Eran unas vacaciones de invierno cuando mi padrino me invitó a ir con el de viaje, teníamos la costumbre de salir durante mis periodos de descanso de la secundaria y esta no era una excepción, acababa de cumplir los 15 años y ya había iniciado a tener relaciones con compañeras del colegio, por lo que mi madre me descubrió unos condones en mi mochila, esas vacaciones mi madre le contó a mi padrino lo sucedido, quien es una persona de confianza para la familia y alguien cercano a mí por lo que accedió a hablar conmigo de eso durante nuestro viaje.
Al inicio yo no sabía nada, sólo cuando llegó la noche cuando nos encontrábamos descansando en el hotel él me inició la plática: “me comentó tu mamá que te encontró unos condones en tu mochila, ¿Es cierto?”, me molesté un poco porque ya imaginaba el sermón que me iba a caer: “Ya conoces a mi mamá, hace de todo un show”, “lo sé”, me dijo “pero me alegra saber eres responsable y usas condones, otros se hubieran dejado llevar por la calentura y ya habrías hecho alguna estupidez”.
Reconozco no esperaba una plática como era, tal vez al crecer en un ambiente algo cerrado al tema. Continuó haciéndome plática: “Si ya tienes relaciones es lógico ya te sepas masturbar”, “claro” le dije al instante muy orgulloso de mi mismo “tiene varios años que lo hago”, entonces él sonrió con mi respuesta, eso me puso un poco nervioso, “a ver si es cierto todo eso que dices, muéstrame cómo lo haces”, esas palabras me dejaron frío, nos teníamos mucha confianza, pero nunca imaginé mi padrino, quien era una figura paterna para mí me dijera algo así, pero yo no me quería hacer menos, ni demostrar algo de temor por lo que me bajé los pantalones y comencé a acariciarme hasta ponerme duro.
No sé cuánto tiempo duré masturbándome, pero podría ver cómo mi padrino, el hombre en quien más confiaba no despegaba su vista de mi pene y notaba cómo el también comenzaba a acariciarse el miembro, eso me calentó, ya había tenido fantasías con mi padre, que me hiciera su mujer por lo que ver un hombre se tocaba viéndome masturbar me excitaba, “me voy a venir”, le dije en seco, “muy bien, detente ya” me dijo, eso me dejó con la rica sensación que sentimos todos los hombres antes de soltar nuestra descarga, pero sin eyacular aún, “muy bien, veo ya eres un hombrecito, tu mamá no tiene nada de qué preocuparse le diré cuando regresemos ”, yo aún seguía duro y mi pene adolescente temblaba del deseo de dejar salir mi semen, “dime ¿Cómo tenías relaciones con tus amiguitas?”, “Sólo nos veíamos y ellas se bajaban su ropa interior y se subían la falda del uniforme” le dije, “¿Sólo así?, veo les falta aún aprender algunas cosas” me dijo.
Fue entonces cuando se acercó a mí, se sentó a mi lado y comenzó a acariciar mi pierna, eso me calentó mucho, “entonces nunca te habían hecho esto” dijo, en ese mismo instante bajó su cabeza a mi pene y comenzó a metérselo en la boca, la sensación que tenía era única, nunca había sentido algo así y me perdí en el placer, acaricié su cabeza y comencé a moverme como si lo estuviera cogiendo, mi calentura adolescente era la única que gobernaba en ese instante “me voy a venir” le decía una y otra vez, pero lejos de detenerse me comía más y más mi pene, “ah ah me vengo me vengo” le decía mientras sostenía su cabeza y soltaba una descarga de mi semen en su boca, creo fue la primera vez que sentí tan rico.
Me quedé acostado del placer que había sentido y vi como mi padrino poco a poco se incorporaba, pero no vi mi semen, se lo había tragado, “eso es una felación, sexo oral” me decía mientras se acostaba junto a mí, “¿Es mucho mejor que sólo ponerla en una niña cierto?” me dijo mientras sonreía, “si” le dije mientras veía como estaba ahora el bien erecto, no sé si eran mis fantasías con mi padre lo que tenía en mi mente, pero acerqué mi mano a su paquete, “vaya, creo que quieres verlo” me dijo mientras era ahora él quien se quitaba los pantalones, tenía un pene maravilloso, no muy grande, calculo unos 12-14 cm ya con líquido pre-seminal en su punta, ya no tenía ningún temor por lo que lo agarré y comencé a masturbarlo, él quedó maravillado, se le notaba en su sonrisa y me quitó mi camisa y luego la suya, quedando desnudos uno junto al otro.
“Esto no se lo diremos a tu mamá” me decía con una sonrisa que demostraba era lo que él quería “Si papi” le dije sin pensar, él se sorprendió y me acariciaba mi cuerpo mientras yo estaba embobado masturbándolo, “¿Así que papi eh? No sabía querías a mi compadre de esa manera”, “si le dices a mi mamá o papá sobre esto les diré lo que me hiciste” le dije inmediatamente soltando su pene al instante, “No, no, descuida, puedo ser tu papi si quieres” decía mientras me volvía a poner mis manos en su pene, “¿Qué quieres hacer mi niño?”, “Quiero hacerte lo mismo que tu a mí” le dije bajando a su pene, era un profundo olor pero lejos de incomodarme hacía mi boca produjera más saliva de lo normal, finalmente iba a mamar la pija de mi “papi”.
Me metí su pene a mi boca, era la primera pija que tenía en mi boca, no sabía qué hacer con ella, sólo me la metía una y otra vez, era más el deseo que la maestría lo que quedaba demostrado, mi hombre lo sabía pero dejaba hiciera mi mejor esfuerzo, era mi primera vez después de todo, “si mi nene, a tu papi le gusta lo que haces” me decía, calentándome más y haciendo mi culito se estremeciera, quería decirle me hiciera su mujer, pero mi orgullo de hombre me impedía hacerlo, pero el con toda la experiencia de la edad me detuvo y me acercó a su rostro dándome un beso tan profundo que mi mente se volvía loca, “hazme tuya papi” le dije ya sin controlarme, era ahora el deseo quien hablaba por mí y eso él lo sabía, pero no se detuvo para nuestra fortuna.
Me puso boca arriba en la cama abriéndome las piernas, pensé me haría sexo oral nuevamente, pero no, sentí sus labios, su lengua en mi culo, era maravilloso, una sensación única para mí en ese momento, “ah… ah… que rico papi, que es esto papi, me encanta” decía mientras él se comía mi culo, “beso negro mi nene, te preparo para hacerte mi nenita”, escuchar eso me puso a mil, mi pija se me puso piedra y comencé a masturbarme mientras mi papi me comía el culo, “que rico papi, me encanta házmelo más profundo, méteme tu lengua papi”, yo ya no era un hombre, era una nena caliente que quería se comieran su culo por completo, mi papi como buen hombre accedió a darme el placer que le pedía.
“Ah… ah… papi me quiero venir papi” decía mientras intentaba atrapar su lengua con mi ano, “Aún no” me dijo inclinándose frente a mí y deteniendo mi masturbación, “ven aquí mi nene, quiero me hagas una felación pero sólo un poco verás para qué”, me puse de perrito frente a él mientras le chupaba su pedazo de carne, pero tan pronto lo llené de mi saliva me separó de su pene, se dio cuenta que ya no era un niño era una nenita que se ponía triste al no dejarme seguir mamando su verga “ponte como estabas mi nena, finalmente serás una mujer”, escuchar esas palabras me pusieron durísimo, no lo pensé dos veces al instante mismo me dejé caer y yo mismo abría mis piernas ante él “si papi, hazme tu mujer papi, quiero me hagas una niña papi” rogaba a ese hombre que tenía delante de mí, que ni mi familia era, pero que esa noche era el hombre a quien más amaba “si mi nenita, hoy serás mi mujer”.
La primera penetración me recordó era un hombre, fue un dolor que nunca podré olvidar, pero lejos de incomodarme quería seguir, una parte de mi quería levantarse y detener el dolor, la otra parte quería seguir sintiendo esa sensación, mi hombre lo percibió y me dijo “¿Me detengo?”, “No, papi, no, quiero me hagas como a mamá”, la perra había vencido al hombre, habría más mi culo para ayudarle a mi hombre a darme placer “si mi nena, te haré mía todas las veces que quieras” me dijo al ver cómo me esforzaba por tener su verga dentro de mí, “sii papi, sii ah… que rico se siente ser una niña ah… ah…” Era el paraíso con un ligero toque de infierno, sólo el placer podía hacer frente al dolor que era mi primera vez siendo penetrado.
“Mi nenita, que rica esta mi putita”, “Sii papi, dame tu amor papi, te amo mucho ah… ah… dame tu leche papi”, éramos dos animales impregnando nuestra habitación con el aroma del sexo, “ponte de perrita putita, quiero ver tu culito suplicando por su hombre”, el placer me dominaba, ya no existía, sólo era una perra queriendo tener a su macho sobre ella, me puse de 4 de rodillas y con una de mis manos sosteniéndome mientras que con la otra le mostraba mi culo a mi papi “dame tu amor papi, quiero tu amor dentro de mí papi”, mi hombre sólo escupió mi culo y me ensartó era noble bestia que tenemos todos los hombres, era delicioso, sólo recordarlo me pone erecto nuevamente, deseando repetir ese momento.
“Sii que rico papi, ¡Dame más mi amor!” decía mientras separaba mis piernas y le ofrecía más mi culo, levantándolo para que me penetrara aún más e inclinándome hacia el frente “mi nena ya es una puta cualquiera, mira como haces, como toda una profesional”, “si papi, aprendí esto de mis amigas de la escuela, quiero que me hagas igual papi, hazme tu mujer por completo”, entonces el comenzó a buscar mi pene por debajo de mi abdomen le ayude a encontrarlo, al instante empezó a masturbarme, era único, la sensación me decía que nunca más sería un hombre, que ser una mujer es lo mejor que te podía pasar “ah… ah… que rico papi, ah… ah…” mis gemidos empezaban a sonar cada vez más fuerte por lo que mi hombre, como sólo la edad te enseña me tapó la boca para que nadie sospechara que hacíamos, aunque con el movimiento de la cama dudo alguien cercano dudara que hacíamos.
“hm… hm…”, “te gusta verdad putita, como aprieta tu culo me lo dice todo, te encanta ser mi perra”, “hm… hi hahi (si papi)”, “ah si, que buena nenita resultaste ser mi amor de ahora en adelante haremos esto cada vez que podamos” eso fue mi clímax, mi deseo se estaba cumpliendo mi papi me veía como su mujer, era maravilloso y delicioso al mismo tiempo “me vengo mi nenita, me voy a correr dentro de ti mi putita”, logré quitarme su mano de mi boca “si papi, dame tu leche, márcame como tu mujer mi amor” al instante mismo en que comencé a sentir sus más bruscas penetraciones me di cuenta de lo que sucedía ya que también comenzó a masturbarme aún más duro, era el cielo nunca podría olvidar algo así “ah… ah… papi me vengo papi” comencé a soltar toda mi carga de semen sobre las sabanas del hotel, “toma mi nena, toma lo que me habías pedido” inició a soltar su carga dentro de mí, era la cúspide de nuestro encuentro y la confirmación de lo que vendría más adelante.
Dejó caer su cuerpo sobre mí, pesaba mucho pero no era algo que me incomodaba, me sentía sometido a un hombre, un hombre a quien le había confesado mi mayor deseo y quien me ayudó a cumplirlo, éramos dos amantes que acababan de demostrar lo que sentían, “gracias papi” le dije mientras él se ponía a mi lado desnudo, “ahora ya conoces lo que es el sexo en verdad”, “si papi” le dije mientras le sonreía, era el comienzo de una bella historia entre un padre y su hijo.
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