¿Te acuerdas Papá?

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Sólo tenía 13 años... ¿Lo recuerdas? Ya había empezado a desarrollarme. Los pelos de mis piernas se hacían más gruesos, negros y rizados; ya empezaba a sudar más de mis axilas, por lo que mi olor ya no era el de un niño, sino el de un hombrecito. También mi voz comenzaba a volverse más grave; y mis huevos y Verga estaban haciéndose más grandes y con vellos negros alrededor. Pero igual yo seguía siendo tu niño consentido... ¿No es así?

Un domingo por la tarde, recuerdo que era verano por lo que el calor y sopor eran muy intensos y pesados; nos pusimos a ver la televisión en tu recámara, sólo estábamos los dos como siempre había sido, tú y yo, Padre e Hijo…

Nos habíamos recostado uno al lado del otro en tu cama, yo siempre buscando estar junto a ti sin importarme el calor. ¿Recuerdas que sólo estaba usando un corto y apretado bóxer azul marino, muy ceñido a mi delgado y firme cuerpo? Tú como es tu costumbre únicamente te habías dejado un calzoncillo blanco tipo trusa, ya amarillento por los restos de tus fuertes orines y seca esperma. Se te formaba un gran bulto y se escapaban muchos de tus pelos púbicos por los costados. Yo no podía, y aún no puedo, el evitar todo el tiempo desviar mi mirada a tu viril entrepierna.

Los dos estábamos muy relajados, así que en el momento que tu pusiste tus brazos detrás de tu nuca, dejando descubiertas tus axilas peludas, yo poco a poco me acerque aún más a ti, de manera que mi cuerpo estaba pegado al tuyo y mi rostro quedó a la  altura de tus sobacos sudados... No pude evitarlo, el fuerte olor a Macho que expedían tus axilas velludas me atraía… Que puedo decirte, tus feromonas masculinas tienen un fuerte efecto sobre tu Hijo... Me volteé para quedar de lado y con mi cara justo en los pelos de tu axila, así que sin saber el por qué les di una fuerte olfateada. Tú te diste cuenta casi de inmediato.
--- ¿Papi huele muy fuerte y feo, no es así Hijo?

--- ¡No! Bueno…si hueles fuerte a hombre Papi, pero ¡me gusta! Ehm…me siento protegido cuando percibo tu olor a Macho...

--- ¡¿En serio Hijo?!

Fue algo que te sorprendió ¿No? El que fuera tan sincero contigo, pero no te enojaste, creo que te hizo sentir bien. Me dejaste seguir así, acurrucado debajo de tu brazo y sobaco… Algo se había apoderado de mí, porque me acerqué y te pasé mi lengua por tu axila, pude saborear el salado de tu sudor y sentir lo áspero de tus gruesos pelos contra mi lengua.

--- ¡Hijo! ¡¿Pero qué haces?!

--- Nada Papá…sólo quería probar a que sabía tu sobaco...

--- ¡Oh...! ¿Y a qué te supo?

--- ¡A Macho!

Te dije sonriendo aún con inocencia infantil, de esa que te gustaba tanto como cuando me cargas en tus musculosos brazos y me alzabas como tu niño mimado.

Entonces tú me devolviste la sonrisa y me abrazaste de manera que me llevaste hasta tu peludo pecho… Yo me quedé ahí recostado en esa suave almohada de vellos... Mis piernas se entrelazaron con la tuya, claro más gruesa, robusta y peluda que las mías. Y  juguetonamente te pasé mi mano libre por tu torso velludo y sudado… Lo recuerdo claramente, podía oír tus latidos y oler tu poderosa Testosterona salir de cada uno de tus poros. Y como mi cuerpo subía y bajaba sobre el tuyo a causa de tu fuerte respiración.
Tú me dejaste un macizo brazo sobre mi espalda desnuda y sin saber por qué pasaste lentamente tu ruda mano, hasta llegar a donde la prominente curva de mis redondas nalgas se alza, asomándose por fuera de mi corto bóxer. Creo que tú al sentir mi piel suave y mis duras nalgas no te resististe, que incontinentemente empezaste a deslizar tu mano por debajo de mi prenda íntima, dejándote así campo libre para poder manosear mejor mi trasero; incluso recuerdo que en varias ocasiones me pasaste tu dedo índice por la raya de mis nalgas, como explorando más afondo… Yo no moví un músculo, no quería que te detuvieras si entrabas en razón de lo que hacías con el trasero de tu propio hijo…

Empezaste a hablarme del encuentro de lucha libre que veíamos, mientras continuabas estrujando mis nalgas, yo tan sólo me estremecía levemente por tu contacto; ya que tu aroma masculino, el intenso calor y la nueva sensación que experimentaba me tenían totalmente sedado... Lentamente fui pasando mi mano por tu pecho, podía sentir como mi piel recogía el sudor de tus abundantes y rizados vellos; tú no decías nada, por lo que continué y me entretuve con los pelos que subían de tu pubis y se arremolinaban en tu ombligo.

Creo que los dos nos  movíamos por instinto, sin pensarlo, como que era algo natural en ti y en mi el acercarnos de esta manera. No importaba que tú fueras mi Padre y yo tu Hijo. Al contrario, parecía que yo al empezar a hacerme hombre necesitaba estar más cerca de uno verdadero y aprender de él, es decir cerca de ti; por lo que esa tarde nos dejamos llevar... ¿Lo recuerdas, no es así?
Tú me seguías platicando sobre el combate, y los rudos y toscos luchadores que se tocaban y forcejeaban; continuando siempre con el masajeo de mis nalgas. Tanto más que ya pasabas tu dedo por mi ano, que apenas y tenía unos pocos pelos alrededor en ese entonces; lo hacías como si fuera de lo más normal, como si se tratara de un papá frotando la cabellera de su hijo. Llegó un momento en que tu dedo índice empezó a empujar mi anito, suavemente como si apretaras un botón… Un botón de placer; ya que sin entenderlo mi Pija se había endurecido y erguido dentro de mi bóxer. Sé que tú la podías sentir contra el costado de tu cuerpo, la dura carne de tu hijo…

De pronto sentí como introducías lenta pero firmemente tu grueso dedo en mi virgen ano… Yo cerré los ojos y me mordí los labios, no quería que te detuvieras si me oías quejarme de dolor. Lo dejaste adentro de mí un rato quieto, y luego poco a poco lo movías circularmente y lo sacabas y metías nuevamente. Sentía un intenso calor en mi culo y como éste se regaba por todo mi cuerpo… Continué pasándote mi mano por tu peludo estómago, bajando hasta dejarla sobre el  prominente bulto de tu entrepierna. Podía sentir tu Verga en mi mano, aunque fuera por encima del calzoncillo. Y fue hasta ese momento que tú reaccionaste.
--- ¿Qué haces Hijo?

--- Nada...Papi... (Mientras seguía masajeándote la Pija por sobre la tela)

--- ¿Quieres tocarle la Verga a tu Padre, es eso?

--- Eh...S…s… ¡Sí!

--- Entonces bájale a Papá el calzoncillo para que la veas y la puedas tocar mejor.

En ese instante me sacaste el dedo del ano… Cosa que ahora te confieso que no me gustó, quería seguir sintiéndote dentro de mí Papi. Pero el estar libre de tu enganche me dejó poder sentarme en la cama a tu lado y usar mis dos manos para bajarte la trusa, tú me ayudaste para quitártela toda y quedar completamente desnudo. Tus genitales no mostraban seña de excitación alguna.

--- ¡Papi tienes muchos pelos!

--- ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Así somos los Machos, muy peludos. Ya te saldrán a ti tantos como a mí, Hijo…

--- No puedo esperar. (Te dije mientras pasaba mi mano por tus tupidos pelos púbicos… Me encantaba sentirlos enredarse entre mis deditos y jalarlos un poco)

--- Veo que te gustan bastante los pelos de tu Papi.

--- ¡Sí! (Te sonreí de oreja a oreja)

Luego sujeté tus sólidos y peludos huevos que colgaban entre tus piernas velludas, apenas y cabían los dos en una de mis manos.

--- ¡Tus huevos son muy grandes Papi…y pesados!

--- Eso es Hijo, porque están llenos de Leche de Macho.

--- ¿Leche de Macho? ¡¿Tú tienes Leche, Papi?!

--- ¡Joder! ¡¿Es que no te enseñan nada en esa escuela?! Claro que tengo, los hombres tenemos una “Leche” especial, es sólo de Machos, y la cargamos en los huevos. Es de esa Leche que tú naciste Hijo. Se llama semen o mecos y la sacamos por la Verga.
--- ¡Oh! Entonces Papi, tú…me cargaste en tus… ¿Y nací de tu Verga? ¡Je! ¡Je!

Y en eso te sujete la Pija, al fin directamente en mis manos… Papi déjame decirte que la tienes tan gruesa y carnosa, aún cuando no está erecta…

--- ¡Tu Verga es mucho más grande que la mía, Papi!

--- Así es Hijo mío…y eso que tú ya la tienes dura. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

En ese preciso momento me bajaste de un arrebato mí bóxer, lo que hizo que mi rígida Pija saltara sacudiéndose estrepitosamente… ¿Recuerdas como era en esos años Papá? Lo compacto de mi miembro, mi pequeño saco de huevos y que apenas contaba con una sombra de vellos negros en mi pubis... Me dio mucha pena el estar desnudo junto a ti, pero tú muy tranquilamente me sujetaste por mí Verga, yo me estremecí al instante que sentí el contacto de tu ruda y sudada mano sobre mi tibia piel virginal.

--- Tienes una linda Pija, Hijo. Y de buen tamaño para tu edad…Papá está muy orgulloso, y no puedo esperar a que crezcas y compitas para alcanzarme.

--- No creo poder alcanzarte. La mía estando tiesa es del tamaño de la tuya y ni se te ha parado…Papá… ¿Cómo es la tuya cuando está dura?

--- Sigue tocándomela y verás cómo le crece la Verga a tu Padre…

Tú te pusiste cómodo; apagaste el encuentro de  lucha libre, te tomaste el último trago de la cerveza que tenías en la mesa de noche y luego volviste a poner tus musculosos brazos detrás de tu nuca, dejándome a mis anchas para poder tocarte… Siempre te agradeceré por eso, por dejar que tu único Hijo explorara y descubriera lo que es ser y estar con un verdadero Macho.
Yo empecé a manosearla y examinarla ávidamente. Comencé a moverla de arriba abajo con mi puño, primero despacio y luego más rápido y fuerte; lo que hizo que tu Pija empezara al fin a despertarse de su sopor… Crecía y se engrosaba en mi mano, y luego manos; ya que a medida se te alargaba podía usar ambas. Hasta que al fin se te paró por completo, alcanzando su tremenda plenitud y firmeza…

--- ¡¡¡Es ENORME Papi!!!

--- Lo sé Hijo, así será la tuya cuando crezcas. No por nada eres mi vástago.

Nunca olvidaré esa primera vez que te la vi erecta... Tu Verga era, ¡y es Papi!, grande y carnosa, con su tronco grueso y venoso, la base repleta de rizados vellos negros, con la cabeza inflada e inyectada en sangre. Entonces te la pelé despacio, hasta que sentí el tirón que me indicó que ya tu prepucio no bajaba más... Y noté algo que llamó mi atención.

--- ¿Qué es eso, Papi...eso como…"Requesón"?

--- Exactamente eso es lo que es, Hijo. Es requesón de Macho o cebo. Se forma cuando la Leche del hombre y su sudor se quedan atrapados en la Verga... ¿Quieres probarlo, Hijo?

Así que pasé mis dedos para juntar un poco y me los llevé a la altura de la boca  con algo de recelo… Papá tú ya sabes como era de niño, siempre renuente a probar comidas nuevas. Al momento que lo tuve cerca de mi nariz, sentí un fuerte golpe de olor, hedor de Macho; todavía más fuerte que el de tus sobacos sudados y el de tu velluda entrepierna. Aquello era toda tu Testosterona concentrada…
La lamí tímidamente con la punta de mi lengua y luego terminé chupándome los dedos para comerlo todo… Era más que salado, con un dejo amargo al final… me es tan difícil poder poner en palabras ese manjar.

--- Así no, Hijo. Lámelo directo de mi Verga.

--- ¿Pero Papá...eso es…? ¿Está bien que lo haga, Papi?

--- En primer lugar desde cuando me desobedeces o cuestionas, ¿Eh? Acá el Macho soy ¡Yo! …Además soy tu Padre y tu mi Hijo, claro que está bien. Es algo normal, y te recuerdo que naciste de mi Leche y esta Verga.

No tuve porque dudarlo más, y mucho menos después de escucharte hablarme con tu fuerte voz y semblante autoritario… Me agaché y empecé a lamer tu dura Verga. Al principio con timidez, pero al probártela y saborear tu viril carne comencé a perder el control y actuar bajo mis instintos sexuales...

Te la lamí toda, desde la base peluda hasta la carnosa punta; te la lamía pelada y luego la volvía a cubrir con tu venoso prepucio, al cual me gustaba jalarlo con mis dientes. Después recuerdo que bajé a tus pelos púbicos e hice lo que inconscientemente siempre había deseado... Los chupe y saboreé con mi boca, hasta que me quede sin saliva… Sabes Papi,  en ese preciso instante confirmé que mi mayor fetiche son los vellos de los hombres, los tuyos sobre todos.
Proseguí descendiendo hasta enterrar mi cara en tu entrepierna, te chupaba los pelos de tus piernas, sobretodos esos que te crecen cerca de tu velludo trasero. Y después me posé en tus pesados huevos, te los relamía y relamía… Tenían ese sabor salado de tu sudor y liberaban un penetrante aroma masculino que me enloquecía aún más. Por lo que me animé a chupártelos uno por uno, me gustaba tenerlos dentro de mi boca, sentir los pelos en mi paladar y lengua… Tú cerrabas los ojos cuando lo hacía, supongo que te gustaba mucho. ¡Dime si estoy mintiendo Papi! Luego intenté meterme tus dos macizos huevos a la misma vez, pero como los tienes tan grandes, no me cupieron en mi pequeña boca. ¿Recuerdas como me sonreíste al ver como lo intentaba con tanto afán?

--- ¡Joder Hijo! Veo que esto ya te gustó. Como me comes los pelos y chupas los huevos; pero porque no me mamas la Verga, ¿Eh? …Sabes, a Papá le gustará ver como su buen Hijo le come la Pija, y seguro que te va a gustar como todo hasta ahora. Ya que veo que esto te sale natural Hijo...

--- Perdona Papá… No sé qué me pasa. No quiero que pienses que soy “Rarito”, yo soy machito como tú, ¡en serio te lo digo Papi!

---- Lo sé. Tranquilo, si esto es cosa de puros Machos. ¡Vamos! ¡Mámasela a Papá! …Papi necesita que lo consientas, Hijo...

Teniendo tu permiso era obvio que no podía titubear, así que me animé y me metí  por primera vez tu Verga a la boca… Sabes, nunca podré olvidar que la primera mamada que hice fue a la Pija de mi propio Padre.
Al comenzar sólo te chupaba la jugosa cabezota y poco a poco fui metiéndomela más dentro de la boca, para así poder acostumbrarme a su tamaño y grosor descomunal. En verdad me gustó su fuerte sabor; al principio tenía un dejo salado, como a restos de orines y después de chuparla varias veces su sabor cambió a una especie de dulce delicioso… Lo que me pareció extraño, así que cuando me la saqué y le di un vistazo, vi como del ojete de la punta de tu Verga brotaban hilos tras hilos de un líquido viscoso y trasparente… Tú me explicaste que eso era “Néctar de hombre”, y que sale antes de la Leche, a lo cual yo te respondí que si tu néctar sabía tan rico, seguro que tu Leche de Macho sería lo más delicioso del mundo… ¿Te acuerdas que te lo dije Papi?

--- Ahora métetela más a la boca Hijo… ¡Toda!

Cosa que hice, aunque fue muy difícil te confieso, me daban arcadas; pero nunca dejé de chupártela… Quería que te sintieras orgulloso de tu Hijo... Al tiempo de mamártela una y otra vez, logré metérmela casi toda sin problemas, y tú también me la empujabas más adentro; tanto ejerciendo fuerza con tus rudas manos sobre mi cabeza, como cuando levantabas tu pelvis para que me la clavaras hasta la garganta… Podía sentir tu inflado glande en mi campanita y tu tupido arbusto de pelos púbicos hacerle cosquillas a mi rostro.

--- ¡Eso es Hijo! ¡Qué bien se la  mamas a tu Padre! ¡Uff!
Yo no podía contestarte, trataba de no asfixiarme mientras no dejaba nunca te mamártela. Salían lágrimas de mis ojos, y tú resoplabas y gemías…

--- Eres un buen Hijo... ¡Papá te ama! Se la chupas a Papi mejor que una Puta experta.... ¡Si que rico sentir mi Pija en tu tierna boca, Hijo! ¡Nngh! Me encanta sentir tus suaves labios sobre mi dura Verga... Papi te va a dar su Leche...

Al decirme esto me la sacaste de la boca y empezaste a jalártela muy rápido, con tu mano derecha te la sacudías vigorosamente y con la izquierda te apretabas y estirabas los huevos... Yo te frotaba las piernas peludas con mis dos manos y ponía mi cara muy cerca de tu Verga, sacando la lengua para poder lamerte la cabeza, justo por debajo del ojete, mientras tú te la jalabas cada vez con más violencia....

--- ¡Abre bien la boca Hijo! ¡¡Uuughh!!

Sin saber cómo, me sujetaste rápidamente del cabello y me clavaste la Verga de nuevo bien adentro de mi boca, justo cuando tu semen empezaba a salir… Varios chorros entraron directo en mi garganta, mecos tras mecos te salían y sentí así como tú tibia y espesa Leche de Macho llenaba por completo mi boca. Era tanta Leche que tuve que tragar y tragar para evitar que se derramara, mientras tú gritabas de placer y yo no paraba de beber... ¡Tú Leche Papi, la misma que me dio la vida!

Y tuve razón, tu Leche es lo más delicioso del mundo... Te lo dije con una gran sonrisa en mi rostro y mis labios embadurnados con tu  semen.
--- Me gusta que te la hayas tomado toda, Hijo... Los mecos de Papá no se desperdician, con ellos vas a crecer sano, fuerte y bien hombre; ya que la Lechita de tu Papi está fortificada con pura vitamina `M´.

--- ¿`M´ de Macho, verdad Papi?

--- ¡Así es Hijo! (Dijiste mientras me alborotabas el cabello de forma juguetona)

Entonces yo me recosté sobre tu torso sudado, mi rostro sobre tu pecho velludo el cual comencé a chupar; después seguí y te besé y mordí tiernamente los pezones peludos... Tú aroma era más intenso, lo que me tenía más embriagado; yo ya empezaba a frotar ansiosamente mi cuerpo contra el tuyo, para que sintieras mi Pija tiesa contra tu estomago, para que supieras que había estado excitado y erguido desde el inicio, todo ese tiempo.

Así que me sentaste sobre tu torso, yo abriendo bien mis piernas para que mis huevos descansaran sobre el hueco de tus torneados pectorales, y me volviste a sujetar por mi Verga…

--- Ahora le toca a Papá ver que tanto has crecido Hijo. Ya me he dado cuenta que no sigues siendo el niño de Papi… He visto como ya tienes algo de pelos en tus axilas y tu ingle, y que tu Verga ya no es la de un crío, es la de un hombrecito. Pero debo ver si ya produces Leche de Macho, Hijo; así que creo que te voy a dar tu primera Jalada de Verga y te enseñaré como los hombres nos masturbamos.

¿Cómo sabías que esa era mi primera jalada de Verga, Papá? ¡Anda dímelo!

Entonces comenzaste a puñetearme con tu áspera y tosca mano de hombre… Yo  me estremecía y gemía tímidamente. Todas esas nuevas sensaciones, más el sofocante calor causaban que la habitación pareciera darme vueltas la cabeza… Y tú seguías con la faena de masturbar la Pija virginal de tu hijo.
Con la mano derecha me la pelabas y jalabas, entre fuerte y rápido, y con la izquierda me manoseabas muy duro mis nalgas; tanto que me dejabas la marca de tus dedos. Después sentí como me pasabas los dedos por la raja de mi culo y volvías a meterme un dedo en mi tierno y suave ano… Yo jadeaba y suspiraba, me sentía tan caliente y sofocado; sudé como nunca antes lo había hecho, a decir verdad creo que esa fue la primera vez que sudé como un verdadero hombre... Los chorros de mi tibio sudor resbalaban de mis sobacos y recorrían mi ardiente piel hasta caer sobre ti; recuerdo ver como vapor se alzaba de nuestros cuerpos. Toda la recámara apestaba a Macho sudado.

Pronto me corrí sobre ti, apenas lancé cuatro chorros de esperma, pero eso sí, mi Leche salió disparada con tal fuerza que alcanzó tu pecho, cuello y tu barbilla. Vi como los juntaste y te los llevaste a la boca para comértelos...

--- Mmmmm…parece que ya eres un hombrecito Hijo. Ya tienes Lechita como tu Papi. ¡Estoy orgulloso de lo machito que te estás poniendo Hijo mío!

Estaba tan feliz de enorgullecerte, todo aquello fue tan intenso y maravilloso; pero no se terminaba, tu sabes muy bien que no. ¿Recuerdas lo que sigue Papi?

Cuando me bajé de tu torso y me volteé para poder ver tu  entrepierna, me llevé la sorpresa que tu poderosa Verga estaba de nuevo templada como barra de hierro en las brasas; incluso estaba más hinchada y gruesa que antes.
--- ¡¡WOW!! ¡¿Papá sigues duro?!

--- Así es Hijo, tu Padre es muy Macho y pasa con ganas todo el tiempo, es lo malo de ser tan hombre…tu Verga es insaciable y siempre quiere más. Además paso con los huevos repletos de Leche, que si no dejo salir hace que me pesen y me duela mucho…

--- Entonces déjame que te ayude otra vez Papi.

--- Si, pero esta vez Papá quiere probar otra cosa…

No sé que se habrá apoderado de ti, pero lo agradezco tanto… Me pusiste en cuatro patas sobre la cama y me abriste bien las nalgas para poder descubrir mi suave ano, ligeramente más oscuro que el resto de mi piel y con un nuevo anillo de nuevos pelos alrededor. Te acercaste y empezaste a pasar tu lengua entre mi culo… Sentí una fuerte corriente eléctrica de placer recorrerme. Seguiste saboreando mis nalgas y la raja de mi tierno trasero; hasta que te concentraste en mi sensible ano. Lo lamias suculentamente y luego me metiste tu carnosa lengua hasta el fondo... Yo gemía sin control. ¿Dime Papi, a que te supo mi culo?

--- ¡Ay Hijo! No sé si deba seguir…creo que esto ya es mucho entre un padre y su hijo…No creo que deba...pero…no sé qué me pasa contigo Hijo, pones a Papá muy caliente y excitado...siento como que si tú hubieras nacido para ser mi hijo y más que eso... ¿Quieres que Papi siga, Hijo?

--- ¡Si Papi! No te detengas…quiero que sigas, yo también me siento raro…pero me gusta. ¡Me gusta mucho lo que me haces Papi!
--- ¿Crees que podrás aguantar lo que sigue?

--- ¡¡SI!! ¡Si puedo aguantar Papá! Soy tu machito, ¿recuerdas? …Y como soy tu hijo, ¡Yo soy tuyo Papi! ¡Yo…y mi cuerpo te pertenecemos!

--- ¡Así me gusta Hijo! No me decepciones…

Entonces tú te arrodillaste sobre la cama detrás de mí y me sujetaste firmemente de mi trasero, abriste bien mis redondas nalgas y buscaste con la enorme cabeza de tu Pija el agujero de mi culo; cuando lo tuviste en la mira, comenzaste a metérmela en seco, apenas con los restos de saliva que habías dejado después de comerte mi ano... Hacías mucha fuerza, ya que mi culo era virgen y cada vez que tú me la empinabas para meterla, por instinto mi ano empujaba para sacarla; por lo que tú presionabas con más fuerza y firmeza... Yo grita sin control…

--- ¡AAAAHHH ME DUELE PAPI! ¡¡ME DUELE MUCHO!!

--- ¡Ahora aguantas cabrón! ¡Vas a dejar que tu Papá te coja y te desgarre el culo!

Y vaya que lo conseguiste, en ese momento sentí como toda tu poderosa y colosal Verga había desgarrado mi ano y logrado entrar por completo en mi recto... Supe que estaba toda dentro de mis entrañas cuando percibí el roce de tus pelos púbicos en mis nalgas. Tú no lo sabes, pero el experimentar por primera vez esa dolorosa e incómoda sensación de tener un enorme cuerpo extraño dentro de uno, es algo abrumador… Nunca antes había experimentado tan intenso  dolor.
--- ¡ME DUELE, ME PARTES EN DOS PAPÁ! ¡¡AAAAGGHHH!!

Yo me había dejado caer en las sábanas, sólo mi trasero seguía levantado sujetado por tus fuertes manos y musculosos brazos. Mordía la almohada para calmar el dolor; mientras tú empezabas con el intenso ‘meter y sacar’, ‘meter y sacar’. Primero me lo hacías despacio pero con firmeza, para abrirme bien y luego seguiste cada vez más rápido y duro... Sentía que tu Verga me llegaba al estómago cuando me la empujabas toda para adentro y era en esos momentos en que tú la movías de lado a lado y en forma circular para ensanchar mi angosto y virginal agujero.

--- Si que eres estrecho Hijo, pero tu Papi te va a romper bien.

Creo que cuando ya sentías mi culo bien roto, me sacabas toda tu sólida Pija y la volvías a meter de una sola estocada, lo que causaba que yo estirara la cabeza y le brotaran venas a mi cuello, mientras sollozaba y gritaba…

--- ¡AAAAHHH SI PAPI! ¡¡DAME POR EL CULO!! ¡¡RÓMPEMELO TODO!!

La verdad es que el dolor no había aminorado, al contrario, pero el placer también aumentaba a medida me cogías más y más… Era un placer increíble e indescriptible. ¿También lo sentiste así Papi?

Mi Verga estaba dura como una roca, así que recobré fuerzas y me incorporé en cuatro patas otra vez; lo que te dejaba metérmela todavía más adentro de mí que antes... Era realmente maravilloso sentirte dentro de mí, poseyéndome, y como tus macizos huevos me golpeaban el culo con cada una de tus embestidas.

Todo era muy  intenso… tu Pija me apretaba la vejiga, así que en una de tus brutales arremetidas empecé a orinarme sobre la cama, como un niño pequeño, aún con mi Verga erecta… Los chorros de mis meados salían sin control mojándolo todo, las sábanas y el colchón.
--- ¿¡Pero si te estás orinando cabrón!?

--- ¡OH DIOS! Papi que rico siento…siento que… ¡YA NO AGUANTO!

--- ¡Aguanta Hijo! …Papi aún no acaba con tu rico culito.

Y justo después del último chorro de mí orina, empezaron a salirme más mecos… Me hiciste venirme sin tocarme. ¿Dime que te acuerdas de eso, Papi?

--- ¿Ves como Papá puede ordeñarte Hijo? ¡Para eso soy su Papá y tú mi Puta!

--- ¡Si Papi! ¡Yo nací para ser tu hijo y tu PUTA! ¡¡HAZME TUYA!!

Me parece que esto hizo que no pudieras resistirte más, y al fin después de una hora de dolor desgarrador, intenso placer y mucho sudor de Macho, te volviste a venir dentro de mí; pero esta vez no en mi boca, sino que en mi culo…Yo sentía como tu Pija disparaba cada uno de tus incontables mecos y como estos entraban directo en mis ardientes entrañas. Cuando me la sacaste embarrada con mi mierda y sangre, así como restos de tus mecos; mi culo pareció estallar...

Gran parte de tu caliente Leche de Macho empezó a desbordarse de mi ano, deslizándose por mis huevos y escurriéndose por mis débiles piernas. Tú la juntaste rápidamente con una de tus manos antes de que cayera a las sucias sábanas y luego me la diste para que la comiera de tu mano, como si alimentaras a un  cachorrito... Esa esperma que me diste sabía más rica, mezclada con todas esas nuevas secreciones y sabores… Me la comí toda ¿Te acuerdas?
--- ¡Qué buen hijo eres! Me gusta que no desperdicies la Leche de tu Padre.

--- Quiero tomarla todos los días para ser tan Macho como tu cuando crezca, Papi.

--- Y la tendrás todos los días. Ahora deja que Papá vaya al baño, he cogido mucho y tomé muchas cervezas...necesito pegar una buena meada.

--- Papá espera, ¡No te vayas! …¡Úsame a mí!

--- ¿Qué? ¡¿Quieres que te orine cabrón?!

--- S…s… ¡Sí!

--- Si que eres una Puta sucia. Pues entonces límpiamela primero…con la boca.

Tú te levantaste y paraste junto a la cama, yo me senté en la orilla para poder meterme tu sucia Verga otra vez a la boca. Para mi asombro todavía la tenías medio dura, lista para más; así que empecé a chupártela y comértela toda… ¡Nunca me cansaré de mamártela Papi!

Cuando se te paró de nuevo dentro de mi boca, dejaste salir tu orina… Amarga y caliente dentro de mi garganta, directo a mi estómago. Tragué y tragué tus interminables meados, orinaste tanto y tan fuerte que no pude beberlos todos y empezaron a salirse de mi boca, bañando todo mi cuerpo… Recuerdo claramente como escurrían amarillos por mi firme pechito, plano abdomen y mi erecta Verga; hasta que al fin sólo caían gotas de la punta de tu erguida y colorada Pija. Mi boca quedó con un fuerte sabor como el ajo… Que puedo decirte, todo lo que sale de tu viril Verga me deleita.

Luego me  tomaste y lanzaste a la cama, que era un charco pestilente de orina, sudor y semen, y te acostaste a mi lado. Me abrazaste y estrechaste contra tu sucio y velludo cuerpo; haciendo que nuestras paradas Vergas se tocaran y frotaran entre sí. Nos manoseamos y masturbamos juntos hasta corrernos por tercera vez esa tarde, uno sobre el otro… Yo apenas y te salpiqué, pero tú Papi me bañaste todo, en verdad que pareciera que nunca te quedaras sin Leche…
A pesar que sólo me coges cuando estás bien bebido y pasado de cervezas, sé que te acuerdas de todo a la mañana siguiente ¿Verdad que te acuerdas Papá?

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