Francisco, el jornalero

MagnĂƒ­fico joven granjero se divierte en un trĂƒ­o - Pichaloca.com
Mi familia tenĂ­a algunas tierras heredadas de nuestros abuelos paternos, y era frecuente ver en casa a jornaleros que se encargaban de sus cuidados; cavar, regar, fumigar, recolectar, etc… Pero entre aquellos jornaleros, siempre habĂ­a uno que era fijo. Es decir, siempre estaba contratado, porque siempre habĂ­a algo que hacer, ya fuera algĂºn riego esporĂ¡dico, o una poda puntual. El caso es que Francisco, (asĂ­ se llamaba el “fijo”), siempre estaba en casa.
Estas tierras estaban a las afueras del pueblo, y cuando era necesario realizar algĂºn trabajo puntual, era yo el encargado de acompañarle y estar pendiente por si necesitaba agua, o cualquier otra cosa. AdemĂ¡s, tambiĂ©n era yo el que le llevaba el almuerzo.
En aquella Ă©poca yo tendrĂ­a unos 18 años, y este hombre (que  -ademĂ¡s-  era primo de mi madre), tendrĂ­a unos 28 o 30 años. Él estaba casado, y era un hombre muy apuesto y atractivo, con un cuerpo fibrado y deportivo, que a mi me llevaba de cabeza… Me recordaba mucho a un actor americano que estaba muy de moda por entonces, que se llamaba VĂ­ctor Mature. Realmente, el primo Francisco se parecĂ­a a este actor, y muchas veces haciendo su faena, se quitaba la camisa dejando ver un torso precioso que me volvĂ­a loco.
Pero estamos hablando de los años 50’s, y la homosexualidad estaba muy mal vista en la sociedad de entonces. HabĂ­a mucha homosexualidad oculta, pero existĂ­a, y todo se ocultaba absolutamente. Obviamente no era como hoy, y se daban casos, pero no trascendĂ­an para nada, y menos de alguien que estuviese casado.
Como digo, yo estaba un poco obsesionado con Francisco, pero nunca me atrevĂ­ a nada. Lo mĂ¡s que hacĂ­a era preguntarle por sus conquistas y sus aventuras. Este hombre habĂ­a estado en Alemania como emigrante, y era sabido que la moral de aquellos años era mĂ¡s permisiva en el extranjero que en nuestro PaĂ­s. Y yo me excitaba mucho con las historias que Francisco me contaba, aĂºn imaginando que  -parte de aquellas aventuras-  eran pura invenciĂ³n suya… Pero como era muy guapo, sabĂ­a que muchas de estas historias eran verdad.
Recuerdo que yo siempre le provocaba con estos temas, y notaba cĂ³mo su paquete crecĂ­a cuando Ă©l me contaba alguna de sus aventuras.
-Francisco: tĂº tienes que haber follado mucho en Alemania, ¿verdad?
-Pues si, campeĂ³n; me las llevaba de calle… HabĂ­a dĂ­as que me lleguĂ© a follar a tres tĂ­as…
-¿A tres tĂ­as el mismo dĂ­a?
-Si, nene. A tres tĂ­as diferentes en el mismo dĂ­a.
-¿Y cĂ³mo podĂ­as hacerlo?
-Bueno, la dueña del piso donde yo vivĂ­a, que estaba muy buena, se habĂ­a enamorado de mĂ­. Y con ella tenĂ­a que hacerlo casi todos los dĂ­as. Luego estaba la camarera del bar donde solĂ­amos almorzar, y a veces nos metemos en el trastero y echamos un polvo… Y luego estĂ¡ la vecina del 3º izquierda, que se parece a Brigitte Bardot, y es mĂ¡s “caliente que el palo de un churrero”. Y a veces me llama para que le arregle algo de la casa, y aprovecho para “mojar”. Pero es que estĂ¡ mĂ¡s buena que Dios… (jeje).
-¿Y usabas condom?
-Claro, hombre; yo no podĂ­a arriesgarme a que alguna se quedase embarazada y dejar algĂºn hijo en Alemania… Pero nene, (Ă©l me decĂ­a “nene”, pues me conocĂ­a desde que era un bebĂ©), es que yo soy muy “caliente” y siempre tengo ganas… A veces, a pesar de follar 3 veces, cuando me quedo solo en mi cuarto, me tengo que hacer una paja…
--¡Hostias, Francisco!, eres un semental…
Mientras Francisco me contaba estas cosas, mi polla se ponĂ­a a reventar dentro de mi pantalĂ³n, y yo advertĂ­a cĂ³mo a Ă©l le ocurrĂ­a lo mismo. Pero me daba mucha vergĂ¼enza ir mĂ¡s allĂ¡ de estas conversaciones. A veces me daba la sensaciĂ³n de que a Francisco le hubiera gustado hacer algo conmigo, pero ninguno de los dos nos atrevĂ­amos.
En esa edad, yo con mis 18 años, me masturbaba mĂ¡s que los monos, y me excitaba a la mĂ¡s mĂ­nima. Recuerdo que si me encontraba empalmado y tenĂ­a que moverme, tenĂ­a que hacerlo sacando el culo para que “mi paquete” no se notara tanto…
Un dĂ­a, hablando de estas cosas con Francisco, recuerdo que Ă©l estaba cavando y de pronto se detuvo y me dijo:
-¿Y tu, como te la meneas, asĂ­ o asĂ­? (cogiĂ³ el astil de la azada e hizo dos gestos con ella). Simulando que el palo de la azada era la polla, puso la mano como masturbĂ¡ndose, y luego colocĂ³ los cinco dedos en el extremo del palo, (como queriendo indicar que, por mi edad, yo la tendrĂ­a mĂ¡s pequeña y no podrĂ­a agarrarla bien con la mano).
Yo me quedĂ© muy cortado y no supe quĂ© responder, aunque sabĂ­a la respuesta, pues a pesar de mi corta edad, mi polla era ya lo suficientemente grande como para meneĂ¡rmelas como dios manda… (jeje). Pero me prometĂ­ mentalmente que la prĂ³xima vez que me preguntara aquello, (no era la primera vez que Francisco me lo habĂ­a preguntado), yo le responderĂ­a poniĂ©ndolo en un aprieto. AsĂ­ que esperĂ© mi oportunidad, y Ă©sta se dio a los pocos dĂ­as.
AsĂ­ que nuevamente saque la conversaciĂ³n con Francisco.
-Francisco, cuĂ©ntame otra vez lo de tu vecina del 3º…
-¿QuĂ© quieres saber?
-¿Solo follabas, o tambiĂ©n te la chupaban…?
-Hombre, hacĂ­amos de todo. Y los dĂ­as que estaba con la regla, le daba por el culo… Aquello le encantaba. Primero me hacĂ­a una buena mamada, y luego me la follaba por detrĂ¡s. Y muchas, muchĂ­simas veces, a “estilo perro”
-¿Y aĂºn asĂ­, todavĂ­a te quedaban ganas para meneĂ¡rtela?
-Pues claro; a veces me la he meneado dos veces, despuĂ©s de haber follado dos o tres veces…
-Francisco; ¡eres un semental! Seguro que tienes una polla increible…
-Bueno, ninguna se me ha quejado, nene…
Y entonces Francisco volviĂ³ a preguntarme:
-Nene, aĂºn no me has dicho cĂ³mo te la jalas; “asĂ­” o “asĂ­”, (volviĂ³ a preguntar Francisco, agarrando el mĂ¡stil de la azada. ParecĂ­a como que Ă©l me estaba provocando y yo no me daba cuenta…)
Entonces me armé de valor, le quité la azada y le dije:
-¿Y tĂº como lo haces?, “asĂ­” o “asĂ­”, (yo le estaba imitando a Ă©l, provocĂ¡ndole para que se sacara la polla…)
El agarrĂ³ la azada y me dijo:
-Yo lo hago asĂ­; (y comenzĂ³ a masturbar el extremo de la azada, como si de su propia polla se tratase…)
Pero yo quise ir mĂ¡s lejos todavĂ­a.
-A ver cĂ³mo, Francisco. ¿Puedo ver cĂ³mo lo haces?
Entonces se abriĂ³ la bragueta, (en esa Ă©poca las braguetas eran de botones, no de cremallera como ahora). Se fue abriendo uno a uno los botones de la bragueta, metiĂ³ su mano y sacĂ³ una polla maravillosa. Dura, gorda, larga… Yo estaba excitadĂ­simo, y la imagen de aquel macho tan guapo, con el torso desnudo, la bragueta abierta y su polla maravillosa, casi me hace correrme allĂ­ mismo…
Francisco acariciaba su polla, pero no se masturbaba. ParecĂ­a cĂ³mo que esperaba que yo lo hiciera por Ă©l, pero yo no me atrevĂ­a…
-Y tu… ¿cĂ³mo lo haces? (preguntĂ³ Francisco).
Entonces yo hice lo mismo; desabrochĂ© los botones de mi bragueta y saquĂ© mi polla. Obviamente, mucho mĂ¡s pequeña que la suya, pero muy desarrollada para mis escasos 14 años.
Yo tenĂ­a la impresiĂ³n de que Francisco querĂ­a que le masturbara, y Ă©l hacerme lo mismo a mi… AsĂ­ que me acerquĂ© todavĂ­a mĂ¡s. Entonces, aproximando mi mano a su falo, le preguntĂ©:
-¿Puedo tocarla?
-Adelante; es tuya, (Ă©l lo estaba deseando).
Pero aĂºn me quedaba por ver algo muy importante. Yo querĂ­a ver sus huevos, que imaginaba gordos y duros.
-¡SĂ¡cate los huevos!, (le dije)
Él lo hizo asĂ­, y dejĂ³ salir unos hermosos cojones, maravillosos como yo habĂ­a imaginado. Lo tenĂ­a todo fuera, y yo me volvĂ­a loco de gusto.
Entonces Ă©l me dijo:
-¡Vamos a la casa…!
En la casa habĂ­a un camastro, y allĂ­ nos dirigimos. Una vez allĂ­, Ă©l se bajĂ³ los pantalones y me dijo que yo hiciera lo mismo.
Ambos nos sentamos en la cama y comenzamos a tocarnos. Me pidiĂ³ que me acostara encima de Ă©l, frotĂ¡ndonos nuestras pollas, totalmente empalmadas… Le pedĂ­ que metiera su polla entre mis muslos, y que hiciera como que me follaba…
El lo hizo asĂ­, y yo hice lo mismo con Ă©l. Es decir, nuestras pollas cruzadas entre los muslos del contrario.
En un momento determinado le pregunté:
-¿Te gustarĂ­a que te la chupara?
-¡Siii, claro que si! Y yo tambiĂ©n te la quiero chupar a ti…
Nos desnudamos por completo y nos dispusimos a hacer un rico 69. Pero yo no pude aguantar mĂ¡s y me corrĂ­ allĂ­ mismo, antes de que Francisco comenzara a chupĂ¡rmela.
Pero aĂºn asĂ­, y para que se llevara un buen recuerdo de aquella primera vez, comencĂ© a lamer sus huevos y luego me traguĂ© aquella enorme polla, hasta casi ahogarme…

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