentí más excitado: ¿La pija?
J: si la pija putito y te va a gustar …. Y NO VAS A CONTARLE NADA A NADIE si queréis más ¿OK?
Yo: no primo a nadie, me gusta – y era verdad me encantaba sentir LA PIJA restregándose en mi colita, me encantaba estar bajo mi macho. Mi primo apretaba su pija entre mis nalguitas carnosas, masturbaban ese duro pedazo de carne y el roce con mi agujerito me llenaban de un mórbido placer, no tarde en percibir que mi primo aceleraba sus movimientos, que sus jadeos se volvían más y más fuertes:
J: si putito, ahhhhhh si putito te voy a lechear la cola AHHHHHHHHHH- …y luego de un espasmo sentí entre mis nalguitas y por sobre mi espalda chorros de un líquido espeso y caliente, mi primo me había marcado como su putita!!!
Al terminar, sacudió su verga sobre mi colita y declaró: “ Sos mi putita ahora, vas a hacer lo que papi te diga … ¿entendiste!!!?? y con mi primera voz de putita sumisa y obediente conteste: “ Si papi … s-s-s-oy … tu … p-p-putita”
Fue así que mi primo empezó a usarme ese verano y luego presentarme a su “maestro”.
1 Comentarios
Me encantan estos relatos de jovencitos me excita al mil
ResponderBorrar