Cuando cumplí 18 años decidí contarle a mi mamá que era gay, no fue una decisión fácil pues ella recontra homofóbica, en realidad es una mujer llena de todos los prejuicios del mundo. En parte de mi decisión tenía como fin evitar sus comentarios que me resultaban muchas veces hirientes cuando se refería a los homosexuales como nos llama ella en forma despectiva.
El resultado no fue para nada el que hubiese querido, si bien nunca pensé que me abrazara y me dijera cosas lindas, la cachetada que recibí no me la esperaba, se voltio y sin decirme nada más me dejo parado en medio de la sala. Dejo de hablarme por varios días, en realidad me evitaba en todo sentido.
Luego supe que se lo había contado a mi papá, a quien le había rogado que me corrigiera, jaja, menudo error…
- Desde mañana vas a venir a trabajar conmigo, te levantas a las 5:30 am, te duchas y te vistes como hombre, te espero en el auto a las 6:00 -
No es que yo me vistiera como mujer o que si quiera fuese por asomo amanerado o tuviera costumbre de llevar alguna prenda poco varonil, eran solo los prejuicios de mi mamá que ahora creía que por ser gay saldría en tacones y con minifalda a buscar penes.
De cualquier forma, no opuse resistencia y obedecí, a las 6:00 am del día siguiente esperé junto a la camioneta con la que mi papá solía ir a visitar sus obras. El manejo hasta un edificio en construcción en un barrio residencial, me indico que bajara y que lo siguiera.
- Buenos días, Tobías, acá te traigo al muchacho, como te hable ayer, ponlo trabajar con los obreros, necesita mano dura.
- Si señor Alfredo, ya hablé con el capataz de la cuadrilla, algo le encontraremos. -
- Que no este ocioso Tobías, ponlo a cargar cemento, aunque sea. –
- No se preocupe patrón, acá siempre faltan manos –
El señor Tobías me llevo a otra área de la construcción y me presento a Marcos, el jefe de una de las cuadrillas encargada de levantar paredes.
- Marcos, te encargo al muchacho, ya te había hablado ayer, dale que hacer, que este ocupado –
- Si ingeniero, ya yo me encargo, no se preocupe -
Marcos era un hombre de unos 35 años, alto, fornido de piel morena quemada por el sol producto de años del trabajo en construcción tenía los brazos tatuados desde los hombros usaba una barba de tipo collar que llevaba muy bien cuidada, tenía una voz tosca al igual que sus modales y sus formas y no le hacía ninguna gracia que le mandaran a un niñato consentido a que estorbara sus labores, claramente estaba enterado del motivo que me había llevado a estar ahí en ese momento
- Ve a vestirte mariquita coge un mameluco de ese armario, alguno debe quedarte, hay unas botas que puedes usar, creo que son de tu talla si son muy grandes ponles un trapo.
- Ok
- Nada de ok, para ti soy el capataz, cuando me respondas me dices sí Señor Marcos o si quieres sí Señor a secas, ¿está claro? –
- Si señor. –
Como comprenderán, no tenía yo interés alguno en atormentarme más con lo que fuera, bastante tenía ya con la carga que me había auto infringido por andar buscando aprobación.
Tomé el mameluco y unas botas usadas que encontré en el armario y me fui con ellos a un cambiador que había al lado, me vestí junto a otros obreros que no dejaban de mirarme y salí.
Me pase el día haciendo un sinfín de tareas agotadoras, cargando ladrillos de un lado a otro, lampeando tierra y arena, para el medio día estaba exhausto me sirvieron el rancho en un táper de plástico luego de comer me eche a descansar junto a los demás obreros, por la tarde el día transcurrió igual, ir de aquí para allá cargando cosas, a las 5:00 pm. se acabó la jornada, como en toda obra los obreros se asearon según sus costumbres, algunos se pasaron un trapo húmedo incidiendo en el refriegue en las áreas de las axilas y las partes más sudorosas incluidas las bolas obviamente. Los más limpios se bañaron por completo en unas duchas improvisadas en las que se exhibían de cuerpo completo sin tapujos, a pesar de que evitaba mirarlos, era imposible sacar la vista de esos cuerpos curtidos por el sol y moldeados por el trabajo duro, no hay gimnasio en el mundo que consiga la perfección que resulta de una vida de albañil. Yo no había ido preparado para tomar una ducha, aunque de hecho en ese momento no había nada que quisiera más. Me quite el mameluco y me puse los pantalones para evitar que se notara mi erección, me lavaba como podía de la cintura para arriba en uno de los caños improvisados, cuando Marcos se me acerco por detrás y casi pegando su cuerpo al mío me dijo:
- Tu papi te está esperando mariquita, dice que no te demores, mejor vístete y anda ya mañana te lavas bien –
Sus palabras no tenían nada de raras ni mucho menos fuera de lugar, pero la forma como me las dijo me puso a mil, torpemente me puse el polo y las zapatillas y salí casi corriendo.
Recuerdo que esa noche me costo conciliar el sueño, daba vueltas en la cama recordando una y otra vez, la ultima frase que me dijo Marcos ese día – mañana te lavas bien –
El día siguiente transcurrió como el anterior, me pase el día cargando ladrillos y lampeando arena, un trabajo desgastante que me dejo agotado igual que el día anterior. A las 5:00 de la tarde todos los obreros se dispusieron a asearse yo enrumbe hacia la salida con la intención de evitar, por mi propio bien, ser parte de esa exhibición de cuerpos desnudos, no había visto a Marcos en todo el día por lo que estaba bastante intranquilo pues en mi cabeza seguí rodando la misma frase – mañana te lavas bien –
Cuando llegué a la oficina me encontré con un mensaje de mi papa en el celular, - voy a demorar espérame, te escribo cuando este en camino – me senté en una silla y esperé cerca de 30 minutos hasta que decidí escribirle – ¿ya vienes? – me respondió al rato con mayúsculas – NO, YA TE DIJE QUE ME ESPERES – lo cual significaba que estaba ocupado y que era mejor no molestarlo. Sali de la oficina y guido por mis deseos y en contra de lo que mi cerebro me aconsejaba, camine hacia las duchas, pero para cuando llegue ya no quedaba nadie, gire para volver a la oficina y me encontré de cara con Marcos, o mejor dicho, mi cara casi golpeo contra su pecho.
- ¿Trajiste jabón mariquita? –
Mi corazón dio empezó a bombear más sangre de la que mi cabeza podía resistir, sentí que las piernas se me doblaban, un cosquilleo en mi entrepierna antecedió a una leve erección.
- No señor Marcos, yo ya me iba –
- A donde ibas maricón, tu papá tiene para rato, acaba de llamar a la oficina, date una ducha, yo te presto jabón si no tienes –
Su mano derecha masajeo el enorme bulto por encima del mameluco, repitió el acto al menos dos veces más antes de empezar de desvestirse en frente de mí; se bajó el cierre frontal del mameluco dejando su pecho desnudo, se sentó en la banca y se quitó las botas de seguridad y seguidamente las medias dejando a la luz sus enorme pies se puso de pie nuevamente para hacer que el mameluco bajara y se volvió a sentar terminado por fin de sacárselo pierna por pierna, lo arrojo a un costado y se puso de nuevo en pie. Desnudo era aún más imponente; pectorales grandes que ya eran evidentes incluso debajo del mameluco, sus abdominales parecieran incrustados en el abdomen, un par de brazos con los que hubiera podido salvar al mundo y un par de piernas con músculos más que definidos, hechos para y por la fuerza. No pude más con la excitación, mi verga presionaba contra mis pantalones exigiéndome que la libera, trague saliva y me seque el sudor de la frente.
- ¿Qué pasa mariquita es más de lo que te esperabas? Quítate la ropa, anda –
- ¿Aquí señor?, ¿frente a usted? La calentura llego a nublar mi capacidad de respuesta
- No huevón, metete al baño de señoritas, aquí pues mierda, como has visto que se bañan los hombres. –
Me quite el polo y las zapatillas casi en simultaneo me baje el pantalón y sin sentarme me lo saque primero de un lado y luego del otro me puse de pie tapando con mis manos mi entre pierna, me avergonzaba de mi propia erección y claramente de lo que lo había causado.
- Los calzoncillos también marica o te bañas con ellos. –
Me los quite y los arroje junto a los pantalones volviendo a colocar mis manos delante de mi verga erecta sin que fuera posible disimularlo.
- Ven para acá -
Me dijo y me acerque, tomo mi mano y la puso sobre su pecho, haciéndome que lo acariciara desde los pectorales hasta el abdomen y siguió bajando hasta colocarla encima de su bóxer, la presiono magreándose a sí mismo con mi mano.
- Sácala –
- No –
Le dije asustado
- Sácala mierda, estas que te mueres de ganas –
Me dijo mientras me daba un coscorrón en la cabeza con su mano libre. Obedecí por fin, metí mi mano dentro de su bóxer, agarre su miembro y lo saque, era realmente enorme, mi mano no alcanzaba para rodearlo por completo, mis dos manos juntas no hubieran alcanzado a cubrir todo su tamaño, dos enormes bolas colgaban a ambos lados del enorme animal.
Me arrodillé a sus pies y me la metí a la boca sin poder aguantar mas el deseo que me consumía lamí sus bolas y subí con mi lengua hasta la punta tragándomela de nuevo. Marco se sentó en la banca, se puso cómodo y me insto a seguir, moje su verga con mi saliva como me había enseñado Martín y me le fui engullendo, mientras la mano de Marco me guiaba delicadamente haciendo presión sobre mi nuca para que no me levante, mi mano masajeaba el cuerpo de su miembro mientras mi boca hacía lo propio con el glande. Por más que trataba de tragármela toda, era imposible cuando sentía la punta en la garganta mi mano aun podía tener cogido gran parte del miembro de Marco. Seguí mamando, lamiendo chupando mientras oía a Marco disfrutar de mi trabajo – o, si maricón, sigue así ohhhh, ohhhh, si ohhhhhh si que bien mamas cabrito, oh si, sigue así oh – tomo su miembro con la mano y empezó a darme golpes con él en la cara me tomo del pelo con más violencia y me empujo la verga dentro de la boca, siendo él quien guiaba ahora el movimiento de mi aparato bucal – ohhhh si, así marica así traga, traga, ohhhh – me empujaba por la nuca tratando de hacérmela tragar competa pero era imposible que todo aquello me entrara, me la saco de nuevo y permitió lamérsela un rato más, la tomo de nuevo con su mano y me dio golpes en la lengua con ella, con su mano en mi nuca me direcciono para que me la mentira de nuevo – oh, que rico maricón, así, que rica mamada, ohhhhh, así, así, mama cabrito, mama, oh mierda – me abrace de su cintura, completamente entregado a darle placer con mi boca, Marco no dejaba de gemir y guiaba mis movimientos empujándome desde la nuca parecía no perder la esperanza de que me pudiera entrar toda pero era obvio que eso sería imposible. Me soltó dándome libertad para moverme y quise acercarme para besarlo, pero cuando vio mi intención me dio una cachetada como no había recibido nunca – ¿crees que voy a besarme con un maricón?, sigue mamando puto marica – me agarro del pelo y me refregó la cara en su entrepierna nuevamente me tenía cogido de la nuca y direccionaba su miembro al interior de mi boca, volví a mamársela ahora presa de una violencia innecesaria. Se puso de pie y me ordeno que me pusiera en 4.
- No, no quiero eso no me va a entrar broder –
- No soy tu broder marica, te dije que me digas señor y ahora ponte en cuatro que no me vas a dejar así –
- No, no, no, por favor, señor Marco, no estoy listo, si quiere se la chupo hasta que se venga en mi boca-
- En cuatro te he dicho marica -
Esta vez acompaño las palabras con una imposición física que me obligo a acomodarme como el me quería, me hizo apoyar los ante brazos en la banca dejando mi culo expuesto. Escupió en mi agujero y me metió uno de sus dedos lo giro, lo saco y escupió de nuevo haciéndole camino ahora a dos de sus dedos que me clavo enteros, los metió y saco varias veces antes de poder girarlos. Me dio un par de palmadas y me hizo subir las piernas a la banca quedando ahora en ranita, me tomo de los pelos y apoyo sus bolas contra mis nalgas apoyando su verga por encima de mi espalda, se frotó por encima y me tiro de los caballos haciendo que me quebrara hacia abajo y haciéndome exponer más el culo. Direcciono su verga a mi agujero, escupió encima, se lo froto y sin más empezó a clavármelo. A la par que su glande se abría camino yo emitía chillidos de dolor que Marco callo tapándome la boca. Intentaba ir mas adentro de mi y yo intentaba detenerlo empujando su cuerpo con mis manos. Para evitar mi resistencia cogió mis brazos por detrás de mi espalda anulando así cualquier posibilidad de impedirle clavarme por completo, con la cara pegada a la banca no me quedo más que aguantar las embestidas, una tras otra se habrían camino dentro de mi pequeño agujero – eso, así, ya te esta entrando toda colabora marica, así, eso perrita ya tienes la mitad adentro un poco mas eso, buen chico, buen chico – finalmente cuando logro metérmela toda se quedó inmóvil por algunos segundos antes de continuar con las embestidas, me soltó los brazos ya poco interesados en oponer resistencia y en cambio me tomo por la cadera de donde se aferró en adelante para continuar sodomizándome.
Para este momento yo estaba entregado a él nuevamente, si bien el miembro de Marco era descomunal mi culito había sido ya abierto por Martín que no tenía una verga nada despreciable y quien me había cogido a su gusto por más de un año.
Marco siguió con un incansable mete y saca por varios minutos, mi verga estaba nuevamente empalada, luego del dolor extremo del inicio, el placer me había inundado de nuevo y realmente lo estaba disfrutando. Paro de repente y me la saco entera. – ahora vas a sentarte encima y vas a clavarte tu solito - me dijo mientras se sentaba en la banca, ni corto me monte sobre él en cuanto estuvo listo y luego de algunas sentadas la tenía de nuevo adentro. Cabalgue muriendo del gusto gimiendo de placer sus insultos me calentaban, marica, perra, putita todo era bien recibido y me llenaban tanto como la verga que ahora ocupaba cualquier espacio vacío dentro de mí. Marco me ayudaba en la cabalgata levantándome las nalgas para que yo bajara desde más arriba – eso, así, buen chico, así marica así –
Nuevamente quiso cambiarme de posición, para penetrarme mejor, me hizo girar y me sentó de espaldas a él, mi culo se tragó su verga de un solo golpe ahora Marco me levantaba una y otra vez tomándome de la parte de atrás de las rodillas. Me levantaba y me sentaba nuevamente a la par que él se movía en sentido contrario – ohhhhh, eso, así, buen chico, buen chico, ohhhhh - . Aceleró las embestidas gimiendo y haciéndome gemir hasta que sentí como los chorros de leche caliente inundaban mi interior. Enfundo su verga con dos ultimas embestidas antes de empujarme contra el piso.
Se quedo sentado algunos minutos mientras yo me recuperaba tanto de la cogida como de la caída
- No tienes remedio, eres un marica y siempre serás un marica –
Se paro y se fue a la ducha a donde lo seguí para que me prestara el jabón cosa que hizo sin volver a darme importancia, luego de bañarnos ya sin contacto alguno nos vestimos y a pesar de que yo no podía dejar de verlo él no se interesó por mirarme a mí. Cuando termino de vestirse se paró y me dijo – parece que este trabajo te va mejor que el de obrero, hasta mañana marica -.
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