Me llamo Pedro y soy un hombre ya maduro. Soy un hombre alto, y como me gusta mucho hacer ejercicio pues estoy buenorro. Tengo el pecho y los abdominales bien marcados por el ejercicio, las piernas gordas y estoy nalgón. Además estoy bastante peludo de todos lados. Tengo una verga gruesa, y me atrevo a decir que bastante larga, es morena y de cabecita un poco púrpura. Mis huevos cuelgan todo el tiempo y me gusta compararlos con los de un toro. En fin, macho, macho.
Por lo mismo de ser un semental, ya que no niego que estoy guapillo, siempre tuve muchas mujeres a mis pies. Yo me pasaba horas y horas rompiendo virginidades de todo tipo: anales, vaginales y orales. Por lo mismo que andaba con muchas mujeres me di cuenta de que llegué a tener un hijo, que yo no conocía con una de ellas. La mujer, lamentablemente había fallecido en un accidente y por yo me tenía que hacer cargo del muchacho. Eso dio un giro en mi vida ya que me volví un hombre responsable y trabajador por el bienestar de mi hijo. A mi hijo lo lleve a mi casa cuando aún era un adolescente. Se llama Jaime y al igual que el papá salió guapo el cabroncete. Desde chico ya tenía marcas de que iba a ser varonil y un imán para las mujeres. Recuerdo que un día me lo llevé a probarse ropa y el muy descarado no tenía vergüenza de encuerarse sin necesidad de entrar al probador. Ahí me di cuenta de que tenía una espalda ancha para su edad, un pecho también ancho, pero no tan marcado como el mío. Unos bonitos pezones rosados que se le notaban paraditos casi siempre debajo de las playeras ajustadas, un caminito de pelitos negros muy finos desde el ombligo hasta el inicio de sus bóxers, unas piernas gordas y fuertes, un par de nalgas paraditas y muy grandes. Y un paquete considerablemente grande que se le marcaba por enfrente.
Tendría unos quince cuando entramos a esa tienda. Él iba a probarse una camisa y un pantalón de vestir para una boda. Como los probadores estaban todos ocupados me dijo que lo siguiera y nos fuimos atrás de un aparador. -Cuida que no venga nadie- me dijo y de inmediato se quitó la playera dejando ver su cuerpo de piel clara. Ahí también me di cuenta de que ya tenía pelitos negros en las axilas. -Te van a ver Jaime. Y nos pueden sacar de la tienda- Le dije pero él no hizo caso. Solo chasqueó la lengua y dijo -no hay pedo. Luego se bajó el pantalón que tenía dejando ver su cuerpo semidesnudo. Lo estaba cubriendo un bóxer ajustado blanco que no dejaba mucho a la imaginación. En ese tiempo yo no sentía ningún interés sexual por otro hombre, mucho menos por él. No me cabía en la cabeza la idea de un hombre enterrando su verga en el culo de otro. Me daba mucho asco la idea. Así que en esos momentos no sentí nada sexual por él. Lo que sentí fue orgullo, finalmente era mi hijo y era bien varonil y valiente. Y ver que estaba bien dotado de todos lados me llenaba de orgullo. Además de que le valiera madres que lo vieran en cueros también me daba orgullo, me hacía sentir padre de un machito.
Cuando se puso el pantalón de vestir las nalgotas se le enmarcaron bien bonito, parecía que en cualquier momento el pantalón se reventaría por la presión. En ese momento llegó uno de los encargados de la tienda. -Disculpen, no pueden cambiarse aquí, para eso están los probadores… Era un muchacho, muy afeminado. Y noté de inmediato como se le quedaba viendo al paquete de mi hijo de reojo. Jaime también se dio cuenta, yo creo, porque se rascaba los huevos por encima de la ropa, no muy disimuladamente. El encargado se puso rojo y se fue sin decirnos nada más. -Pinche joto…- Dijo Jaime y terminó de cambiarse. El día de la boda se veía muy guapo y resaltaba bastante entre los demás muchachos. De repente se me perdió de vista y fui a buscarlo. Lo encontré en un cuarto de servicio cogiéndose a una morrita más chica que él. Aún estaba vestido y solo se había bajado un poco el pantalón para poder sacar su verga. Como lo tenía de espaldas podía ver como machacaba duro y con ganas la vagina de la chica. También pude notar que no estaba usando condón. Pude haberlo detenido ahí mismo, pero no quería que pasara una vergüenza. Así que lo dejé en paz, y regresé al evento. Al cabo de un rato el regresó conmigo, como si nada hubiera pasado. Eso sí, Jaime despedía un característico olor a semen a causa de su aventura. Cuando llegamos a la casa, ya en la madrugada, él se fue a bañar y yo pensé en que tenía que llamarle la atención. Coger no estaba mal, pero a su edad, si dejaba embarazada a una mujer su vida iría a la mierda
Salió de bañarse y fue a la cocina solo con una toalla amarrada a la cintura y escurriendo agua. Sacó una botella de refresco y se la zampó. -Jaime, tenemos que hablar. -¿Qué pasó papá? -No quería decirte nada, por temor a que te enojaras. Pero no puedes ir por hay teniendo sexo con las muchachas sin protección. Él se puso rojo de pena y noté que su rostro cambió de expresión ahora se veía molesto. -¡Y tú qué vas a saber de mis cosas! -Jaime, yo también tuve tu edad, también cogía con muchas muchachas, pero siempre usaba protección, para no enfermarme, o no embarazarlas. -¿Me estabas espiando? -Ese no es el punto, hijo, el punto es que no puedes andar ahí cogiendo como si nada. Jaime se molestó conmigo, hinchó el pecho resaltando su musculatura y sus pezoncitos y se puso frente a mí. Su pecho mojado humedecía mi camisa. Obviamente estaba más chaparrito que yo, así que tenía que levantar un poco la cabeza para verme directo a la cara. -¡Tú eres un pinche pendejo que no sabe nada! ¡Es mi vida y yo hago lo que quiera con ella! Le di una cachetada fuerte y él muy enojado me gritó pendejo y se dio media vuelta para irse a encerrar a su cuarto. Pero antes de que se fuera yo lo sujeté del brazo para detenerlo. El jaloneo causó que la toalla que llevaba en la cintura se cayera, dejando al aire sus partes nobles y su culote. A Jaime le valió y a mí también, la verdad, la conversación estaba muy fuerte como para fijarnos en esos detalles y como ya había dicho, ni él ni yo somos jotos, así que ver desnudo a otro hombre no es algo que nos preocupe demasiado.
-¡No puedes hablarme así, yo soy tu padre! -¡Me vale madre quién seas pendejo, en mi vida no mandas tú! Luego me empujó con sus manos haciéndome retroceder levemente. -¡Crees que te tengo miedo!- Me dijo y extendió sus brazos a los lados en señal de reto. Yo lo agarré con fuerza y lo llevé a empellones hasta el sofá. Lo tiré en el sofá boca abajo y acto seguido le di tremendo nalgadon que la mano me ardió. Debo admitir que solo una vez en toda mi vida había dado nalgadas a mi hijo, pero la primera vez que se las di fueron unas tres, y por sobre el pantalón y nada fuerte. Esta vez de la que les estoy platicando sí me sobrepasé y le castigué como nunca. -Esto es para que aprendas a respetar a tu padre cabrón! Le gritaba mientras mi manota se estampaba en sus nalgas dejándole los dedos marcados. Jaime intentaba defenderse y escaparse del castigo, pero yo era más fuerte y de nada le sirvió luchar. -¡Ahhhh! ¡Ahhhh! ¡Ahhhh!- Gritaba mi hijo con cada nalgada. De pronto empezó a llorar y a pedirme que parara. Yo no le hice caso y cuando vi que sus nalgas habían quedado color cereza detuve el castigo. Lo levanté y lo volteé para que me viera a la cara. -¡No quiero que arruines tu vida! ¿No entiendes? Me preocupo por ti y todo lo que hago es por ti. Hice esto por que te amo. se soltó llorando y me pidió perdón por su actitud, además de que me prometió que jamás volvería tener sexo sin protección con otra mujer. Nos abrazamos y yo le di un beso en la frente.
-Ahora vete a dormir. Que ya es muy noche. Él dijo que sí con la cabeza y luego de suspirar aliviado se fue caminando a su habitación sobándose la nalga derecha con una mano. El contacto con aquella firme montaña de carne había despertado algo muy extraño en mí. El tiempo pasó y la relación entre yo y Jaime continuó bien. Lo que cambió fue que después de la tunda que le di a él ya no le daba pena alguna pasearse en bolas por la casa durante todo el día. Llegando de la escuela lo primero que hacía era sacarse la camiseta y los pantalones, hasta quedar con el miembro al aire. Y así todo el tiempo, usaba ropa solo para salir o cuando llegaban visitas. Descubrí que hacía eso porque pensaba que lavar la ropa era un trabajo para mujeres, y si no había ropa sucia pues no tenía que lavar. A mí a veces sí llegaba a incomodarme verlo en pelotas por la casa, de pronto el ver sus huevos colgando, sus pelos púbicos, y sus nalgotas me daban cierto asco, porque, como ya dije, jamás sentí nada por el cuerpo de otro hombre. Un día me lo encontré tumbado en la cama jugando con su consola, boca arriba, con las patotas dobladas abiertas, por lo que su culito peludo, sus bolas y su pene quedaban a simple vista. -Jaime, ¿no te podrías poner un calzón por lo menos? -Somos hombres, tenemos lo mismo. ¿Qué te molesta? -Que no quiero andar viendo tus huevos peludos mientras desayuno unos huevos.
-Pues entonces cierra los ojos -Me dijo y levantó un poquito la cintura para echarse un pedo. -¡Eres un cerdo! Le dije y se soltó riendo. Los días seguían pasando y mi hijo iba de mal en peor con su exhibicionismo. Algunas veces, durante las mañanas, se levantaba recién despertado y llegaba por su desayuno a la cocina. Yo no podía evitar ponerme rojo de vergüenza al ver su pene apuntando al techo con una erección matutina. La erección se le iba bajando con el tiempo pero de que lo veía empalmado lo veía empalmado. Otras veces si se pasaba de descarado, porque le daba por masturbarse en su cuarto con la puerta abierta. Las primeras veces que lo descubrí me asusté, porque escuchaba sus gemidos. Pensé que le dolía la panza o algo, así que cuando fui a ver si estaba bien me lo encontraba recostado en la cama jalándose la verga como un desquiciado. A mi ni caso me hacía. Varías veces me tocó verlo eyacular y llenarse el cuerpo desnudo de semen. Entonces me sonreía y me decía -pásame el papel. Yo se lo aventaba en la cara y le decía -eres un guarro. El se burlaba de mi cuando le decía eso y se olía la axila peluda o se sacudía la verga manchando los alrededores de semen. Mi hijo seguía de calenturiento y de tanto ver se me empezaba a antojar. El ver sus nalgotas bamboleándose cuando caminaba o su verga soltando semen, me estaba empezando a descubrir un gusto que no conocía. Un día me masturbé en la ducha pensando en él. Me imaginaba bañándolo de semen y reventándole el culito virgen.
Un día Jaime trajo a casa una novia, era una muchacha muy guapa y bien buena. No fueron pocas las veces que los descubrí cogiendo en su cuarto. Un día la muchacha se fue de la casa y Jaime bajó las escaleras hasta la cocina en donde yo estaba cenando. Jaime estaba en bolas y todo sudado por la acción. Pero lo que más me sorprendió fue ver que aún traía puesto un condón morado en la verga medio parada. En la punta del condón se notaba colgando una bolsita llena de su leche. Se quitó el condón y lo tiró a la basura, yo hice como que lo ignoraba, pero aquellas actitudes ya me causaban erecciones bestiales. -Papá invité a Karen a ir al cine mañana ¿Me prestas el auto? Me dijo y se puso muy cerca de mí. Yo seguía cenando y tenía su pene muy cerca de la cara. Lo tenía rojo por el uso. Además de que me llegaba un intenso olor a sudor adolescente. -Todavía no tienes licencia Jaime. Y no has terminado tus prácticas. -No hay pedo papá no pasa nada. Me voy con cuidado. -Ándale pues pero te encargo que te comportes. Luego de que le dije aquello puso sus manos tras la nuca e hizo el helicóptero con su verga que ya estaba dormida. Un hilito de presemen salió volando. Él se soltó riendo y yo molesto pero secretamente excitado le tiré un manotazo con la intención de darle una nalgada. No le di y él se fue corriendo a su cuarto. Mi verga estaba por explorar. En mi mano había caído una hebra de su pre y me lo llevé a la nariz para olerlo. El olor me pareció el perfume más varonil y delicioso que jamás había olido. Luego lambí lentamente el pre de mi mano, y pensé “es el semen de mi hijo y sabe bien”.
Me fui a la cama ya tarde, porque tenía unos trabajos pendientes. Cuando pasé por el cuarto de Jaime lo vi recostado boca abajo totalmente desnudo, como siempre dormía. Como no estaba tapado todo su cuerpo quedaba a simple vista. Me acerqué sin hacer ruido y me puse a ver de cerca la varonil belleza de mi hijo. Miraba sus nalgas perfectas y una erección se apoderó de mí sin que yo me lo esperara. Acerqué lentamente mi mano y la puse sobre uno de sus cachetotes. Su piel estaba lisita y tibia. Además de que sus nalgas eran grandes y musculosas. Con mi mano empecé a abrir su rajada lentamente, y fui viendo como iban apareciendo pelitos anales. Cuando le vi el agujero virgen mi verga dio un salto y me llenó de pre. Era un agujerito de hombrecito rosado, casi no se veía la entradita por lo apretado y lo chiquito, además de que estaba rodeado de pelos negros. -Este culo tiene que ser mío - Dije en mi mente y luego me fui a mi cuarto a hacerme una paja. El día siguiente todo siguió como si nada. En la noche Jaime salió con su novia y se llevó el automóvil. Cuando de pronto ya cuando él venía solo de regreso del cine me llama: -Papá, tengo que decirte algo. -¿Qué pasó Jaime? -Choqué el carro. Pues tuve que ir hasta allá en un taxi y cuando llegué me explicó lo que había pasado. Había sido culpa de el. Así que vi mi única oportunidad para poder hacer eso que deseaba desde hace mucho tiempo.
Cuando regresamos a la casa en el camino lo regañé, y le dije que era un irresponsable. Y era verdad porque se había puesto a jugar arrancones con unos amigos en la calle, por poco y me lo lleva la policía. Jaime en lugar de aceptar su error se ponía en plan de niño mimado que no quería aceptar sus responsabilidades. Volvimos a discutir bastante fuerte y al llegar a la casa no pude más y exploté. Mientras yo lo regañaba él decía palabras altisonantes y se empezaba quitar la ropa para quedarse desnudo como le gustaba. -¿Quieres comportarte como un adulto verdad? A ver si eres tan hombrecito como dices. Le dije y lo sujeté con fuerza de los brazos. Luego lo llevé hasta la encimera de la cocina y lo empiné. -Papá ¿qué haces? -Hay mucho hombrecito en ti muchacho, así que voy a tener que bajarte ese orgullo y esa soberbia que tienes. Luego le metí el dedo medio en el culo sin que él se lo esperara. No todo, porque él estaba muy muy apretado, solo le entró hasta el primer huesito del dedo -¡Ah, ah! ¡Duele, sácalo! -¿No que eras muy hombre? No puedes aguantar un dedo en tu culo. Y se lo metí más profundo haciéndolo gritar. Llegó hasta la mitad con mucha dificultad. Sus paredes anales eran un hervidero y estaban apretando mucho mi dedo. No lo había podido meter completo por lo apretado de su interior. Su culo intentaba empujar mi dedo hacía afuera, lo sentía en las contracciones internas.
-Te voy a sacar lo machito para que aprendas a respetar cabrón. -¡Perdón, perdón! ¡Me portaré bien, lo prometo! ¡Ahh! Yo saqué el dedo de un tirón haciéndolo gritar. El haber tenido mi dedo medio en el culo de mi hijo adolescente me había causado una corrida involuntaria bajo los pantalones. -Ahhh… ahhh…- Se quejaba Jaime mientras giraba con la intención de verse el culo, lo cual era totalmente inútil. -A ver, déjame revisarte -dije y bajé hasta tener sus nalgotas a la altura de mi cara. Jaime abrió una de sus nalgas con la mano y yo abrí la otra con una mano. Con mi mano libre intenté abrir el ojete, pero seguía apretado y era imposible ver el interior. Se veía rosita y con algo de irritación. -Estás bien. No te pasó nada. Deja de ser un llorón. -Es que me dolió mucho. -Pues claro, es que eres hombre y el culo no se toca. Si fueras maricón lo tendrías bien aguado. Me levanté y le di unas nalgaditas amistosas. -No sabía que ya tenías pelos en el culo. - Espero tenerlo bien peludo como tú. -¡Eres un guarro!- le dije y le di un zape en la cabeza. Luego le ordené que se fuera a su cuarto y así lo hizo. Cuando lo perdí de vista entró curiosidad de olerme el dedo. Lo llevé hasta mi nariz e inhalé profundamente el olor que se había quedado impregnado. Era un olor sucio, a macho joven. Luego me pasó una idea impensable por la cabeza ¿a qué sabría? Me metí el dedo a la boca, y mi pene que ya se había corrido se despertó inmediatamente.
Corrí a mi habitación y me quité toda la ropa. Estaba muy excitado por lo que había pasado. El haber probado el interior de mi hijo indirectamente me causaba una erección que dolía. Luego me vino otra idea. Busqué mi ojete y me metí el mismo dedo que había enterrado a mi Jaime. Me imaginé el olor del fundillo de mi hijo mezclándose con el mío. Con mi mano libre empecé a masturbarme como una bestia. No duré mucho cuando llegó una segunda corrida. Mi semen salió disparado a chorros que cayeron en el suelo. Me quedé dormido por lo intenso de la sesión. Siguió pasando el tiempo y la relación con Jaime seguía igual. Un día noté que el techo de la casa estaba ya muy despintado, así que decidí que tendría que darle una pasada de pintura. Le pedí ayuda a Jaime que en ese entonces estaba de vacaciones de verano. Aceptó de mala gana. Como ya dije, mi hijo era un exhibicionista profesional, no había rincón en su cuerpo que no hubiera ya visto muchas veces. Ya me daba igual el ver su miembro bamboleante. Cuando llegaban visitas poco conocidas se ponía ropa, pero si llegaban amigos suyos o familiares cercanos solo se ponía el pantalón. Al final era hombre y andar sin camisa no era mucho pedo. El tiempo se nos vino encima porque estábamos acabando de pintar el techo para una reunión en la casa. Para mala suerte de nosotros se nos había quebrado la escalera y los vecinos no estaban para prestarnos una. -déjame ir por una silla Jaime para que te subas arriba y le des. -No hay pedo, papá. Me puedes levantar y acabamos esto rápido.
-No mames Jaime! Ya no estás tan ligerito como cuando eras un niño. -Como la haces de pedo, papá. -Ándale pues vamos a cumplirle el capricho a mijo. Llegué hasta su lado y le pregunté que qué habría que hacer o cómo lo levantaba. -Para poder alcanzar lo más alto, yo creo que me puedes subir de las piernas. ¿Va? -Si te rompes el hocico no es mi culpa. Me agaché y lo agarré de sus piernas. Empecé a hacer fuerza y lo levanté en peso. Como ya dije, me gusta mucho hacer ejercicio, así que no batallé tanto para levantarlo. Como lo tenía de espaldas sus nalgotas estaban en mi cara. -Qué nalgón, jaja!- le dije de broma -Ya quisieras tú tener la mitad de nalga que tengo yo jaja- se burló y empezó a pintar. Para no cansarme recargué mi mejilla izquierda en sus cachetotes traseros. La piel tibia de sus nalgas empezó a despertar en mí una erección. Sentía también sus duros pelos del culo haciéndome cosquillas en la piel. Obviamente, por la posición en la que estábamos y porque él era muy nalgón, no podía ver su agujerito de hombre, pero me daba cuenta de en dónde estaba porque sus pelos anales me daban una pista. Ambas nalgas de mi hijo apretaban sus pelitos anales, y solo podía ver las puntas de estos sobresalir por lo largo de su rajada. Entre más cerca del ano más pelo tenía, de ahí crecían un poco hacía afuera, pero no tanto, sino que le habían crecido más bien por la pura raya, por eso digo que se veían solo las puntas sobresalientes. Me llegaban recuerdos del día en que le metí el dedo como castigo.
-¿Ya mero Jaime? -Ya casi termino. Aguanta. -Nada mas no te vayas a echar un pedo que me desmayo y te vas conmigo al suelo. Ambos nos soltamos riendo. Cuando terminó de pintar lo bajé y noté que tenía la verga medio morcillona. Se vio el cuerpo lleno de manchitas de pintura y dijo. -No vamos a alcanzar a bañarnos antes de que lleguen. -Nos metemos juntos asunto arreglado. El aceptó la idea y los dos nos fuimos a la ducha. Como él estaba ya en bolas solo tuvo que meterse al chorro del agua. Yo por mi parte me tuve que desnudar. Yo no era un exhibicionista como mi hijo, a mí me daba pena mostrarme desnudo. -Ándale papá, somos hombres y tenemos lo mismo. No sé a qué le tienes miedo. Terminé de desnudarme y cuando mi verga salió al aire Jaime se le quedó viendo impactado por el tamaño. -WOW! Por qué no me heredaste ese monstruo!? Preferiría estar desnalgado como tú papá, con tal de que me hubieras pasado tu herramienta. -No creas hijo, muchas mujeres los prefieren nalgonsitos. Sabrá dios porqué Nos metimos a bañar y como el chorro del agua estaba muy bajo porque ya se estaba acabando no pudimos hacer más que juntarnos mucho. Piel con piel. -Por qué a las mujeres les gustaran los culos de los hombres? Están feos y llenos de pelos y por ahí cagamos. -No sé hijo. Habrá que preguntarle a alguna. A mí tu mamá nunca me buscó por las nalgas porque no tengo tantas. No le has preguntado a tu novia?
Mi hijo se puso rojo de pena. -La verdad es que pasó algo con ella que me gustaría contarte. -Dime hijo, que para estoy. -Pues es que a ella si le gusta mucho mi trasero. Un día me dijo que si me podía meter el dedo. -¿Y qué le dijiste? -Pues que no! Que no soy joto como para dejarme meter el dedo. -Cuando una mujer te mete el dedito Jaime no cuenta como ser joto. Lo hacer para complacer a una mujer. A Jaime se le iluminó el rostro. Yo podía ver de reojo que su verga se había parado de recordar sus experiencias con su novia. A su edad las hormonas lo ponían a tope con cualquier cosa. La punta de su verga chocaba a veces con mis huevos causándome sensaciones eléctricas. -Entonces….. Crees que me puedas enseñar? Entonces fui yo quien se puso rojo de pena y de secreta excitación. Había aprendido a controlar mis erecciones durante todo este tiempo, de tanto haberlo visto en cueros ya tenía mi verga bien amaestrada jeje. -Enseñar a qué Jaime? -A aguantar el dedo. Me quedé en silencio. Mi hijo no se atrevía a mirarme a la cara. Vi mi única oportunidad para cumplir mi fantasía. Tomé a Jaime de los hombros y le conteste. -Claro que sí hijo, estoy para ayudarte para lo que necesites. Luego le di un beso en la frente. -Primero vamos a cerrar la llave del agua, al cabo ya acabamos y no sale tanta. Cerré la llave del agua y nuestras pieles se erizaron. El cruzó sus brazos sobre el pecho por el frescor, su pose resaltaba sus pectorales y sus bíceps juveniles.
-Primera lección: relajar el fundillo. Date la vuelta y ponte contra la pared, como si fuera a revisarte un policía. El me hizo caso e hizo lo que le ordené. Yo bajé hasta sus posaderas que todavía escurrían agua y empecé a abrirlas como si fuera lo más natural del mundo, evitando que todo aquello pareciera algo sexual. -Wuacala Jaime! Tienes el culo bien peludo! A tu novia le gusta? -Nunca le he preguntado… -Al rato te ayudo a rasurarte, a las mujeres les gustan los hombres sin pelos en la cola. Como los peletes de mi hijo estaban húmedos empecé a peinarlos con los dedos para despejar su agujero de varón. Cuando deje libre la vista apareció su ojete rosado y virgen. Mi verga contra mi voluntad, empezó a crecer. -Necesito que te relajes, pase lo que pase tú mantente relajado. -Si..… Acerqué mi cara a la entrada prohibida de Jaime y saqué mi lengua. Cuando mi lengua tocó el ojete sentí una pequeña contracción de parte del culo de mi hijo. -Tranquilo. -Perdón papá, es que sentí muy raro. Volví a acercar mi lengua y empecé a pasearla por todo el culo. Intenté meterla en el agujero, pero estaba muy cerrado y fue en vano. Cuando me despegué le dejé el fundillo bien ensalivado y listo para mi dedo. Chupé mi dedo índice y lo llené de saliva, lo coloqué lentamente en la entradita virgen y empecé a hacer presión. -Tranquilo Jaime no te pasará nada. Puede que te duela un poquito pero tú aguántate. Mi hijo entre quejidos agarró una de sus nalgotas con su mano y empezó a abrir. El interior de su culo estaba extremadamente apretado y caliente. Otra vez empecé a sentir como sus paredes anales empujaban el dedo con la intención de sacarlo. Pero no me rendí y continué la invasión.
-Me está doliendo- Dijo Jaime entre dientes. -Tranquilo, ya casi entra todo. Tú relaja el ojete para que no te duela. -Apúrate…..- Dijo mi hijo con un tono de voz que ya no era tanto de dolor, sino que tenía un clarísimo tono de estar disfrutando en secreto del dedo invasor. Vi su rostro recargado sobre su brazo izquierdo y noté que su cara estaba de un color rojo intenso. Tenía la boca abierta y los ojos cerrados, además de que su respiración agitada. Ya lo tenía! Era mio! Cuando logré meter el dedo completo lo dejé adentro, sin moverlo. Le deposité un beso en una de sus nalgotas, lento y muy suavemente. luego empecé a besar sus piernas, subí besando lentamente por toda su espalda, sin sacar mi dedo de su interior. Mi mano libre cruzó por delante de su pecho hasta encontrarse con uno de sus pezones erectos. Le pellizcaba el pezón mientras besaba su espalda alta y mi dedo le atravesaba el fundillito. -P-papá…-La voz de mi hijo se volvió un gemido joven y varonil. -Si, Jaime? No me respondió con palabras, pero entendí su invitación. Sentí como empezaba a mover sus caderas tímidamente en un vaivén. Mi hijo quería que me lo tirara! Y yo cumpliría su deseo, como todo buen padre. -Tranquilo papi te cuida. Le dije mientras le sacaba lentamente el dedo de la cola. Cuando salió del todo Jaime soltó un suspiro de excitación. Luego se echó un pedo tímido.
-Perdón -me dijo y me volteó a ver con ojos de perrito regañado. -No te preocupes. Mi herramienta estaba a punto de estallar, coloqué mi verga en medio de la raja de sus nalgas y empecé a tallarla dejándole los cachetes llenos de pre. La mano que había entrado en su interior fue hasta su verga y la encontré dura como piedra. Empecé a masturbarlo con cuidado El coloco sus dos manos en la pared y recargó su cabeza en sus brazos, dejándome total libertad de hacer lo que yo quisiera con su cuerpo. -Aguantas?- le pregunté. El dijo que si en un gemido. Use una mano para abrir sus nalgas y la otra para apuntar la cabecita de mi verga en su entrada anal. Acerqué la punta a su culito y parecía que el agujerito de mi verga le daba un besito al agujero de su culito virgen. Poco a poco empecé a hacer presión. Miraba los brazos de mi hijo que se tensaban por el dolor, pero el muy machito aguantó la acometida. Luego de un largo rato finalmente mi verga entró por completo en el interior apretado y virgen de mi hijo. Jamás en mi vida había sentido algo como aquello, estaba en el paraíso. Deseaba quedarme en el interior de mi hijo para siempre, unido, el agarrando mi herramienta con su culo. Su fundillo era un hervidero y parecía querer cortarme el pene. Sentía como si el interior de su ano me jalara la verga para adentro, luego hacía afuera, supe luego que eran sus contracciones anales, intentando sacar el pene invasor.
-Me duele mucho… Empezó a quejarse mi hijo. -Qué tanto? Aguantas? -No, no aguanto. Siento que me estas rompiendo el culo, ouch.… Voy a llorar papá, sácalo duele….. -Es que estamos en una posición difícil. Le saqué lentamente mi hombría de su ano y al salir sentí como se quedaba atorada la cabeza por su esfínter. Tuve que dar un tirón para sacarla y al salir se escuchó un pop. Las piernas de Jaime temblaban, y mi pene palpitaba y se veía rojo. Mi hijo se tiró otro pedo más fuerte que el anterior. -Tienes ganas de cagar? -N-no sé… -Vamos a la cama. Luego fuimos hasta la cama y ahí lo volteé a ver. Su cara era una expresión clara de excitación y placer, su boca abierta de gruesos labios rosados parecían desear un beso. Se lo di. -Esto nos hace jotos?- me preguntó. -N, Jaime. Soy tu papá y te estoy enseñando a darle placer a tu novia como todo un hombre. O a ti te gustan los hombres? -Claro que no! -Entonces no tienes nada que temer. Ahora súbete a la cama y ponte como perrito. El obedeció y se puso en cuatro patas. Por lo mismo de no saber quedó con la espalda mal, yo lo ayudé a acomodarse para que sacara más el culete. Mi hijo abrazó una almohada con fuerza y escondió su cabeza en la almohada. Yo volví a mamarle un poco el culo, probando el sabor de mi propio presemen. Luego preparé mi segunda envestida. Esta vez lo hice con menos cuidado y se la dejé ir de golpe. Jaime gritó y pataleó, incluso dejó escapar algunas lagrimitas, pero al agarrar su verga noté que la tenía bien dura. Lo agarré del cabello para que se levantara un poco y empecé a montarlo. Era tato el líquido preseminal que yo soltaba que ya escuchaba un sonido de como de “splat” cada que mi pelvis chocaba con sus nalgotas. Seguí bombeando y los quejidos de Jaime se fueron convirtiendo en gemidos de placer, a los pocos minutos ya se escuchaba su voz diciendo “mas, mas”
-Papá ya no puedo, ya no puedo aguantar. Me voy a correr… -Tira toda la leche hijo, vacía tus huevos. Mi hijo sin tocarse empezó a soltar chorros y chorros de semen sobre la cama. Parecía que no iba a acabar nunca. -Ah, ah.. Jaime! Ya no aprietes tanto el culo hijo! -Le decía yo. Con cada disparo yo sentía como el interior de su culo apretaba durísimo mi verga y no pude evitar venirme también. Pronto llené sus intestinos de mi leche tibia y recién ordeñada. Doce chorros de leche espesa fueron a parar hasta lo mas profundo del culo de mi hijo. No saqué mi verga del interior. Ambos nos dejamos caer en la cama y me acosté junto a el de cucharita, sin sacar mi verga. -Ya te dejé el culo lleno de hermanos tuyos. El volteó a verme y me sonrió. Jaime tenía los ojos a medio cerrar de puro placer. -Es la mejor corrida de toda mi vida. Gracias papa. -gracias a ti. Tienes un culo que parece de campeonato. Le dije y le di una nalgada, el miraba como aún lo tenía empalado. Le ordené que se pusiera otra vez en cuatro patas y sin sacarle la verga del fundillo nos pusimos otra vez en posición. Poco a poco empecé a sacar mi palote de su interior. Cuando salió del todo su culito quedó sellado. Yo bajé a verlo y me encontré que estaba bien irritado y humedecido, olía muchísimo a mierda y semen, y los pelos de su culo estaban más despeinados que de costumbre. Le ordené que pujara fuerte para que sacara toda la leche, y mi hijo obedientemente así lo hizo. Primero se echó un par de pedos, luego ya fue sacando lentamente mi semilla de su interior, la leche blanca resbalaba hasta sus huevos y de ahí caía en forma de hebras gruesas hasta la cama. Cuando parecía ya no salir más su culo se quedó abierto dejando un agujero negro palpitante en forma de O.
Le di un beso en una nalga y me volví a acostar. Jaime se dejó caer de panza en la cama y también se puso a reposar. A los pocos minutos se quedó dormido mientras yo le sobaba una de sus nalgotas. Lo dejé dormir tranquilo porque se veía cansado luego de la cogido. Lo siguiente que hice fue mandar un mensaje de whatssap al grupo de la reunión de más tarde para cancelar. Así tendría más tiempo de calidad con mi único hijo. Todo el cuarto olía a sudor de hombre maduro y de adolescente combinados, también olía mucho a semen. Me acerqué al cuerpo dormido de Jaime y aprecié cada detalle de su anatomía. Como estaba acostado boca abajo usaba sus brazos como almohadas. Sus bíceps juveniles ya estaban formaditos, alcanzaba a ver que los pelitos húmedos de sus axilas se asomaban por debajo de sus brazos, su espalda era ancha y masculina, estaba acinturado y las nalgas las tenía bien paradas y firmes de manera natural. Como tenía la pierna izquierda doblada podía ver sus huevos rosados aplastados contra la cama, también la raja peluda de su culo recién desvirgado llena de semen. Como estaba muy nalgón no podía verle el agujero, pero lo que si se veía era un caminito de semen que le salía del culo, pasaba por su entrepierna, se resbalaba por sus huevos y terminaba en la cama.
Mi verga que ya estaba dormida empezó a despertar al ver el líquido que antes estaba en mis bolas resbalar por los huevos de mi hijo. Me acerqué un poco a mi bello machito durmiente y con una mano le abrí las nalgotas para ver otra vez el resultado de mi desflore. En cuanto pude ver de nuevo el hueco del culo mi verga dio un salto y se puso dura como la roca. El agujero estaba rojo por el uso, y mucho semen y pre-semen lo decoraban. Sus pelitos anales se habían hecho lacios por el calor y la fricción de mi verga. El ojo del culo ya no estaba tan cerrado como antes, ahora estaba un centímetro abierto y palpitaba de vez en cuando para sacar del interior lo poco que quedaba de mi leche de hombre. Me sentía un poco culpable, por el hecho de haberle quitado la virginidad anal a mi propio hijo, además de que él era un machito y seguramente mi verga lo había transformado en un joto. Lo único que me atreví a hacer fue darle un besito suave y paternal en una de sus nalgas. Pero justo cuando lo hacía, Jaime se tiró un pedo tan fuerte que escupió parte de mi leche de hombre por el culo hasta mi cara. Él se soltó riendo y yo no pude hacer más que enojarme.
-Eres un puerco, Jaime!- Le dije y le di una nalgada. El soltó un quejido pero luego siguió riéndose. -Qué pasó papá? Mi cola te volvió joto o qué?- Dijo en tono burlón mientras se giraba muerto de risa. Vi que inflaba el pecho orgulloso de haber seducido con su culote al machote de su padre. -Ahora sí tengo que ir a cagar, que me llenaste el dompe de mecos- Dijo entre bromas y luego se levantó de la cama con dirección al cuarto del baño. En cuanto se puso de pie vi que tenía dificultades para caminar, parecía que estaba espinado. Veía que sus piernas le temblaban como venadito recién nacido y tenía que sujetarse de algunos muebles para poder avanzar. Luego de caminar unos pocos pasos se quedó quieto y me volteó a ver con cara de incomodidad. -Papá… Me ayudas… Ahora fui yo el que se burló de el. -No qué muy machito? Jaja Te reventé la cola y ya no te vas a poder sentar en un buen rato. El me levantó el dedo medio y me miraba enojado. Fui hasta él y lo ayude a caminar hasta que llegamos al baño. -Jaime, apestas. Hasta parece que no te bañaste. Le dije mientras el se sentaba en la taza del baño. El cerro los ojos para concentrarse y empezó a hacer sus necesidades sin importarle que yo estuviera de espectador. Yo continuaba con la verga bien parada. Aproveché que estaba sentado y le acerqué mi pija a su cara.
-Te ayude a llegar, me debes un favor. -Como te puede quedar semen en esos huevos con todo lo que te vaciaste? Dijo Jaime sorprendido de mi calentura. -Un macho siempre tiene semen en los huevos hijo. Solo hay que darle unos minutos a la pistola para recargar. Tomé mi verga y empecé a pasarle la punta por los labios carnosos a mi hijo. El agarro con fuerza el tronco y se metió la cabeza en la boca de un golpe. Había criado a todo un mamonsito. -Uff Jaime, ya me imagino las buenas mamadas de tetas que le das a tus novias. Se sacó mi verga de la boca y sonó como cuando destapas una botella. -Si te dijera papá. A las chavas les encanta que les mame las tetas, dicen que tengo unos muy buenos labios. -Y tienen razón- dije yo con tono de orgullo. Jaime volvió a meterse la pija a la boca, y yo solté un gemido de placer al aire. Sujeté la cabeza de mi hijo para controlar la mamada. Luego empecé a sentir como la mano de Jaime acariciaba mis nalgas y se acercaba peligrosamente a mi tesoro de macho. Sentí que con uno de sus dedos valientes empezaba a rozar mi agujerito y amenazaba con entrar. -Que no se te vaya a ocurrir… ¡Ahhhh…! Giré cuando sentí el dedo invasor. Mi hijo me estaba picando el culo mientras me hacía una mamada magistral. -Ah, ah, Jaime…! Empecé a gemir sin importarme en lo más mínimo que, por primera vez en mi vida, alguien más estuviera taladrando mi agujero con su dedo. Ni a ninguna de mis novias se lo había permitido, y ahora, que mi hijo había tenido el descaro de aventurarse en mi gruta de macho, no sentía más que puro placer.
El dedo de Jaime se movía por el interior de mi culo lentamente, yo sentía como la yema de su dedo hacía presión en mi interior mientras lo giraba despacio. -Qué asco Jaime! Te va a quedar el dedo oliendo a mierda. Jaime se sacó mi verga de su boa y frunció sus cejas pobladas. -Como si tu verga no oliera a mierda papá. Acuérdate que esto también estuvo dentro de un culo- dijo mi hijo mientras sujetaba con firmeza mi palo. Luego sonrió y le dio un dulce beso a la cabecita de mi pene. Yo me excité mucho por la actitud de mi hijo y lo levanté de la taza del baño hasta tenerlo a mi altura, y entonces le planté un candente beso en sus labios carnosos y mamadores. Mi hijo no sacaba el dedo de mi culo, y yo, para hacerle competencia, puse mi mano derecha en una de sus nalgotas. Sin dejar de besarlo fui moviendo mi mano más al centro de su cola hasta llegar al hueco de su ojete, luego introduje mi dedo en su interior con un rápido movimiento. Yo escuché un quejidito muy leve de dolor y miré como el rostro de Jaime se mostraba incómodo. Para mi sorpresa, el anillo anal de mi hijo se había vuelto a cerrar, el interior estaba muy apretado y sentía un poco de viscosidad por los restos de semen. Entonces empecé a sentir un segundo dedo invasor en mi culo. No pude evitar hacer una mueca de dolor al sentir como mi ano cedía el paso a un segundo dedo. A pesar de sentir dolor, también sentía una tremenda excitación, cosa se veía a la perfección en mi verga que estaba hecha una roca y no dejaba de expulsar hilos de pre.
-Conque quieres jugar, eh? -le dije a Jaime quien sonreía socarronamente -vamos a ver quién tiene los dedos más gordos y el culo más flexible. Con mi mano libre separé una de las nalgas de mi hijo e inmediatamente después introduje un segundo dedo en el canal prohibido de mi vástago. Él apretó todos los músculos de la cara mientras mi segundo dedo se hacía espacio en el apretado conducto trasero. -Fuck…Fuck…Fuck… Decía Jaime con voz bajita y entre dientes cada que mi dedo avanzaba un par de centímetros. Cuando entró completo Jaime no aguantó y sacó rápido sus dedos de mi culo, provocándome un extraño dolor, luego intentó empujarme con sus manos pero no pudo separarme de el. -Ya papá, ya… ouch, me rindo, me rindo, tu ganaste ¡OUCH! -Quién es el macho de esta casa? -Tú eres papá, tu eres -Di que eres una perrita. Jaime me volteó a ver, molesto y con mirada desafiante. Yo no lo dejé ganar y empecé a separar los dedos que estaban en su interior, forzando sus paredes anales. Jaime dio un respingo y soltó un bufido. -Soy una perrita, soy una perrita… -Eso es, así me gusta. Que mi hijo sepa quién es el macho alfa de la casa. Le dije y le di unas nalgaditas amistosas. Luego saqué lentamente los dedos de su ano, disfrutando cada centímetro de su apretada carne de machito adolescente. Cuando salieron del todo Jaime soltó un suspiro de alivio y yo le di un besito en los labios.
-Ya no vuelva a tratar de competir con su viejo, cabrón. Le dije mientras le pellizcaba uno de sus pezones parados. Jaime respiraba profundamente, luego colocó ambos brazos tras la nuca presumiendo sus axilas cubiertas de delgados vellos juveniles. Su pecho se veía hermoso y amplio. Abajo noté que tenía una media erección y sus huevos estaban bailoteando con cada inhalación. -Ahora, salte del baño antes de que te reviente otra vez ese culote que te cargas. Jaime dijo que si con la cabeza y salió del baño lentamente. Con su verga saltarina y sus nalgas bamboleantes. Dios! Si que tenía buenos genes yo para haber creado tan majestuoso semental. Te gustó el relato? Si es asi por favor comenta, que tus comentarios me ayudaran a seguir adelante con esta historia (es ficción)
1 Comentarios
Me parece una falta de respeto.
ResponderBorrarQue no continuarás esta historia. Si con decirte que me hice la paja 3 veces. Corrijo 4 veces y solo con 1 relato. Imagínate. Espero que continúes con esta historia bro