Sometiendo al alumno putito.😈🔥
Jamás pensé que tendrÃa que estar malgastando mi tiempo de esta manera. Acabo de salir de la universidad y me dirijo lo más rápido que puedo a dar clases particulares a Raúl. Pasada la treintena, palurdo como él sólo, ni con cuatro horas de repaso semanal es capaz de aprobar nada de lo que trabajamos juntos. Me saca de mis casillas con sus preguntas estúpidas, más incluso cuando no atiende y tengo que hacerle bajar de las nubes.
- ¿No eres algo mayor para que un chaval como yo te esté dando toques de atención constantemente? MolarÃa que te implicases y atendieras, a lo mejor ambos sacarÃamos provecho de estas horas que estamos aquÃ… – En realidad a mà me la suda, mientras me siga pagando como si se echa la siesta aquà mismo, pero que al menos sea claro. No estoy como para ir perdiendo el tiempo preparándome estas clases mientras podrÃa estar follando.
- Perdona, estoy cansado del trabajo y todo esto me supera, no me entra nada en la cabeza…
- Pues si quieres pasar de curso este año vas a tener que trabajar duro, ya llevas unas cuantas suspendidas y remontar te va a costar lo tuyo…
Siempre he tenido un carácter fuerte, muy dominante, por eso pensé que dar clases particulares estarÃa chupado. Los tendrÃa a todos callados, obedientes, jamás tendrÃa que dar dos veces el mismo tema. Erré al pensar en eso. La mayorÃa necesitan que les acompañes, que les lleves en voladas como si fueran bebés. Los bebés al menos tienen una puñetera razón para ser imbéciles, pero este no. Sólo quiero escupirle en la cara y darle un bofetón, de vez en cuando, a ver si asà espabila. No serÃa demasiado ético por mi parte pero la frustración la canalizarÃa, que es el objetivo. Quizás podrÃa probar de otra manera…
- Dices que no te entra nada en la cabeza, pero por el culo y la boca esa que me gastas sà que tragas bien a gusto eh Raulito….
- P…perdona?
- No te lo tomes a malas, es tan sólo una broma – Me levanto de la silla, cierro el libro y me sitúo a su lado, de pie. Llevo mis manos a sus hombros. – El otro dÃa coincidimos. En la sauna de hecho. Por eso lo digo. No te preocupes que esto va a quedar aquÃ. Pero tendrÃas que prestarle tanto interés a los deberes como a los rabos que te ibas comiendo, uno tras otro. Me fijé en que ni tan siquiera les mirabas a los ojos, ellos te ponÃan el rabo delante y ya estabas con la boquita abierta preparado para tragar hahahaha
- Joder, tÃo, ¿qué cojones? No se lo habrás dicho a nadie, ¿verdad? Cómo se enteren mis padres me matan…
- No, no he dicho nada. Tú sabrás que haces. De hecho confieso que me puso bastante caliente verte de rodillas. Recibiendo rabo por todos lados…. Volviendo al tema de tus padres, creo que deberÃas considerar no preocuparte tanto por ser maricón y el qué dirán y más por aprobar. Tu madre es abogada, ¿verdad? Y tu padre un buen médico, tradición familiar…
Ya lo tenÃa. Ahora sà que me estaba prestando atención. Fue más fácil de lo que creÃa. Empecé a apretar sus hombros mientras me acercaba a su espalda, rozando mi paquete contra su ella.
- Tienes que prometerme que no dirás nada, esto podrÃa destrozarme la vida. No era mi intención, sólo fui a curiosear, nada más...
- Para estar sólo curioseando se te veÃa muy versado en el arte de dilatar el culo.
- Te…te… te estás pasando un poco, ¿no crees?
- Para estar pasándome bien que estás intentando ocultar que se te está poniendo morcillona…
En ese momento Raúl se levanto de golpe, balbuceaba, estaba rojo y temblando. Se quedó justo delante de mÃ.
- ¡CALLA! Júrame que no vas a decir nada, júramelo, por favor… no puedes contárselo a nadie…
- Creo que vamos a tener que buscar alguna manera de tenerme calladito, no crees…?
- Te pagaré, te duplico la tarifa, te la triplico, pero pero pero…
Fue justo antes de terminar ese último “pero” cuando por fin, sin dejar de mirarle a los ojos le crucé la cara de un bofetón. Fue todo muy rápido. Bofetón, silencio. Le agarré la cara con una mano, desde la mandÃbula, dejándosela abierta. Con la otra lo rodee por la cintura, apretándolo contra mi cuerpo.
- El que por el momento se va a callar eres tú. ¿Quieres que te guarde el secreto, cerda? ¿Quieres que tus papis no se enteren de todo lo que hace su hijito cuando sale los fines de semana a los rincones más oscuros de los locales para maricas? Con quienes, cuantos, qué…. Te vi tragar muchas corridas. Ni tan siquiera debes saber cuántas fueron y podemos comprobar ahora mismo que no es algo que te disguste tremendamente por lo que dice tu cuerpo, ¿verdad?
Raúl estaba petrificado. En ese momento supe que era mÃo, que no iba a salir corriendo. Su mirada era de terror. Un terror obsceno. No podÃa hablar por cómo lo tenÃa agarrado, pero tampoco se resistÃa, no huyó. Sus ojos pedÃan más. Su cuerpo lo querÃa todo.
- Respóndeme a una pregunta muy sencilla, ¿te gusta tragar?
- S…s…sà – dijo babeándome la mano.
- No te he entendido bien – segunda bofetada. - Te he preguntado si te gusta tragar. No hagas que me repita.
- SÃ.
Aprovechando que tenÃa la boca abierta le escupà dos veces. La primera directa fue perfecta al fondo de la garganta, lo que le hizo toser. El segundo en la cara. Recogà toda la saliva con la mano y la dirigà a su boca.
- Muy bien, si quieres que yo mantenga la boca cerrada vas a tener que pagar un precio. A partir de ahora vas a ser mi sumiso. Vas a obedecer siempre. Vas a tener que responder cuando te pregunte. Jamás hablar si no te he preguntado. Voy a hacer de ti mi juguete. Si quiero azotarte porque no te enteras de nada te azotaré – rápido le azoté el culo y después lo agarré con fuerza - si quiero un masaje, me lo darás y si quiero atarte en una silla y destrozarte los pezones, dejarás que lo haga.
En ese momento retiré mi mano de su culo, agarré su paquete para comprobar que efectivamente ya estaba duro como una piedra. Subà la mano lentamente por su entrepierna, rozando su abdomen, hasta llegar al pecho. Empecé a jugar con su pezón suave, mirándole a los ojos. Se le estremecÃan las piernas, le temblaba todo el cuerpo. De su boca sólo salÃan babas y más babas, hasta que por fin, gimió como una perra en celo. Tercer bofetón.
- ¿Lo has entendido, perra? Y ahora sà quiero una respuesta.
- SÃ...
- Asà lo quieres, ¿verdad?
- S…sÃ…
- “SÃ, amo” – Le corregà castigándole por primera vez. Aproveché que tenÃa ya los dedos agarrando su pezón y apreté hasta que gritó. Como si le arrancaran una pinza.
- ¡JODER! S…s…sÃ, amo.
- Muy bien, a partir de ahora cada vez que nos veamos, nada más llegar quiero que te pongas un collar de perro. Quiero que vayas a una tienda de mascotas, elijas uno negro, simple y que te lo pruebes ahà mismo, delante de cualquier persona que pase. EnvÃame una foto, quiero cerciorarme de que lo has hecho. Ese collar va a ser el que va a marcar la diferencia. Cuando te lo pongas sólo recibirás órdenes mÃas, cosa que no deberÃa serte muy complicado con lo corto que eres.
- Pero tengo que…
Esta bofetada última resonó en toda la casa. No hay réplicas aquÃ.
- Discúlpate ahora mismo.
- Lo…lo siento, amo.
- Veo que esto no te ha costado tanto entenderlo…. Muy bien, ahora quiero que te desvistas, y te pongas a cuatro patas.
En ese momento lo solté, me giré por completo recolocándome el rabazo de 20cm que gasto, para dejárselo bien a la vista. Me dirigà lentamente al otro lado de la mesa a por un permanente. Raúl empezó a desvestirse lentamente, inseguro, no querÃa que viese que no solo estaba empalmado, sino que tenÃa la carita roja y el rabo salivando. Atravesé de mientras el cuarto, a por un gran espejo que descansaba sobre el suelo. Me volvà a acercar a él y antes de que se arrodillase, dejé el espejo en el suelo, recostado sobre la mesa, le acaricié aquellas zonas de la cara que tenÃa más rojo, comprobando que en cuestión de horas esas marcas iban a desaparecer. En el pecho, con el permanente escribà en mayúsculas “PROPIEDAD DE MR. RED”. Me aparté y dejé que lo contemplara. Me puse detrás de él. Lo arrodillé agarrándole por el pelo. Saqué el teléfono y tomé un par de fotos. Con un par no me bastaba asà que me puse delante de él y en un par de movimientos me saqué el rabo y se lo metà en la boca. De esa sola estocada inesperada se ahogó, tosiendo y salivando hasta por la nariz, los ojos llorosos. Aguantó sin decir nada. Tomé una última. Mi favorita.
- Muy bien… terminó la clase por hoy. Queda terminantemente prohibido que te pajees si no te lo he dicho yo. Asà que ya puedes ir a darte una ducha frÃa mientras recojo mis cosas y me largo. No quiero verte hasta el próximo dÃa. Y en relación a mi tarifa… vas a tener que pagar no doble sino cuádruple. Se te acabó ir a saunas y bares el único tÃo al que vas a atender es a mÃ. ¿Qué pensarÃa tu madre si viese estas fotos? En fin…nos vemos el jueves. Traeré mi arsenal, más te vale estar preparado.
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