Pude someter a mi hermano, el macho luchador 🔥
Siempre he tenido una admiración muy grande por mi hermano, desde que tengo memoria habÃa representado un sueño lujurioso poder poseerlo, mis deseos eran tan grandes que no los puedo describir. Mi hermano siempre habÃa sido varonil, fuerte, rudo, salvaje. Desde niños me habÃa ayudado a defenderme en la escuela de los que me molestaban. HabÃa tenido cuantas novias habÃa querido y es que nos llevamos casi 8 años de diferencia.
En mi adolescencia, mi hermano poseÃa un cuerpo que lo enorgullecÃa, yo con 11 años y él con 19, yo lo admiraba cada vez más, cada vez que iba descubriendo mi sexualidad. Pues a su corta edad, tenÃa un pecho frondoso, unas piernas deliciosas, unas nalgas respingadas, paraditas, redonditas y un abdomen de infarto, producto del arduo ejercicio que mis papas lo ponÃan a hacer en sus entrenamientos.
Y es que, mientras que él habÃa sido todo un atleta varonil, musculoso. Yo era el hijo enfermizo, delgadito y consentido por mi mamá. HabÃa preferido quedarme en casa y dedicarme más tiempo a mis estudios. A mi hermano no le iba tan mal en la escuela, es inteligente pero su secreto es que amenazaba con golpes a los nerds, por lo que ellos terminaban haciéndoles las tareas.
Los años pasaron y él, lejos de empeorarse se habÃa puesto mejor. Era muy masculino, muy viril, desde niño, su cuerpo altamente desarrollado para su edad habÃa sido objeto de mis más profundas fantasÃas, tenÃa un cuerpo que me excitaba cuando yo atravesando la adolescencia, deseando consumir ese placer, deseando poseerlo noche a noche en mis pensamientos.
En cuanto a sus rutinas de ejercicio es súper disciplinado lo que lo ha hecho merecedor de un cuerpo de dios griego maduro, un cuerpo que siempre he deseado sentir entre mis manos. Siempre le habÃan llamado la atención los deportes, es por eso que su carrera profesional se habÃa convertido en un luchador profesional y ya hasta participaba en la televisión enfrentándose a otros con más experiencia. Todo esto hacÃa que mis ganas de someterlo fueran más grande cada dÃa que pasa.
En la oscuridad de la medianoche, en mi habitación, me imaginaba a mi poseyendo a mi hermano, haciéndole las barbaridades mas salvajes y morbosas que a mi se me ocurrÃan. Imaginaba a mi hermano a mi merced, sin que pudiera hacer mucho para defenderse. Esto me ponÃa la verga a mi y me hacÃa arrojar tremendas cantidades de leche.
En la casa, lo observaba sin que él se diera cuenta, o al menos, eso pretendÃa yo. Mis miradas discretas recorrÃan cada cm de su varonil y desarrollado cuerpo. Mi hermano habÃa crecido a una altura fenomenal, perfecta para sus facciones masculinas, cara cuadra con una mandÃbula pronunciada, Ojos pequeños pero profundos, con una mirada que derrite. Las cejas pobladas pero delgadas y esos labios que si bien eran finos, parecÃan estar esculpidos por cupido. Nunca me habÃa cachado observando su bulto cuando se dormÃa en el sillón o cuando se salÃa de bañar, mostrando su torso desnudo en toda la casa.
Les pedà a mis papas irme a estudiar a la ciudad donde estaba viviendo mi hermano, ya me faltaba solo un año para terminar la prepa, ya con 18 años de edad, mientras que él tenÃa 26 añotes. Y con el pretexto de que querÃa conocer bien la universidad, hacer algunos amigos antes, les pedà que me mandaran a vivir con él. Mi hermano, aunque no querÃa que eso pasara, tenÃa que aceptar la idea pues mis papas aun le ayudaban a cubrir la renta de la casa en donde estaba viviendo, en lo que él se forjaba su propio ingreso y podÃa pagarse una casa solo.
Mis papas no saben nada de mi orientación sexual porque somos de una familia bastante católica donde algo asÃ, terminarÃa en lágrimas y un completo escándalo. Es por eso que me querÃa ahorrar la necesidad del drama y solamente vivir como yo quisiera sin contárselo a ellos. Ya habÃa tenido encuentros con hombres de manera muy discreta, amigos de la escuela, contactos que habÃa conocido en una App, y uno que otro desconocido.
Mi hermano quizás, era el único que conocÃa de mi orientación, pues varias veces en nuestra ciudad, en un parque o en la plaza, me habÃa visto con algunos chicos en situaciones no muy fáciles de explicar, lo que también habÃa ocasionado que se distanciara un poco de mi. También habÃa visto en mi celular, fondos de pantalla de hombres guapos casi sin ropa, o mis vÃdeos porno en la computadora de homosexuales teniendo sexo. Nunca le habÃa dicho nada ni él me habÃa preguntado algo pero creo que sospechaba.
Mis papas por fin me mandaron a vivir con el casi a regañadientes de su parte, Me habÃa instalado rápidamente y deseoso de poder observar su cuerpo todos los dÃas, habÃa decidido meterme al gym donde él entrenaba.
Todo aquello me parecÃa un sueño, estaba viviendo con el hombre de mis sueños, lo veÃa pasear con poca ropa y presumir sin reproche su cuerpo, porque eso si, era tan vanidoso con sus músculos que no le importaba que deseara tocarlos, él posaba para mi, paseándose por la casa con la toalla en la cintura cuando terminaba de bañarse o en apretados bóxer casi al anochecer. Yo solo me estremecÃa de tanto espectáculo visual cada vez que esto pasaba. Mi hermano lo notaba pero se hacia el loco y solo se dedicaba a resumirme, pues varias veces habÃa posado para mi sin pedÃrselo, ya sabes, me mostraba lo grande que estaban sus bÃceps o lo musculosa que tenÃa las piernas, ya sea en la casa o en el gym.
Una tarde, no habÃamos podido ir al gym por una terrible tormenta que azotaba nuestra ciudad, por lo que nos habÃamos puesto a entrenar en la sala de la casa, haciendo a un lado todos los muebles y sacando algunas pesas que él tenÃa. Como él sabÃa de rutinas, alimentación y esas cosas, él era mi entrenador personal, asà que me habÃa dicho que cosas y como hacerlas esa tarde. La verdad es que en mis pensamientos estaban en sus músculos, estaba en observar esas flexiones exquisitas que hacÃa, como se contraÃa cada uno de ellos y como poco a poco se iba hinchando de todos lados. Me encantaba poder morbosearlo en sus entalladas prendas que revelaban su masculinidad y su rico trasero sin tener que cuidarme de otras miradas o sin sentir celos si alguna chica lo saludaba.
Mis ojos se querÃan salir de su ligar, aunado con lo húmeda que estaba mi boca de tanta saliva de tanto antojo por querer comerme lo que se me mis ojos estaban observando.
En una rutina de sentadillas, le pedà a mi hermano que me ayudara con el peso, colocándose detrás de mi para sostener la barra improvisada que habÃamos montado. Cuando el ejercicio empezó, mis glúteos se hicieron lo mas atrás que pudieron, alcanzando a rozar en varias ocasiones su masculinidad, lo cual, hizo que mi hermano se pusiera nervioso y enojado al saber lo que su hermanito pretendÃa hacer, suspendiendo el ejercicio con un fuerte regaño, dejándome solo para hacerlo.
Mi hermano se empezó a poner más incómodo al notar que también veÃa su cuerpo al hacer las sentadillas de una forma morbosa, al grado de pedirme que, por favor, me fuese a entrenar a otro lugar o dejara de verlo de esa forma la cual, no era la correcta.
Yo le pedà disculpas y eso termino en una plática donde yo aceptaba por primera vez mis preferencias ante él. Me dijo que me respetaba, que no podÃa hacer nada para cambiarme pero que yo también tenÃa que poner de mi parte. Asenté con la cabeza y con algunas lágrimas en los ojos. Él me dijo que estaba bien, que no pasaba nada, que al final de cuentas yo era su hermano menor y él me debÃa de proteger.
Los dÃas pasaron y mi hermano habÃa cambiado para mal su comportamiento conmigo, era más cortante y estaba más distante y los espectáculos con la toalla se habÃan interrumpido. Fue tan incómodo todo que le habÃa pedido que me explicase el porqué de su comportamiento, al grado de recibir ofensas y humillaciones de su parte por no aceptar que tenÃa un hermano homosexual, que le daba pena con sus amigos y sobre todo con sus amigas, pues que iban a decir ellas si se enteraran que estaba viviendo con un hombre que le gustaban otros hombres.
Disculpen a mi hermano, es solo que tenÃa bien implantados los pensamientos machistas y misóginos que mis papas se habÃan encargado de enseñarnos. Si bien es cierto que esto me causaba una tristeza enorme, dentro de mis fantasÃa se llenaba de más placer, pues poseer a un macho viril, varonil, que jamás habÃa estado con otro hombre, o en su defecto, se imaginaria estar con uno, aumentaba mi libido hasta el cielo, imaginando lo glorioso que serÃa ser el primer hombre en poseerlo.
Un fin de semana habÃamos ido a visitar a nuestros papas a nuestra pequeña ciudad. En el autobús mi hermano no aguanto el sueño y se durmió sin más. Esa fue la primera vez que pude tocar su masculinidad, la tenÃa ahà sin reproche, sola e indefensa. Su bulto se veÃa sabroso a través de sus entallados jeans, descansando entre sus musculosas piernas. Afortunadamente, los asientos de aun lado y de atrás iban vacÃos por lo que nada me impidió que acariciara ese objeto de mi deseo. Estuve asà un rato hasta que mi hermano se movió en un bache que callo el autobús. Me llene de miedo y me dedique solo a contemplar su hermoso cuerpo indefenso, imaginando cada vez más lo rico que serÃa poseerlo, teniendo un leve aroma entre mis manos.
Pasaron los dÃas y yo viviendo con él no podÃa esperar el momento para atacar, para seducirlo y para que fuera mÃo, solo mÃo y no tener que compartirlo con las zorras con las que tenÃa relaciones. Por lo que empecé a tramar un oscuro plan en donde mi hermano se entregarÃa sin ningún problema a mi.
Mi plan comenzaba con unas pastillas para conciliar el sueño que tanto trabajo me costó obtener, de esas que venden con receta médica. Al fin, cuando las tuve en mis manos tenÃa que disolverlas en la proteÃna que mi hermano consumÃa después de sus entrenamientos en el gym. Si algo que harÃa que mi hermano fuese una vÃctima seria su complejo de superioridad, por lo que le invente que unos chicos de mi Uni me estaban molestando y que necesitaba ayuda con algunas llaves de lucha libre para poder defenderme, que él era el único que podrÃa ayudarme porque era muy bueno con eso. Bingo, habÃa acertado en dos de sus puntos débiles, en la sobreprotección como hermano mayor y en alabarlo en su disciplina.
Mi hermano calló redondito donde yo querÃa, aceptando entrenarme con nuevas llaves pero eso si, recalcando muy tajantemente que no querÃa mariconadas de mi parte, que si harÃamos eso serÃa como dos hombres peleando, nada de manos largas o roces inesperados. El regaño habÃa conseguido humillarme un poco pero todo tendrÃa sentido cuando tuviese mi verga adentro de ese virginal culo redondo y musculoso.
Para seguir metiéndolo mas en mis pervertido plan, le dije que si entrenarÃamos mientras todos nos veÃan, que si no se sentirÃa incómodo con eso, pues muchos en el gym sabÃan que yo era gay y como que luchar conmigo no se verÃa tan bien, aun siendo su hermano, incluso, que quizás esas chicas a las que pretendÃan lo interpretarÃan mal. Esto hizo que cambiara repentinamente su varonil rostro a uno de angustia y preocupación, o una mezcla de ambos, afirmando que yo tenÃa razón. Le dije que era una lástima que el dueño del gym no nos lo prestará después de cerrar. Cosa que a mi hermano le pareció bastante bien, diciéndome lo inteligente que era y que le pedirÃa las llaves al dueño, ya que se llevaba bastante bien con mi hermano.
Todo eso habÃa pasado un miércoles, las pastillas habÃan venido el lunes y me lleve dos dÃas planeando la excusa perfecta, no es fácil. En lo que pasaban los dÃas, triture dos pastillas y las aguarde en una bolsa, asegurándome que nadie la pudiese encontrar. El jueves pasó muy lento, el viernes aún más y mis ganas y mi calentura no bajaban, aumentaban aún más por el estrés y el placer de tener a mi presa a mi merced y saber si mi plan funcionarÃa a la perfección. HabÃamos dicho con mi hermano que el dÃa sábado serÃa perfecto para pedirle el gym pues era el dÃa que cerraba temprano y que menos gente habÃa.
El viernes en la noche mi hermano tocó a mi habitación, abriendo la puerta y recibiéndolo con una tremenda excitación ocasionada por su culpa, por estar en mis pensamientos. Él la noto y me pidió que me tapara. Le pegunté a que venÃa mientras me daba la vuelta para ocultar mis sentimientos hacia él. Él solo comento que el dueño le habÃa dado luz verde para prestarnos el gym, por lo que a la mañana siguiente nos irÃamos como a la 1:00 pm, ya que siempre los sábados entrenábamos temprano. No oculte mi cara de felicidad, todo marchaba de acuerdo al plan. Le dije que estaba bien, que no me despertarÃa temprano pero que estarÃa listo a esa hora. La hora de que te sometas a la voluntad de tu hermano se acerca, fue lo que pensé en ese momento, cerrando mi hermano la puerta de un solo aventón, dejándome inmerso en mis fantasÃas.
Mi verga estaba asà de excitada porque no me habÃa masturbado en varios dÃas, porque querÃa tener leche de sobra para el sábado y embarazar a mi hermano cuantas veces yo quisiera. En la noche casi no pude dormir imaginando y con una fuerza de voluntad increÃble por no deslecharme.
A la mañana siguiente, lo primero en meter en mi maleta del gym fueron las pastillas para dormir trituradas, aliste mi maleta como de costumbre. Nos fuimos a la hora indicada, el gym cerraba a las 2:00 pm. Llegamos y mi hermano habló con el dueño un par de minutos en lo que yo me cambiaba y empezaba con mi rutina habitual, procurando no poner mucho peso para tener energÃa suficiente para más tarde. El destino de mi hermano parecÃa estar marcado, pues habÃa poca gente y el dueño se habÃa retirado temprano. Al parecer, que mi hermano cerrara temprano le habÃa caÃdo como añillo al dedo.
A la hora de cerrar, a las 2:00 pm, ya no habÃa nadie, por lo que mi hermano cerró todo con llave en la parte de adelante mientras que le dije que prepararÃa su proteÃna para ir avanzando y empezar con mis lecciones particulares. HabÃa triturado una cantidad suficiente para que el musculoso cuerpo de mi hermano con sus casi 190 de altura no cayera en un sueño profundo, pero si lo suficiente como para aturdirlo, debilitarlo y confundirlo, estando a mi merced, pues querÃa que estuviera consciente cuando mis pervertidos sueños se hicieran realidad.
Aún no habÃa terminado de cerrar cuando le lleve su proteÃna con las pastillas disueltas, la cual bebió sin sentir nada extraño. Terminó y nos fuimos al área donde estaba el ring de luchas, Le dije que me esperara, que el entrenamiento me habÃa cansado bastante y que querÃa descansar unos 10 o 15 minutos. Él me dijo que estaba bien, esto solo era un pretexto para que las pastillas empezarán a funcionar.
Delante de mi y sin ningún pudor, se quitó toda su ropa, dejándolo en un apretado speedo de luchador que rebelaba todo su hermoso cuerpo. Me quedé con la boca abierta pensando que todo eso era lo que me iba a comer esa tarde, todos sus músculos se veÃan, su rica espalda ancha, sus piernas torneadas pero musculosas piernas, su cuerpo todo rico. Mi hermano me dijo que habÃa traÃdo uno para mi y que me lo pusiera, obedeciéndolo al instante.
Se habÃa subido arriba del ring, presumiendo sus músculos una y otra vez, dando vueltas en cÃrculos rodeando todo el ring y haciendo una que otra flexión como calentamiento, como cualquier macho alfa reconociendo su territorio, presumiendo que es el rey de la selva, anqué eso sÃ, un poco aturdido y lento para ser honestos; las pastillas comenzaban a hacer su trabajo.
Sin que él sospechara nada me subà al ring con toda la energÃa del mundo, dispuesto a poseer al objeto de mis fantasÃas. Mi hermano me aclaro que aquello era sin mariconadas, que me iba a enseñar a luchar pero que en el primer intento de algo extraño me golpearÃa de verdad. Le dije que estaba bien, que era un reto y que no se fuera a enojar si yo lo golpeaba duro también, bromeando que él ya estaba acostumbrado a recibir esos putazos de otros y que no se fuera a enojar si se me pasaba la mano un poco, pero él era el de la experiencia y yo tenÃa que practicar. Se veÃa cansado y algo torpe pero como que no se daba cuenta.
Comenzamos el entrenamiento con una llave que me hizo doblar las manos, lo cual me ocasiono un fuerte dolor, desahogándolo en un grito que se escuchó por todos lados. Cabe señalar que las paredes eran herméticas y que cuando estuviera penetrando el culo de mi hermano, si este se ponÃa pendejo a poner ayuda, nadie lo iba a escuchar. Esta llave me habÃa enojado un poco, empezando mis ganas de darle unos buenos madrazos. Él se burló de mi, diciéndome que no pensaba que me fuera a rendir tan rápido, liberándome y dejándome descansar un poco, en lo que él seguÃa con sus flexiones, como todo un profesional.
La siguiente llave llegó, debÃamos repasar como movimientos básicos según él antes de entrar en la estrategia para pelear. Esta consistÃa en levantar las manos, y cuando él me estaba dando las instrucciones, no espere más y le solté una patada directa a su masculinidad, lo cual, hizo que perdiera todo control de la situación, soltando un grito de dolor medio ahogado y haciéndose para atrás, cubriendo su dolor con sus manos, solamente gimiendo sin decirme nada. Terminando hincado al otro extremo del ring, y yo aprovechando este momento de debilidad para tomarlo por su espalda pensando que mi presa ya serÃa mÃa, rodeando su cuello con uno de mis brazos para asfixiarlo. Como era más grande y con más experiencia, se recuperó rápido de mi golpe, levantándome por la cintura y arrojándome a un costado. Ahà supe que mi presa no se rendirÃa tan fácil y me costarÃa más dominarlo, lo cual, era mil veces más excitante.
Aún con el dolor en sus bolas, cuando me dio la espalda tratando de recuperar mas aire, le volvà a dar otro golpe ahà mismo, lo cual lo volvió a dejar hincado y aprovechando para aventarlo al suelo, diciéndole algunos insultos como que si no era lo suficientemente hombre para aguantar mis golpes, que se sentÃa que su hermanito marica lo estuviera dominando.
Tirado, boca arriba, me subà sobre él, sentándome en su cintura, tomando las manos y llevándolas hacia arriba, uniéndolas para que no pudiera liberarse, contemplando su hermoso cuerpo y dándole a entender que él estaba sometido ante mi. En esta pose, empecé a acariciar sus hinchados bÃceps, producto del ejercicio que habÃa hecho, diciéndole que era un idiota por haberme dado la espalda, restregando mis nalgas casi en su masculinidad. Él estaba confundido, estaba torpe, me veÃa y tenÃa una mirada perdida, parecÃa derrotado. No querÃa que esto fuera tan fácil para mi, querÃa que mi presa se defendiera más. Me preguntó que estaba pasando, lo cual, omità responder, poniéndolo nuevamente de pie, propiciándole otro golpe en sus pelotas, lo cual, lo derribó una vez más.
Derrotado, empecé a aplicarle algunas llaves que habÃa visto mientras entrenaba con otros compañeros, poniéndolo nuevamente de pie y llevando sus manos hacia atrás, causándole dolor al empujarlas contra él en esta pose. Mientras todo esto pasaba, lo seguÃa insultando, diciéndole que su hermanito menor estaba dominado. Él solo gemÃa de dolor, no decÃa ni una palabra, su rostro parecÃa confundido, no entendÃa lo que estaba pasando, se preguntaba a donde se habÃan ido todas sus fuerzas. Le di un nuevo golpe en sus ya derrotados testÃculos, tirándolo al piso una vez mas.
En el suelo, empecé a acariciar sus musculosas piernas, sus musculosas nalgas, dándole un par de buenas nalgadas, diciéndole que estaba muy rico, que hermoso culo tenÃa. Poniéndolo en las poses que a mà se me ocurrÃan y causándole más dolor con algunos golpes en su espalda, pecho y abdomen. Mi presa estaba dominada y la rutina de pararlo y pegarle en sus bolas para luego tirarlo al piso y manosear de manera morbosa todos sus músculos se repitió una y otra vez, lo sometÃa cuando se caÃa a posiciones sexuales como subirle un pie mientras ponÃa mi verga sobre su culo, aun con nuestros speedos, pues esto me estaba excitando demasiado, estaba castigando a mi hermano homofóbico masculino, macho viril, y querÃa que esto durara mas y que sintiera el mayor dolor posible.
Mi hermano solo gemÃa, no reprochaba nada, no decÃa nada, su cuerpo parecÃa el de un muñeco de trapo sexual, moviéndose a mi ritmo sin poner objeción, empezando a bañarse en sudor. Sentarme en su torso me excitaba demasiado, sentir su masculinidad rozando mis nalgas era como estar en la glorÃa, pero esta vez, asà con mi hermano boca arriba, decidà cambiar de posición, subiéndome a su abdomen nuevamente, pero esta vez, acercado mis speedos a su cara, diciéndole que si él ya estaba listo. A lo que mi hermano por fin reaccionó, diciéndome que no, que me pasaba. Ahogue sus palabras poniendo mi verga aún dentro de mis speedos en su boca, haciendo movimientos como si le estuviera penetrando la boca. Mi hermano se atoraba en sus propias palabras, teniendo que lamer mi speedo e intentando zafar su cabeza de tan cruel castigo impartido por su propia sangre, diciéndole que si deseaba esta verga dentro de su culo.
QuerÃa humillarlo lo mas que pudiera, por lo que una vez más lo volvà a poner de pie. Algo habÃa cambiado en sus ojos, aunque tenÃa una mirada como perdida, habÃa una chispa de coraje en ellos, quizás por lo que le habÃa hecho allá abajo, por lo que esta vez al enfrentarme puso resistencia por primera vez, no dejando que me acercara a su cuerpo, aventándome hacÃa atrás, de una manera torpe pero contundente. Para mi fortuna, habÃa visto en innumerables ocasiones como quitarme esta llave, por lo que hice los movimientos y quede sujetando un brazo de él, llevándolo hacÃa atrás, en su espalda baja. TenÃa para mi ventaja la torpeza de mi hermano causada por mis pastillas, mi calentura que deseaba humillarlo y la agilidad de un cuerpo delgado.
Mi hermano gemÃa de dolor, pues era entendible que su brazo se llenara de dolor en esta posición. A mi no me importaba esto, me excitaba aún más. En esta pose, tome mi mano y acaricié, estando de pie, la masculinidad de mi hermano. Se sentÃa un rico trozo de carne. Lo sujete fuertemente y lo apreté una y otra vez, causándole mas dolor. Con la mano que tenÃa suelta, mi hermano intentaba quitar mi mano de ahà pero era inútil, se habÃa aferrado como si tuviese ventosas sobre sus speedos, lo cual, tenÃa mi verga al mil, chorreando sangre por todos los poros de ella. Mi hermano estaba reaccionando aunque torpemente, se defendÃa de su violador.
Nuevamente, le di un golpe en sus testÃculos lo cual lo volvió a dejar tumbado hincado gimiendo de dolor. Sobándose su verga y sus bolas dentro de sus speedos mientras a unos pasos observaba el dominio que tenÃa sobre él. Diciéndole mas burlas sobre lo que estaba pasando en ese momento, que era débil, que su hermano menor le estaba dando una paliza. Lo volvà a golpear en la espalda, en todos lados hasta tumbarlo nuevamente.
Ahora en el suelo, me decidà a lamer sus musculosas piernas, mi lengua recorrÃa cada cm de ellas mientras que mis manos también recorrÃan otros caminos de su entrepierna. Mi hermano solo se arqueaba pues no podÃa creer lo que estaba pasando, casi con lágrimas en los ojos, veÃa como su hermano lo estaba dominando y como su viril cuerpo se habÃa convertido en el objeto sexual de un pervertido. Me volvà a montar sobre mi hermano, aprisionando esta vez sus manos a sus costados contra mis piernas, dejando su hermoso y grande pectoral al alcance de mis manos, tocándolo como yo querÃa, sintiendo cada uno de sus cm de piel canela por el sol, diciéndole lo mucho que deseaba cogerme su culo apretado.
Mi hermano me preguntaba que por qué lo hacÃa, que pasaba conmigo. Yo solo respondà que esta era la fantasÃa que tenÃa desde niño, que siempre lo habÃa deseado y ahora todas esas pajas, todos esos litros de leche en su nombre se estaban convirtiendo en realidad. Comencé a besarlo en esta pose, imposibilitando moverse, en la cara y en el cuello, sintiendo el aroma a macho que tantos años me habÃa perdido. Apretaba sus bolas en la posición de vaquero, viéndolo a los ojos y controlando la situación. Tocando sus hermosas piernas una y las veces que se me antojaban. Mi hermano macho musculoso luchador estaba derrotado, a merced de su pervertido hermano menor, solamente respirando hondo para recuperar fuerzas perdidas. Mis manos pasaban cerca de su virginal culo y le daban apretones a su verga haciéndolo entender que ahora yo era el alfa.
Lo puse de pie nuevamente solo para torturarlo con la misma pose anterior, esta vez, para tumbarlo y que quedará boca abajo. Su speedo se habÃa corrido a mitad de culo, dejándome a mi alcance unas nalgas perfectas que nalguee en repetidas ocasiones. Poniéndome sobre él y frotando mi verga dentro de mi speedo aun sobre sus nalgas semi descubiertas, acariciando su espalda musculosa y escuchando lo rÃtmico de sus quejidos. Torturándolo una vez más.
Asà acostado, le di la vuelta para dejarlo boca arriba, no aguanté mas, me decidà a empezar a lamer ese speedo que guardaba un riquÃsimo trozo de carne que aún estaba flácido por los golpes ocasionados al dueño. Mis piernas abrazaron la cabeza de mi hermano para asegurarme de que no podrÃa zafarse tan fácilmente de este castigo. Metà mis manos dentro de sus speedos solo para apretar las bolas y causarle más dolor, eso me excitaba a mi demasiado. Acariciaba sus piernas, mi boca se llenaba de agua mientras observaba que tenÃa a mi macho dominado y controlado. Apretaba mis piernas que quedaban justamente entre su cuello y su nuca, ahogándolo y poniéndolo rojito por la falta de aire. Mi hermano era blanquito como yo, pero se bronceaba para hacerse morenito de fuego y quedar mas rico para sus conquistas, en este color, sus músculos restaban aún mas de su cuerpo y sus ojos azules parecÃan dos estrellas en el firmamento, enmarcados por unas gruesas pero definidas cejas negras.
Mi hermano intentaba liberar su cabeza con sus manos de mis aguerridas piernas, pero era inútil, no tenÃa la fuerza suficiente para hacerlo, y únicamente dejando de apretar cuando a mi me apeteciese. En esta misma pose, seguà besando sus musculosas piernas, sin ningún vello pues siempre se afeitaba todo el cuerpo y parecÃa que apenas lo habÃa hecho una noche anterior, pues mi lengua se deslizaba sin encontrar ningún obstáculo por esos hinchados cuádriceps. Mis manos recorrÃan a su cintura, luego bajaban a su masculinidad, apretando sus testÃculos para causarle mas dolor.
Lo levante una vez mas solo para aventarlo a una de las esquinas del cuadrilátero. Mi hermano callo sobre él, poniendo sus manos en la tercera cuerda para no desvanecerse al suelo, lo que lo dejo en una posición como sentado pero suspendido sin poner resistencia a mis morbosas manos que recorrÃan todo su cuerpo. Mi boca ahora buscaba sus pectorales y bajaban por su abdomen, dejando mis besos en ese recorrido. SeguÃa manoseándolo y alternando con unos besos, hasta que de nuevo, volvà a golpear en su masculinidad. Lo lleve al centro del cuadrilátero de nuevo para golpearlo en la espalda. Este show era lo que habÃa deseado por años y querÃa que durara eternamente. Mi hermano debÃa entender que de ahora en adelante yo serÃa su dueño. La tortura siguió, golpeándolo en sus bolas, tocándolo de manera morbosa, sentándome sobre el para restregarle en su cara mi speedo que aprisionaba mi verga. Nalgueando y manoseando su hermoso culo como a mi me apeteciera. Sometiendo a este macho alfa en su habitad natural, sobre un ring de lucha libre.
Hasta ahora, mi hermano no habÃa puesto mucha resistencia para defenderse, solo movimientos torpes que pretendÃan quitar mis manos de todo su cuerpo. Yo ya viéndolo vencido, intente meterle un dedo en su culo, lo cual, le dio un golpe de adrenalina que hizo que se intentara zafar de mi, lo que logro que se parará y me tomará por sorpresa de los brazos para llevarlos a la espalda mientras me encontraba de pie, aplicándome la misma llave con la que yo lo estaba torturando.
Mi hermano habÃa recuperado su fuerza, aplicándome los mismos castigos que yo le habÃa puesto sin poder hacer mucho para defenderme. ¿Qué habÃa pasado?, ¿de dónde habÃa salido su fuerza?, Me golpeaba una y otra vez en las mismas poses con las que yo lo habÃa torturado. Su mirada era de enojo, de revelación, mi presa habÃa podido escapar y castigaba a quien lo habÃa capturado. Mi hermano me habÃa puesto sus speedos en mi cara, también ahogándome con su masculinidad y aunque siempre habÃa deseado eso, el hecho de que me estuviera dominando era denigrante para mi, yo querÃa ser quien lo dominaba, quien lo castigaba, no que fuera él dándome la paliza que siempre me habÃa dado.
Me estaba golpeando a su antojo también, con su mirada llena de furia y su rostro varonil mas que enojado conmigo. Él notaba que aquello no me gustaba para nada, por lo que su venganza era mas placentera para él. Estaba agotado de tantos golpes que me estaba dando, mi hermano era un luchador profesional y sabÃa que armas utilizar para causarme dolor. La fuera de mi hermano era increÃble, me tomaba como un muñeco asà como él habÃa estado hace unos momentos. Mi cuerpo no me respondÃa, me encontraba aturdido de tantos golpes.
Mi hermano me acostó pa tura apretarme mis destituirlos asà como yo lo habÃa hecho con él. Tomo mis speedos y me los quito, dejando indefensa mi verga y a su merced. Él me tomo las bolas y me las apretó con toda su fuerza. Esto hizo que me debilitará aún mas, pero también que me diera muchÃsimo mas coraje al ver a mi presa encaminándome, por lo que en un golpe de coraje, con todas mis fuerzas y ganas de violarlo, de poseerlo, de hacerlo mÃo, no iba a dejar que lo que tanto tiempo habÃa esperado, ahora lo dejarÃa ir de mis manos. Si bien es cierto que ahora mi hermano tenÃa el control, aún estaba el efecto de las pastillas en su cuerpo, con sus movimientos torpes y lentos.
Por lo que en un ataque mientras me tenÃa agarrado de las bolas, sentado sobre mi tal cual yo lo habÃa hecho, levante mis piernas para golpearlo en su espalda, apretándolo lo mas que pude, con todas mis fuerzas. Cuando él intentaba liberarse de mi, lo tome nuevamente por su masculinidad y lo apreté también con mucho coraje. Haciendo que perdiera todo el control que hasta ahora habÃa tenido, dejándolo teniendo en el piso boca arriba, momento de confusión que aproveche para volver a tomar el control de mi presa. El golpe habÃa aturdido a mi hermano, sobándose las bolas y dejándolo indefenso a un nuevo ataque por mi parte.
Me abalancé sobre él, montando a mi macho, como ya no tenÃa mis speedos, aproveche esto para volverlo a humillarlo, me senté casi sobre su cara, poniéndole mi verga sobre ella y esta vez, frotándosela directamente sobre su rostro, nuevamente haciendo movimientos como si me lo cogiera por la boca. Mi hermano estaba desesperado, tomaba mis piernas con fuerza para intentar liberarse pero eso no era suficiente, mis ganas de poseerlo lo superaban esta vez. Me volvà a sentarse sobre su abdomen para poder alcanzar sus testÃculos y apretarlos nuevamente, devolverle el dolor que me habÃa causado a mi hace unos momentos. Él solo respondido levantando el abdomen con sus piernas apoyadas en el suelo, como para intentar que me cayera pero no lo logro, mis manos se habÃan aferrado a esas bolas de semental y mis piernas a su belicismo torso. Él aún conservaba sus speedos y si no se los habÃa quitado era porque me excitaba verlo en ese diminuto pedazo de tela, cubriendo semejante hombresote, sufriendo de dolor en cada una de mis envestidas.
Lo levante una vez más para volverlo a golpear en los testÃculos, asegurándome que perdiera toda su fuerza. Asà paso, mi hermano callo nuevamente al piso sin fuerzas, totalmente humillado y derrotado, volviendo a subir su masculinidad con sus manos. Esta vez, callo boca abajo directamente, dejando esas musculosas nalgas a mi completo antojo. Tomé sus speedos y de un solo jalón se los baje dejándolos a media nalga, observando brevemente su hermético y virginal culo. Con otro jalón logre quitárselos de manera definitiva y es que en el primero habÃa puesto resistencia, levantando las nalgas para evitar que se salieran.
En el segundo forcejeo, mi hermano habÃa quedado boca arriba, dejando su masculinidad expuesta con su cuerpo y mente atontados. Le volvà a aplicar cada una de las llaves que le habÃa aplicado anteriormente con los speedos puestos, esta vez, sintiendo piel con piel a mi hermanito mayor. La delicia de someterlo era grandiosa, me hacÃa sentir como el macho alfa dominando a otro macho. La calentura inundaba mi cuerpo, querÃa poseerlo, ya, ya, ya. QuerÃa sentir cm a cm como su virginal culo se iba abriendo, pero al mismo tiempo, no querÃa dejar de torturarlo, de humillarlo, de hacerlo sentir inferior a mi. Su mirada de dolor mezclada con impotencia, confusión, humillación habÃan valido todos esos años de espera.
Mi hermano se encontraba boca abajo después de los golpes que le habÃa propiciado, cada vez mas atontado por el efecto de las pastillas y también por la furia con la que lo golpeaba. En esta posición sus nalgas quedaban a mi expectativa, colocándome de él y sin penetrarlo, rozando mi pene con ellas para mostrarle lo que le esperaba. Mi verga buscando su orificio para penetrarlo mientras al oÃdo le decÃa que quieran era el hombre ahora. Mi hermano se intentaba defender de su violador pero sus movimientos eran cada vez mas pesados e iba perdiendo el conocimiento poco a poco. Después de otros minutos de tortura que consistieron en un ponerlo de pie, boca abajo y boca arriba mi verga querÃa estallar por lo que, decidà aplicarle la llave final que me permitirÃa hacer lo que siempre habÃa soñado, penetrar a este Hércules heterosexual. Todos esos años de humillación, de desprecio, de alejamiento iban a quedar saldados esta tarde.
Con el boca abajo y yo casi acostado en su espalda, embonando mi pene en sus musculosas nalgas sin llegar a penetrarlo, lo tome por el cuello y apreté jalando mi brazo contra mi, encontrándole la respiración. Mi hermano forcejeaba, intentando retirar mi brazo de su cuello pero era inútil, lo tenÃa totalmente dominado. Con mi otra mano sujetaba una de las manos de mi hermano, escuchando únicamente sus apretados y ahogados gemidos, sintiendo como su cuerpo iba perdiendo mas y mas fuerza a medida que el tiempo avanzaba. Le dije que se rindiera, que su destino estaba en mis manos. Mi verga se movÃa a un ritmo constante, buscando el orificio que tantos años habÃa esperado.
De pronto, el cuerpo de mi hermano dejó de reaccionar, sus movimientos se detuvieron y sus gemidos pararon. No retire mi mano del cuello para asegurarme que ya estaba desmayado dando un par de apretones mas mientras que con la otra, levante su mano y la deje caer al suelo, comprobando que habÃa perdido la conciencia. Asegurándome de que estaba totalmente desmayado pude observar su varonil cuerpo por primera vez en esa tarde, cm a cm mis ojos recorrieron todo el cuerpo de mi hermano. Desde su musculosa espalda, bajando por su pequeña cintura, las nalgas que parecÃan un trofeo al estar ahÃ, desnudas, sin bello y totalmente indefensas, esas musculosas piernas que estaban en contacto con las mÃas y sus masculinas pantorrillas. Todo aquello era como un sueño, no podÃa creer que a mis pies tenia a este hombre sin conciencia, totalmente indefenso para hacerle lo que yo quisiera.
Mis manos parecÃan tener ventosas pues recorrÃan toda su piel de arriba abajo, centrándome en ese mangar musculoso, apretando las bolas de sus nalgas a mi antojo, recorriendo sus piernas sin ningún pudor. Acostándome sobre él para mordisquear sus oÃdos y que mi verga sintiera lo que se iba a comer y lo que se habÃa perdido todos estos años.
Mi hermano recobro la conciencia pero esta vez, él conocÃa su destino, su hermano menor lo convertirÃa en una hembra musculosa sedienta de verga, con una mirada vencida me veÃa mientras yo disfrutaba de su viril cuerpo. Dejándolo boca arriba no aguante mas y mi boca se pegó a su masculinidad, succionando en busca de mi tesoro, su leche. Succionaba con tal fuerza que habÃa hecho que mi hermano gimiera. Él solo se dejaba que su pervertido hermano se aprovechara de su vencido cuerpo, no habÃa escapatoria para él. Mis manos apretaban sus pezones con toda la fuerza que conocÃan y en algunas ocasiones lo hacÃan con ternura.
Fue el turno de que mis labios sintieran algo mas de su cuerpo y abandonaron aquella masculinidad que habÃa sido chupada por mas de 20 minutos. Subà al pecho musculoso que tantas veces habÃa visto en mi casa. Mi hermano se hacÃa para atrás en señal de que no estaba de acuerdo con lo que yo estaba haciendo, como intentando por última vez escapar de su pervertido hermano. Mi boca se fijó sobre sus pezones por un segundo para enseguida buscar por su boca, la cual estaba cerrada herméticamente. Mi lengua recorrÃa sus labios, mi hermano tenÃa en la cara una expresión de asco, no podÃa creer que estaba siendo besado por otro hombre, acción que hasta hace unas horas atrás le producÃa repulsión y lo peor era que el hombre que desvirgaba su boca era su propio hermano. Apretando sus mejillas logre que mi lengua recorriera esa cavidad que nunca habÃa sido penetrada por ninguna otra persona de su mismo sexo. QuerÃa seguirlo humillando mas y después de algunos minutos de darle los mas morbosos besos que en mi vida habÃa dado, le dije al oÃdo que era el momento de que mostrará su rendición ante mi haciéndome gemir de placer.
No comprendió al inicio lo que querÃa pero lo hice que se hincara y acerque mi verga a su boca. Me quedo viendo con unos ojos de perro moribundo implorando piedad, no podÃa ser que aquel macho 100% heterosexual ahora se viera sobajado a tremenda humillación impartida por su propia carne. Con un par de cachetadas le hice entender que era lo que deberÃa de estar haciendo y aunque al inicio no le entro toda, mi verga perforo lo mas profundo de su garganta. Mi hermano me la chupaba torpemente, sintiendo asco y queriendo vomitar en repetidas ocasiones, pero esto no importaba pues el morbo de que yo fuese quien lo estaba estrenando comenzaba su falta de habilidad en satisfacer a su macho.
No aguante mas, como la puta que era, lo tome de la cintura aventándolo a las redes del ring dejando su culo a mi merced. Sin preguntarle nada, mi verga se incrustó en su culo, lo cual hizo que mi hermano se agarrará fuertemente de las cuerdas del ring y que soltara un fuerte gemido lo cual me excito demasiado, ver a ese macho varonil convertido en un puto tragón y sumiso hizo que mi verga casi vaciara dentro de su culo toda la leche que me habÃa estado aguantando durante toda la semana. Le deje mi verga adentro para que su antes hermético culo se acostumbrara a su grosor, a ese pedazo de carne extraño invadiendo su masculinidad.
Mis entradas y sacadas de verga empezaron lentamente, haciendo que mi hermano gimiera un poco, aun agarrando las cuerdas del ring con muchÃsima fuerza y haciendo lo posible por escapar, lo cual amortice con unos buenos golpes en su espalda y unas palabras que derribaron más su ego varonil destruido. — Cálmate pendejo, cálmate puta, siente como tu hermanito te llena este rico culote que te cargas, cuantos años cabrón desee haberte hecho esto, lo querÃa desde siempre y hasta ahora se vuelve realidad, de ahora en adelante me dejaras meterte la verga cada que yo quiera—. Mi hermano no contestaba pero sus movimientos se detuvieron un poco, soltando leves sollozos, volteándome a ver con su rostro masculino y derrotado preguntándome por qué a él, por qué hacÃa todo esto.
Cuando lo vi que ya se estaba acostumbrando un poco mas al objeto extraño que tenÃa dentro de él, empezó un salvaje ir y venir, lo que hizo que mi hermano quisiera zafarse de su violador una vez mas, amenazándolo una vez mas con cachetadas y golpes en la espalda para hacerlo entender que eso era imposible, que ahora su destino era satisfacer mis mas oscuras fantasÃas. Paz, paz, paz se oÃa en toda la habitación, mezclado con un aroma varonil en el aire y con los gemidos de un atleta heterosexual vencido, el mas macho de la familia, el mas varonil del gym. Estaba cogiendo a mi hermano casi de pie, él hacÃa para delante su culo para evitar que lo penetrara. TenÃa que agarrarlo de su cintura y jalarlo hacÃa mi para que mi verga no se saliera de ese cálido, húmedo y apretado ano y cuando salÃa, sin ponerle saliva se lo volvÃa a meter con toda mi fuerza, con toda mi excitación.
Parado, de pie como me lo estaba cogiendo, mis manos le daban nalgadas, apretaban su musculoso pectoral, buscando pellizcar sus pezones o agarraban su verga que medÃa unos 23 cm, digno de un macho semental. Mientras me lo cogÃa, le decÃa cosas sucias, como que ahora era la puta de la familia, que pasarÃa si sus amigos se enteraran de que el enclenque de su hermano se lo estaba cogiendo, que dirÃan todas esas pussys con las que alguna vez cogió si supieran que su culo estaba siendo invadido por otro hombre. El rostro de decepción, de humillación, de vergüenza de mi hermano no tenÃa precio cada que me volteaba a ver.
Lo habÃa puesto en cuatro para seguirlo penetrando mientras mis manos recorrÃan sus musculosos brazos, diciéndole ofensas una y otra vez. Mi calentura era demasiada y el primer chorro de semen inundo su cavidad anal. Un grito de negación por parte de mi hermano mezclado con un grito de gozo por parte mÃa habÃa inundado la habitación. Que confusión, mientras uno de los hombres estaba gozando, otro se lamentaba de aquella situación. El segundo disparo llegó y nuevamente inundo aquella cavidad hasta ese dÃa totalmente heterosexual. Con esto marcaba mi territorio y le hacÃa saber a ese macho varonil que era totalmente mÃo. Un tercer chorro volvió a inundar su culo y cuando termine de descargarlo, retire mi verga de 17 cm que habÃa desflorado el culo de un hermoso atleta para ver como un rastro de leche colgaba sobre ella y salÃa del hermético culo de aquella vÃctima.
Con una risa burlona y de gloria limpie mi verga con mis manos, poniendo los residuos sobre aquella musculosa espalda. Tomando a mi presa de ella y arrojándolo al suelo. —¿A caso tu no pretender terminar? fue lo que le dije a mi hermano. Él me quedo viendo con cara de odio, cubriéndose el rostro con sus manos. —Dije que termines—, le ordene, dándole una patada sobre su costado en señal de que debÃa de obedecerme. —¿Que tengo que hacer?— me preguntó. —Solo tienes que jalártela hasta que termines—, le conteste.
Mi hermano, boca arriba tomo una de sus manos y comenzó a jalársela. Me acosté a un lado de él ya que lo que a mi me gustaba era ser un poco mas voyerista y veÃa como se iba jalando la verga, creciendo una vez mas a sus 23 cm. Con una mano mi hermano se tapaba de vergüenza el rostro y con la otra se la jalaba para mi. Se me antojó jalármela también y estuvimos asà por unos minutos. El primero en venirse fue mi hermano y cuando termino, toda su leche callo sobre su abdomen. Después tuve una cuarta descarga de leche que tire en el abdomen de mi hermano, mezclando su leche con la mÃa. Tomando con un dedo algo de la leche de los dos, la lleve a su boca para que lo limpiara y manchara sus varoniles labios, sellando definitivamente el destino de aquel puto musculoso. —Esto es lo que te espera de ahora en adelante a la hora que a mà se me antoje —, le señale. Dándole unas leves cachetas me cerciore de que él habÃa entendido.
Nos quedamos acostados asÃ, con nuestras vergas al aire por algunos minutos respondiéndonos de aquel primer encuentro que marcarÃa la vida de dos hermanos hasta que decidà que era momento de irnos. Me levante y le ordene a mi presa que hiciera lo mismo. Tontamente lo hizo, yéndonos a donde habÃamos dejado la maleta para vestirnos e irnos a la casa, ayudándole a ponerse su ropa y guardando aquel bote donde contenÃa aquella preparación que tanto me habÃa ayudado esa tarde. Mi hermano se quiso bañar pero le dije que no, que querÃa que mi semen estuviera en su cuerpo todo el resto de ese dÃa.
Salimos del cuarto de luchas y nos cercioráramos de que todo estaba bien. Nos dirigimos a la parte de atrás, en el estacionamiento, subiéndonos al coche y manejando yo, por su puesto, observando al pedazo de carne casi en calidad de bulto que tenÃa a mi lado, no creyendo todo lo que esa tarde habÃa pasado, observando de una forma morbosa como le entallaba toda su ropa. Prendà el coche con dirección a nuestro hogar para volverme a follar apenas llegásemos a la casa a aquel atleta masculino, musculoso que por tantos años habÃa deseado, mi hermano.
Gracias por haber leÃdo mi relato.
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