Las contracturas del teletrabajo


El confinamiento no nos pillo de improviso en casa, mi mujer trabaja para la administraciĆ³n, y tuvo la posibilidad de coger a los niƱos y antes de que se cerrase Madrid a mediados de marzo, se fue con ellos a la casa de su padre en LeĆ³n, yo trabajo en una pequeƱa startup de comunicaciĆ³n, y me tuve que quedar en Madrid, asĆ­ que hemos pasado muchas semanas separados, hablando, eso sĆ­, a diario por videoconferencia con ella y con los niƱos.

Yo, solo en casa me he centrado tanto en el teletrabajo, muchas horas ya que hemos tenido mucho curro, como en hacer t un par de horas de ejercicio, siguiendo distintas pĆ”ginas de entrenadores a travĆ©s de sus redes sociales y darme algĆŗn autorelax de vez en cuando.

Tengo 45 aƱos, desde adolescente he sido siempre muy deportista, y aunque luzco el pelo con muchas canas, lo llevo rapado al estilo militar, sigo teniendo un cuerpo bastante definido, igual con un par de kilos de mƔs, pero sigo manteniendo un buen tono muscular y la costumbre de entrenar a diario.

A pesar de todo, las horas de ordenador pasaron factura y terminĆ© con un importante dolor de cuello y espalda. HablĆ”ndolo con mi mujer me comentĆ³ que para quitarme las contracturas llamara a la clĆ­nica de fisioterapia a la que ella va con cierta frecuencia, mi mujer es muy aficionada a los masajes, a mi me gustan, pero como nunca encuentro tiempo, hace aƱos que no me daba ninguno.

LlamĆ© y hablĆ© con la dueƱa, una chica que segĆŗn mi mujer tiene unas manos extraordinarias, para pedir una cita, a Ćŗltima hora de la tarde, para poder aprovechar el dĆ­a con el ordenador, darme le masaje, una ducha y dar por cerrado el dĆ­a. Desafortunamente, ella durante el confinamiento no trabajaba mĆ”s que en horario de maƱana, pero me dijo que David, un fisioterapeuta nuevo, podĆ­a atenderme ya que estaba cogiendo clientes justo a Ćŗltima hora. Me dio un poco de rabia que no pudiera atender ella, mi mujer me habĆ­a hablando tan bien, que ya me habĆ­a echo a la idea, pero como no me quedaba otra cerrĆ© una cita con David a las ocho de la tarde del dĆ­a siguiente.

ColguƩ el ordenador a las seis de la tarde, me hice una tabla de abdominales y pasƩ por la ducha para prepararme para el masaje, aprovechƩ para pasarme un poco la mƔquina, que ya me tocaba, a mi mujer no le gusta mucho el vello corporal y yo desde siempre me paso la mƔquina corta pelo tanto por las axilas, el pecho como por la zona de la polla y las pelotas, tengo mucho hƔbito, y cuando estoy rasurado me siento mƔs limpito, no tengo costumbre de tener mƔs pelos que los de los brazos, las piernas y la cabeza.

LleguĆ© en punto y llamĆ© al timbre, me abriĆ³ David, nos presentamos, David es un tĆ­o de 33 aƱos, delgado, y bajito, al menos en comparaciĆ³n conmigo que mido 1,83, no creo que llegue al 170, lo digo porque siempre que uno se imagina un masajista trabajĆ”ndote la espalda piensa en un tipo grande, fuerte y de manos grandes. Bueno, David no es asĆ­.

Entramos en la zona de la cabina y me hizo unas cuantas preguntas sobre mis hĆ”bitos posturales, de ejercicio, la verdad es que nos caĆ­mos bien desde el primer momento, se le notaba muy profesional, simpĆ”tico y muy implicado, por lo que yo estaba la mar de a gusto, en un momento de la charla, para hacerme unas pruebas de flexibilidad y articulares me pidiĆ³ que me quedarĆ” en calzoncillos, aquĆ­ debo decir que me fallĆ³ la previsiĆ³n, igual por la falta de costumbres de darme masajes, habĆ­a cogido los primeros de cajĆ³n, y yo que siempre uso slips, unos mĆ”s chulos que otros, justo habĆ­a cogido unos blancos paquetones, todos sabemos cuales son esos, y cuando uno calza como yo, sabe que eso son los calzoncillos de presumir.

No estaba allĆ­ para eso, nada mĆ”s lejos de mi intenciĆ³n, pero mientras me quitaba las zapatillas, la camiseta y el pantalĆ³n del chĆ”ndal que me habĆ­a puesto, estas con las cosas que se me pasaron por la cabeza. En fin, allĆ­ estaba yo, en gayumbos marcando paquete y David pidiĆ©ndome que bajara el tronco con las piernas estiradas, que subiera … que bajara… hubo un momento en que puso sus manos sobre mi espalda haciendo el recorrido de mi columna vertebral, igual fue el que llevaba dos meses sin que me tocara nadie mĆ”s que yo mismo, pero la sensaciĆ³n fue muy agradable.

Tras el anĆ”lisis inicial me dijo que iba a empezar por calentarme la espalda para intentar localizar las contracturas del cuello y trabajarlas, que posiblemente nos llevarĆ­a al menos un par de sesiones, y que me prepararse porque, por lo que habĆ­a observado, era probable que me fuera a doler un poco. Me tumbĆ© sobre la camilla boca abajo y David comenzĆ³ por echarme aceite por la espalda y comenzĆ³ el tormento, la verdad es que me habĆ­a pasado con las horas de portĆ”til y lo estaba pagando a base de bien, para ser tan pequeƱo y delgado el cabrĆ³n utilizaba el cuerpo con precisiĆ³n y vi las estrellas durante bastante rato hasta que David me dijo que pensaba que para la primera sesiĆ³n era suficiente, que habĆ­a aguantado bien, pero que para que no me fuera y no volviera mĆ”s la segunda parte del masaje iba a ser menos intensa.

Ostias, tras el mal rato que me habĆ­a hecho pasar esta segunda parte empezĆ³ mucho mejor, empezĆ³ tambiĆ©n por la espalda, pero segĆŗn me dijo era mĆ”s como un drenaje linfĆ”tico, pasaba sus manos con presiĆ³n por toda la espalda, haciendo movimientos de largo recorrido…. Cuando llegĆ³ a los glĆŗteos me dijo si querĆ­a que los masajeara, le dije que sĆ­ y David, empezĆ³ a subirme el lateral del slip por la cacha del culo, le dije que nunca me habĆ­a gustado que me pusieran el slip tipo tanga cuando me daban masajes, y que disculpara, pero que si iba a hacerlo asĆ­ preferirĆ­a que pasara directamente a las piernas. Para mi sorpresa me dijo que no tenia problemas si yo no era pudoroso podĆ­a quitĆ”rmelos, que el al terminar y para cuando me diera la vuelta me pondrĆ­a una toalla. AsĆ­ que lo hice.

La verdad es que estar en bolas recibiendo un masaje relajante es la hostia te lo dĆ© quien te lo dĆ©, se esta la mar de agustito. Lo sorprendente llego casi inmediatamente, cuando note, no sĆ© si intencionadamente o no, que David empezĆ³ a acercarse mucho. Vamos que notaba como de vez en cuando asĆ­, rozaba con el paquete. No dije nada y me concentrĆ© en el masaje, entendedme, yo estaba en otras y tampoco es que estuviera notando su rabo empalmado contra mi cuerpo, solo algĆŗn que otro roce.

Al rato de estar asĆ­, me dijo que me diera la vuelta, el cogiĆ³ una pequeƱa toalla y la dejo elevada con sus manos mientras me daba la vuelta a la altura de mi pelvis. Cuando me coloquĆ© boca arriba la dejo caer y la recolocĆ³ con las manos para dejarla justo al ras del nacimiento del vello del pubis, yo como he dicho antes, habĆ­a venido rasurado asĆ­ que David ajustĆ³ mucho la toalla, “”la mini toalla debo decir”, al hacerlo rozĆ³ mi rabo, que no es que estuviera excitado, pero que como consecuencia de haber estado desnudo boca abajo y a consecuencia del roce de la camilla estaba en ese modo pre morcillĆ³n de cuando estamos a gusto, aquĆ­ fue cuando sentĆ­ un segundo calambrazo, como cuando estuvo tocĆ”ndome la espalda al principio.

            Boca arriba, como boca abajo empezĆ³ con movimientos largos, con presiĆ³n, del cuello al pecho, del pecho al abdomen, en cada movimiento sus manos rozaban el borde de la toalla, y esto movĆ­a mi rabo en cada vaivĆ©n…yo empecĆ© a ponerme un poco nervioso, primero porque la cosa sin saber como me estaba gustando, tanto el vaivĆ©n como el constante roce, cada vez mĆ”s evidente del paquete de David.

            AllĆ­ estaba yo….ahora con los pezones endurecidos, respirando e intentando pensar en otra cosa mientras David continuaba el ir y venir de sus manos por mi pecho y abdomen. La cosa empezĆ³ a ponerse peor cuando David paso a las piernas, sus manos iban de mis pantorillas a mis muslos y en cada movimiento subĆ­an mĆ”s cerca de mis pelotas, hasta que, en un momento dado, sus manos se centraron en mis muslos y bajo la pequeƱa toalla sus manos rozaban mis pelotas en cada movimiento. Fue allĆ­ donde perdĆ­ el control de mi cuerpo, mi polla se puso a mil, dura de cero a cien, calzo un buen rabo, asĆ­ que la mini toalla no pudo aguantar la empalmada y por el borde superior apareciĆ³ el capullo y medio rabo.

Yo me quedƩ callado, como si nada estuviera sucediendo, David no dijo tampoco nada, pero por los roces de su paquete era evidente que mi empalme le habƭa resultado contagioso.

David retirĆ³ la toalla y siguiĆ³ con su masaje, esta vez guiando sus manos de mis pies a mi cuello, pero ahora, no rozando sino tocando mis pelotas y mi rabo de forma evidente en cada pasada. Yo ya estaba a mil, la situaciĆ³n era totalmente nueva, pero hacia dos meses largos que nadie me tocaba, y allĆ­ estaba mi nuevo masajista jugando ando a pasar sus manos por todo mi cuerpo haciĆ©ndome arder de deseo.

En un momento se quedĆ³ parado, y me pregunto si todo estaba bien, balbucee un “sĆ­” (…)y me preguntĆ³ si me apetecĆ­a terminar, y fue cuando volvĆ­ a balbucear otro “si” (…), sin saber cual era la intenciĆ³n de su pregunta…

Pues bien, lo supe enseguida, cuando David cogiĆ³ el tronco de mi polla con una de sus manos y se metiĆ³ media polla en la boca…

La hostia, como comĆ­a rabo, con lo pequeƱo que era no daba crĆ©dito, se hundĆ­a toda mi polla en la boca hasta la garganta, notaba el roce de su barbilla en mi vello pĆŗbico depilado, despuĆ©s se la saco y comenzĆ³ a devorarme el tronco de la polla como si fuera una mazorca de maĆ­z, dando pequeƱos mordiscos desde y llegando a mi capullo y haciendo cosas con la lengua que no habĆ­a sentido en mi vida, yo estaba como en un sueƱo, disfrutando una mamada de campeonato. HabĆ­a tenido los ojos cerrados y el climax me llego cuando abrĆ­ los ojos y vi como David se masturbaba a lo bestia mientras su boca se dedicaba a mi polla como si fuera el fin del mundo. El gusto, la cara de vicio, hizo que me corriera de forma salvaje, la lefa le lleno la cara a David que me miraba aĆŗn con los lavaos enrojecidos y con media sonrisa….

Pasaron como dos o tres minutos en los que yo recuperĆ© la respiraciĆ³n y notaba como David utilizaba la toalla con la que me habĆ­a cubierto para quitarme tanto los restos de aceite de mi cuerpo como la leche que yo le habĆ­a vertido sobre la cara.

Avergonzado por fin me sentĆ© sobre la camilla y David me dijo, “¿todo bien?”. Yo le dije….. ¡ha sido espectacular!, y el sin ninguna otra referencia dijo, “si es una contractura grande, muy grande, habrĆ” que tratarla cada semana” (…)

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